Perfil Cordoba

El chico resplandec­iente

- LAURA ISOLA

En 1981 Rene Ricard trabajaba como crítico de arte en la revista y fue el responsabl­e de que el siglo XX no se perdiera a Jean Michel Basquiat. Escribió un artículo sobre el pintor, “The Radiant Child”, después de haber visto un cuadro suyo en un loft en Nueva York en el que había pasado la noche de fiesta. Preguntó por su autor, lo buscó y lo encontró.

Hijo de un haitiano y una puertorriq­ueña, Basquiat realizó dos movidas muy importante­s respecto del arte de fines de los años 70. Por un lado, hacer ingresar la cultura urbana a partir del graffitti, y por el otro ser el primer artista negro que participó en las ligas mayores del arte internacio­nal. Para lo primero junto a Al Díaz comenzaron a firmar SAMO (Same Old Shit/La misma mierda de siempre) las pintadas callejeras.

Para lo segundo vinculó sus imágenes con la de los músicos de jazz que amaba, Miles Davis, Charlie Parker, ya que pensaba que “con el arte decoramos el espacio y con la música decoramos el tiempo”. También, reconfigur­ó la figura del cuerpo humano, desarmándo­la y volviendo a armar. De 1984 es un retrato sobre papel que sí se conserva. En este dibujo, Ricard sentado en una silla, tiene cuatro manos, gesticulan­do y fumando, además de cuatro cabezas. Ricard, por su parte, escribirá un segundo texto sobre Basquiat para el catálogo de su retrospect­iva organizada por Richard Marshall en el Whitney Museum de Nueva York en 1992.

A partir de Ricard, aunque en la vida de Basquiat hubo otras personas importante­s como Andy Warhol y Madonna, la carrera del pintor que había nacido en 1960 en Brooklyn tomó un impulso definitivo que siguió, sobre todo, después de su muerte a los 27 años por sobredosis de heroína.

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