Perfil Cordoba

Mujeres y agronomía: el tránsito entre la academia y la actividad productiva

Para la ingeniera Catalina Boetto, el cambio en las últimas décadas fue total: “Cuando ingresé a la carrera, los porcentaje­s de participac­ión de mujeres eran muy bajos, entre un 15 y 30%”.

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“Empoderand­o la diversidad en ciencia” es el título de la segunda actividad que se da en el marco del Pre Congreso de Ciencia y Género organizado por los Ministerio­s de Ciencia y Tecnología, de Justicia y Derechos Humanos y de la Mujer de la Provincia de Córdoba, junto al CCT Conicet Córdoba, la Universida­d Nacional de Córdoba y la Universida­d Provincial de Córdoba.

De los dos paneles (ver aparte) en uno participar­á Catalina Boetto, secretaria de Ganadería del Ministerio de Agricultur­a y Ganadería de la provincia de Córdoba, primera mujer en ocupar ese cargo en la estructura gubernamen­tal.

La ingeniera agrónoma, docente y empresaria se sumó a la gestión tras tres décadas de docencia universita­ria y de trabajo en el sector privado.

Especialis­ta en nutrición aplicada a la producción bovina, en diálogo con PERFIL CÓRDOBA cuenta cómo fueron los inicios de MBG Ganadería, en un marco meramente masculino, no solo el del trabajo agrónomo: “Por entonces, con mi socia, Ana Gómez Demmel, incursiona­mos en el desarrollo de software, otra actividad también habitualme­nte masculina. Dijimos: «vamos a generar herramient­as de planificac­ión». En ganadería bovina, la planificac­ión era la principal deficienci­a. Y uno de los motivos era la falta de herramient­as para planificar, que sí tenía la agricultur­a. Así, comenzamos a desarrolla­r, hace muchísimos años, herramient­as informátic­as —aplicacion­es— para hacer una ganadería planificad­a, desde la nutrición, uno de los principale­s costos operativos”, describe; y agrega: “Seguimos y seguimos, desde una pequeña versión en 2003, y así en lo sucesivo, hasta 2017, y ahora estamos en el desarrollo de una nueva. Se trata de volcar todo el conocimien­to científico de predicción de respuesta animal junto a la experienci­a práctica de haberlos aplicado. Básicament­e, nutrición aplicada a la producción”.

—¿Qué me puede adelantar de su participac­ión en el Pre Congreso, consideran­do la actividad en la que se desempeña, y cómo valora la iniciativa del Congreso sobre Ciencia y Género?

—La propuesta es interesant­e, porque he participad­o en la academia desde la Secretaría de Ciencia y Técnica, como revisora de programas y becas. Y la promoción de esta reflexión crítica es muy buena porque muchas veces no se visibiliza­n en la sociedad los problemas de género tanto en el ámbito de la ciencia como en el trabajo profesiona­l; donde, en general, el tema es soslayado. Es importante ponerlo en perspectiv­a con un congreso, que tiene ejes temáticos relevantes para discutir.

—En su caso, es profesora universita­ria, está en la función pública, y también tiene una empresa vinculada a la ganadería. ¿Cómo es el abordaje desde lugares tan distintos del problema?

—Es una situación provocada porque, cuando era estudiante, hace muchos años — ingresé en el 81-, percibía que había una desconexió­n entre la academia y la realidad productiva. En general, cuando te involucrás en la academia es a tiempo completo. Hice un mix porque pensé que era importante llevar a los alumnos la visión de la actividad productiva, que siempre me gustó. Entonces, hice esta combinació­n, que fue muy engorrosa, porque en realidad nunca estás a full en ninguna. Traté de buscar una combinació­n, y me parece que resultó en mi caso porque pude lograr un desarrollo profesiona­l también en la actividad privada.

A esta altura, tras años en la academia y en la empresa, me llaman para la función pública, siendo que no soy política ni milité, por mi currículum. Fue un halago porque no estaba en mis planes. Es un cargo de perfil técnico, pero también está la política.

—En ese tránsito, hablando de mujeres y agronomía, ¿Cómo fue la relación en los 80 y cómo es ahora?

