De gorilas a setentistas
Cómo militantes activos en el golpe de ‘55, la llamada Revolución Libertadora, se convirtieron en revolucionarios apenas quince años después.
Para quienes entienden la historia en modo binario: blanco o negro, buenos o malos, estas notas pueden ser perturbadoras. Hoy voy a describir el derrotero de algunas personalidades, que en los años 50 adhirieron al antiperonismo y en los 70 fueron militantes revolucionarios, dentro del peronismo o en posiciones de izquierda.
Intento no formular juicios definitivos. Me interesa aportar a la reflexión sobre dos temas. Primero, acerca de la posibilidad que tienen las personas de modificar sus opiniones y actitudes, según cambian las circunstancias en las que les toca actuar. Y segundo, observar qué errores cometió el primer peronismo para generar la oposición de ciertos sectores, que tal vez pudo haberse evitado.
La oposición. En primer lugar, debemos mencionar el núcleo más duro de la oposición al peronismo, que fueron las familias patricias de la oligarquía ganadera, beneficiarias del modelo de país agroexportador; quienes se opusieron a la sanción del Estatuto del Peón Rural, la ley de arrendamiento agrario y otras tantas medidas que cercenaban sus históricos privilegios. Con familiares en la Iglesia, el Ejército y la Armada, invirtieron recursos en favor del golpe y sus jóvenes se enrolaron en los Comandos Civiles. Aquí encontramos apellidos como Lanusse, Menéndez Behety, Menéndez, Pueyrredón, Bullrich y Benegas Lynch, entre otros.
En segundo lugar, estaban los sectores de la naciente burguesía industrial, a quienes, aunque habían sido los grandes beneficiados por las políticas industriales del peronismo, les molestaban los mayores derechos de los trabajadores y el poder de los sindicatos.
Entre los sectores sociales, a la cola de la oligarquía ganadera y la burguesía industrial venia la clase media que, aunque no tuviese vacas ni fábricas, culturalmente estaba identificada con las clases altas.
Luego tenemos los partidos: el radicalismo “antipersonalista”, los conservadores, los demócratas progresistas, el socialismo democrático, el Partido Comunista y otras corrientes de izquierda.
El gran eje opositor fue el activismo universitario nucleado en la Federación Universitaria Argentina (FUA). El peronismo decretó la gratuidad de la educación superior, que permitió pasar de 51 mil estudiantes universitarios en 1949 a 153 mil en 1955. Sin embargo, los estudiantes de los grandes centros urbanos, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, fueron desde el inicio sus mayores opositores. La clase media universitaria, intelectuales y artistas: la elite cultural, desde Jorge Luis Borges hasta Julio Cortázar, todos estaban decididamente en contra de lo que llamaban “el régimen peronista”.