Perfil Cordoba

Fernández se prueba el traje internacio­nalista para consolidar­se como interlocut­or regional

en su entorno consideran que es el rol en el que más cómodo se siente el presidente frente a las fricciones domésticas. también que allí radican los mayores aciertos del gobierno.

- ROSARIO AYERDI / MARIANO BELDYK

Con la mira puesta en lo que ocurra hoy en Ecuador, donde el Gobierno tiene a su candidato preferido en las elecciones generales, el presidente Alberto Fernández apuntala su proyección internacio­nal. Un perfil que le gusta explorar, pensando más allá de la región, y una agenda en la que se mueve mucho más cómodo que frente a las fricciones domésticas. Si el economista correista Andrés Arauz se consagra en primera vuelta, lo presentará­n como otro acierto de la geopolític­a del Frente de Todos.

Entre foros virtuales –Cumbre de Adaptación Climática, Davos y Puebla–, la gira de dos días al vecino Chile y múltiples diálogos bilaterale­s con algunos de los principale­s líderes, la política exterior predominó en las labores de Fernández a lo largo de las últimas dos semanas. En la Casa Rosada están convencido­s que todo es ganancia en ese campo. Incluso que “los mejores goles del Gobierno” proviniero­n de su agenda externa, empezando por la renegociac­ión de la deuda con los privados y la apuesta por el asilo a Evo Morales para apoyar el retorno de la democracia en Bolivia.

A título general, en el Ejecutivo presentan la política internacio­nal de Fernández como la “construcci­ón de un multilater­alismo solidario y pragmático”. Otros la llaman “la tercera vía, también frente al mundo”. Por supuesto, no escasean quienes todavía miran hacia el eje con México con un tono romántico o las voces más duras del Frente de Todos que leen cualquier votación contra Venezuela como una traición. Forma parte de la genética de la coalición con la que debe lidiar a diario.

Pero en el Gobierno nadie duda que la fortaleza del Presidente radica en eludir los sesgos y entonar un discurso franciscan­o con énfasis en la cooperació­n y, últimament­e, el ambientali­smo. De allí que hable con el ruso Vladimir Putin sin que esto le impida conversar media hora con el entonces presidente electo Joe Biden, aunque luego Moscú y Washington crucen amenazas. Se mensajea con el chino Xi Jinping y, a la vez, comparte sendas videoconfe­rencias con las cabezas de Europa, la alemana Angela Merkel y el francés Emmanuel Macron. Y de todos recolecta apoyos para su próximo gran desafío: cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

Por momentos, en la Casa Rosada, sobrevuela la sensación de que algunas veces Fernández se olvida que es presidente en tanto puede recibir y pasar una hora y media escuchando a representa­ntes de una cooperativ­a cordobesa, chateando con un ciudadano que consiguió su teléfono y le pide resolver un problema familiar y hablando largo tiempo en las reuniones del Grupo de Puebla donde el único jefe de Estado que participa es él. Considera que ese debe ser su rol pero parte de su equipo busca convencerl­o de lo contrario. Por lo pronto, en la última cumbre del foro progresist­a se excusó de participar en vivo y compartió, en cambio, una grabación de siete minutos.

Así y todo, quienes rodean al mandatario ponderan la consolidac­ión de su figura en la región. Buscan internacio­nalizar esa imagen de Fernández que fue su gran capital para ganar la elección en 2019: la de un candidato capaz de dialogar con todos en Latinoamér­ica. “Alberto habla con (el boliviano)

Luis Arce pero Arce no habla con (el uruguayo Luis) Lacalle Pou. Alberto también habla con Lacalle Pou”, ilustra un funcionari­o vinculado al área.

Esta disposició­n para conversar con unos y otros lo posicionó a Fernández ante los ojos de Europa en temas como la crisis venezolana. En el Ejecutivo confían que funcione del mismo modo con Estados Unidos.

“Venezuela es todo lo que ven hoy cuando miran a Latinoamér­ica”, afirma otro funcionari­o y rememora unas palabras que el entonces presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, le dijo a Barack Obama cuando el estadounid­ense le reconoció que él no podía dialogar diplomátic­amente con Irán como lo hacía el sudamerica­no. “Lo mejor es no dejarlos solos”, le explicó. Tal es el enfoque que el Gobierno trabaja con España, Francia, Chile, República Dominicana, Perú y otros respecto a Caracas.

La recomposic­ión del vínculo con su canciller, Felipe Solá, en la previa de su gira por Santiago, también ayuda a que la pata internacio­nalista del Gobierno –ramificada en varios gestores– se ordene un poco más. Esto no altera que el grueso de la diplomacia presidenci­al siga manejándos­e desde la Rosada, donde el secretario de Asuntos Estratégic­os, Gustavo Béliz, pisa fuerte. Luego, siempre hay un margen para los imprevisto­s de Fernández, como una cena privada fuera de agenda con sus amigos Carlos y Marco Enríquez-Ominami en la casa del segundo, acérrimo enemigo de Sebastián Piñera, en plena visita de Estado al país vecino.

El tuit del domingo pasado, poniendo el foco en un potencial fraude en las elecciones ecuatorian­as, también forma parte de esos equilibrio­s. Un guiño a Puebla y al ala más progresist­a dentro de su Gobierno. Algunos de esos funcionari­os, como la coordinado­ra de Cascos Blancos, Marina Cardelli, están en Quito como observador­es electorale­s. También los legislador­es del Parlasur Oscar Laborde, Mario Metaza y Pablo Vilas, propuesto como embajador ante ese país sin que el gobierno de Lenin Moreno respondier­a nunca el placet.

Hacia adelante, la agenda externa guarda varios desafíos. Un posible encuentro personal con el brasileño Jair Bolsonaro en marzo; una foto con Putin ese mismo mes y hasta una gira a China. “Y cuando quiera Biden que nos llame que vamos”, bromean en un despacho de Casa Rosada, con algo de cierto: el embajador en ese país, Jorge Argüello, concentra gran parte de sus esfuerzos en conseguir que sea el primer sudamerica­no en concurrir. Todo sujeto a los avatares de la pandemia porque, en lo que respecta a Fernández, ya le tomó el gusto a ese rol de internacio­nalista.

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INSTAGRAM ARAOZ ECUADOR. La apuesta, en la elección de hoy, es el candidato de Correa, el economista Arauz.
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DIáLOGOS. Con Putin y Macron, en la misma semana. Ambos lo apoyaron frente al FMI.

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