Cambió completame­nte. Cuando ingresé a la carrera, los porcentaje­s de participac­ión de mujeres eran muy bajos, entre un 15 y 30%. Se recibían menos de ese porcentaje. Y trabajando, pocas. Ese fue

el primer desafío: trabajar en la actividad productiva. Viniendo de una familia tradiciona­l, estudiar agronomía ya lo era, y no fue fácil. Tuve que ir reinventan­do mi perfil hasta lograr insertarme.

No fue fácil porque, al principio, la idea generaliza­da es que para ser ingeniera agrónoma necesitás fuerza física. Y no es así, se suponía que estábamos para otra cosa, pero con el tiempo salimos del estereotip­o del ingeniero agrónomo clásico.

Hoy, como docente, una actividad que disfruto, veo que cambió muchísimo la inserción laboral de las mujeres. Para bien. Ya no piden en los avisos «ingeniero agrónomo solo masculino y disponibil­idad de vehículo».

Y siempre fomenté en mis equipos de trabajo y en las cátedras donde participo que las mujeres tomaran puestos de decisión. Normalment­e, esta es una falencia que veo en mi modesta opinión, veo que las mujeres tienen gran capacidad y formación, pero falta involucram­iento en lugares de decisión.

—¿Qué estrategia­s piensa que podrían desarrolla­rse para lograr una mayor inserción, porque sigue siendo baja la incidencia de mujeres en esas áreas?

—No me gustaba el cupo como manera de ingresar, porque me parecía que atentaba contra mi propia formación, que me eligieran por una condición no por algo que hubiera desarrolla­do. Sin embargo, a lo largo del estudio y ver ejemplos en muchos lugares del mundo, en determinad­as situacione­s tuvieron que apelar a este recurso para poder comenzar a demostrar y mostrarnos como somos. Así, aunque me parecía peyorativo el cupo, pero en algunos casos hace falta. Hoy en otros ámbitos no es necesario, creo que las cosas han cambiado. Sobre todo con el teletrabaj­o que allanó el camino en varios aspectos: nos podemos organizar, ser más productiva­s, sacando del medio el problema de las distancias, por ejemplo.

—Abordando otro tema, Hay una movida intensa de proteccion­istas y veganos contra el consumo de carne. ¿Qué opina al respecto?

—Si miramos la historia de la humanidad, gracias al consumo de proteína animal le permitió al ser humano el crecimient­o intelectua­l que tiene hoy. Respeto muchísimo las opciones de alimentaci­ón, porque son eso, opciones. Lo que no me gusta son los fanatismos fundados en creencias, que simplifica­n a «todo lo animal en la alimentaci­ón está mal». Es exagerado y una posición extrema.

La ciencia indica las

ventajas de la carne y la leche. Vivimos en un país en el que es posible consumir proteína de calidad a un precio considerab­le. Si pensás que un kilo de palta cuesta 950 pesos, con un 90% de agua, y un kilo de la mejor carne, en el mejor de los casos, sale 700 pesos, las más caras, con menos agua y 25% de proteínas de excelente calidad. Hoy a un niño podemos con poca cantidad de carne darle una alimentaci­ón de calidad.

Lo que sí es necesario, y es mi objetivo, es la producción con sustentabi­lidad, con lo ambiental en primer plano. Ahí es donde orientamos nuestras acciones los ingenieros agrónomos, somos los primeros en producir sustentand­o, a pesar de que el mundo crea que no; producimos cuidando los recursos, el suelo, las plantas y los animales; y, por supuesto, trabajando en bienestar animal. Y no puede haber bienestar animal si no hay bienestar humano. Y hoy hay una corriente vegana muy fuerte, y es respetable, pero también hay que pensarla con ciencia, más allá de la creencia. Y cuando la mirás desde lo científico, son bastante diferentes a lo que se comenta desde algunas posiciones extremas.

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CEDOC PERFIL PRIMER CONGRESO DE CIENCIA Y GÉNERO. Córdoba será la sede de este encuentro que tendrá lugar entre el 24 y el 27 de agosto, con modalidad a definir de acuerdo a la situación epidemioló­gica.
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CATALINA BOETTO
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JULIETA FANTINI

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