Ajedrez fatal
La serie despertó interés en el público por el ajedrez y originó numerosas consultas a entidades de ajedrecistas y el aumento en las ventas de ese juego tan apropiado para sobrellevar la cuarentena. Una repercusión similar tuvo el ajedrez en Nueva York cuando se estrenó en 1988 la obra con música de Benny Andersson y Bjorn Ulvaeus (del grupo Abba) y letras de Ulvaeus y Tim Rice. En esta comedia musical dos ajedrecistas profesionales (uno ruso y otro norteamericano) participan de un torneo durante la Guerra Fría y se disputan a la mujer que es representante de uno de ellos y se enamora del otro. Aunque, según los autores, los personajes de la obra nada tenían que ver con personas reales, algunos creyeron que el personaje del norteamericano Freddie Trumper estaba inspirado en el famoso ajedrecista Bobby Fischer y que algunos momentos de la trama podrían haber sido tomados de las carreras de Viktor Korchnoi y Anatoly Karpov. La obra aludía a los movimientos de los jefes de estado durante el período de la Guerra Fría, comparables a la estrategia de los jugadores de ajedrez para mover las piezas, y aprovechaba la rivalidad que existió siempre entre la Unión Soviética y los Estados Unidos cuando sus mejores ajedrecistas se inscribían en un campeonato.
Las partidas de ajedrez también fueron el atractivo de algunas películas.
incluye una inolvidable escena en la que la investigadora que compone
Faye Dunaway juega contra el millonario Steve
McQueen en su residencia, con piezas negras de ébano y blancas de marfil y ella le gana la partida. El suspenso en las pausas está marcado por la exquisita música de Michel Legrand. La escena concluye con un largo beso, de modo que ninguno de los jugadores sale realmente derrotado.
La partida de ajedrez más impresionante ocurre en la película
de Ingmar Bergman, de 1957, en la que los jugadores son un caballero que vuelve de las Cruzadas (encarnado por Max Von Sidow) y la Muerte, personificada por Beng Ekerot. En un momento el caballero es abordado por la Muerte, que le anuncia que le llegó la hora de morir. El caballero la desafía a participar en un partido de ajedrez en el que se juega la vida, y mientras tanto surgen sus dudas sobre el sentido de la vida y la existencia de Dios, y la confusión ante el mundo que lo rodea. El juego de ajedrez que aparece en la película fue vendidos en 2009 por los herederos de Ingmar Bergman por una suma equivalente a 145.000 dólares.