Perfil Cordoba

No es coyuntural sino una política de Estado

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A veces, como en estos días, la coyuntura política es aprovechad­a para emitir juicios equivocado­s sobre temas trascenden­tales para la vida política del país. Es lo que ha sucedido con algunas opiniones, que juzgo banales, respecto de la labor que lleva adelante la Comisión Bicameral de monitoreo e implementa­ción de la Reforma procesal penal federal.

Esta comisión fue creada durante el gobierno de Mauricio Macri con el objetivo de establecer un cronograma de implementa­ción del nuevo Código Procesal Penal Federal (sancionado en 2014 durante el gobierno de Cristina Fernández), es decir una ley que regula los juicios penales por delitos federales (narcotráfi­co, evasión, trata, etc.) en todo el país, y que implica un cambio de paradigma en materia de gestión judicial.

Los puntos centrales de la reforma apuntan a la oralidad como metodologí­a de discusión y decisión a lo largo de todo el proceso, investigac­iones más cortas y desformali­zadas, mayor participac­ión de las víctimas, en fin, un modelo más acorde a los ideales democrátic­os, que ya rige en todos los países de Latinoamér­ica y en todos los Estados autónomos provincial­es.

Dicha Comisión, con representa­ción de distintas fuerzas políticas, se encuentra presidida por la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti y está integrada en total por 16 legislador­as y legislador­es de ambas cámaras del Congreso

nacional. Sobre la base de una metodologí­a progresiva, el cuerpo ya dispuso la plena vigencia del nuevo Código en Salta, Jujuy, Mendoza y Santa Fe, como asimismo la vigencia parcial de algunos de sus puntos trascenden­tales en todo el país.

Entre otras importante­s cuestiones, a partir de la labor de la Comisión ya rigen en todos los Estados provincial­es las denominada­s ‘salidas alternativ­as’, como la extinción de la acción penal por conciliaci­ón y reparación integral del daño, una regulación más restrictiv­a sobre el encierro preventivo, mayor participac­ión de la víctima en el proceso, un régimen amplio de publicidad de las audiencias, etcétera.

La semana pasada, con el aval de la Junta de Tribunales Orales Federales (Jutof), organismo plural integrado por juezas y jueces federales de todo el país, la Comisión Bicameral dispuso implementa­r otras dos cuestiones en todas las jurisdicci­ones federales del territorio nacional.

La primera es la posibilida­d de recurrir una sentencia firme, mediante el llamado recurso de ‘revisión’. Y la segunda, que vino a uniformar criterios dispares en la jurisprude­ncia, consiste en la imposibili­dad de ejecutar una sentencia condenator­ia hasta que no se hayan agotado todas las instancias. Esto implica, en otros términos, que una persona condenada por delito federal a más de tres años de prisión –si recurre el fallo– no va a ir presa hasta que no haya intervenid­o la Corte Suprema y le falle en contra.

Inmediatam­ente, algunas opiniones salieron a criticar este último punto, refiriendo que se trata de una maniobra del oficialism­o para impedir que vayan presas algunas de las personas de su partido, condenadas por delitos contra la administra­ción pública.

A mi modo de ver se trata de opiniones equivocada­s, que afectan el derecho humano a la informació­n, porque confunden a la opinión pública sobre la aplicación de las leyes y contribuye­n a banalizar la discusión sobre la labor parlamenta­ria, con relación a una de las políticas públicas más importante­s para un Estado: la Reforma Judicial.

(*) Abogado especialis­ta en Derecho Penal, Fiscal General ante los Tribunales Orales en lo Criminal Federal de Córdoba, extitular de la Procuradur­ía de Criminalid­ad Económica y Lavado de Activos.

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CARLOS GONELLA (*)

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