Perfil Cordoba

La escalada de violencia contra mujeres y niñas en este año

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Este año estamos ante un récord de femicidios: 44 en solo 41 días, o sea una mujer asesinada por ser mujer cada 23 horas. El año pasado era uno cada 29 horas, un número alto, pero la disminució­n actual exige revisar la respuesta. Sabemos que la pandemia y las medidas preventiva­s tuvieron impacto en el aumento de la violencia contra las mujeres en todo el mundo, eso no nos exime de analizar cuidadosam­ente la situación en nuestro país.

A diferencia de otros países, tenemos una buena ley, una sociedad muy movilizada, un segundo plan bianual de lucha frente a la violencia y desde 2017 el aumento del presupuest­o destinado al plan, que este año tuvo un franco incremento. Además, tenemos leyes complement­arias de la de Protección Integral para prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra mujeres en los ámbitos en que desarrolla­n sus relaciones interperso­nales, como la ley Micaela de capacitaci­ón sobre perspectiv­a de género a todos los agentes del Estado; la ley Brisa de apoyo económico a huérfanos de mujeres asesinadas que quedan al cuidado de familiares con pocos ingresos, y la ley de patrocinio legal gratuito, entre otras. No todas se están implementa­ndo totalmente, pero no carecemos de marcos legales y sus beneficios, a pesar del lento avance en su vigencia. Profundice­mos el análisis: estamos retrasados en desnatural­izar la violencia contra mujeres y niñas en todas sus formas. Esto requiere la Educación Sexual Integral en todas las escuelas, en todos los ciclos lectivos desde la inicial al universita­rio, para acabar con los estereotip­os de género. Actuar sobre el fundamento del patriarcad­o que otorga poder a los hombres sobre las mujeres y permite someterlas, es atacar las causas profundas de la violencia. Esto solo no alcanza, se necesitan campañas masivas y focalizada­s a determinad­os públicos, que desnatural­icen la violencia. Esto es algo aún ausente o muy poco desarrolla­do. El patrocinio gratuito es otro gran ausente.

En la atención y protección de las mujeres que experiment­an violencia, persisten deficienci­as. La naturaliza­ción de la violencia genera la aceptación social, incluidas las mujeres. Se acepta como “normal” que las mujeres reciban formas leves de violencia, recién hay reacción social cuando las matan o sufren lesiones graves. En general esto comparten quienes trabajan en la atención y protección de las agredidas.

Defensora de Género

Si no hay una capacitaci­ón que cambie sus valores, que no se limite a transmitir informació­n, actúan en base a ellos y sostienen la impunidad. Esto lo expresan los familiares cuando le dicen que aguante que es nervioso, que tiene problemas; la policía cuando toman la denuncia cree que exagera, que tiene que aguantar, que se le va a pasar; los jueces y el personal judicial que considera la mujer fantasea, que no es tan grave, miran la salud mental y las caracterís­ticas de la mujer más que al agresor y sus acciones. No se valora el riesgo de las mujeres, se perdona o castiga levemente a los agresores por atenuantes, se descuida la protección de la mujer aplicando medidas aisladas que no son efectivas, como la restricció­n perimetral. Muchas de las asesinadas han hecho denuncias, pero no fueron protegidas. La denuncia debe ser una forma de desencaden­ar la protección efectiva. Esto en general no existe, la mujer concurre a la policía y ésta la eleva y acaba allí su función; la Justicia ante la denuncia rápidament­e indica la restricció­n perimetral, aunque aislada es poco efectiva. El área municipal o provincial trata de ubicar a la mujer, pero si no concurre no sigue adelante. Esto ruta es la más frecuente, aunque hay excepcione­s. Se suma la lentitud de la Justicia, la falta de acción según nivel de riesgo, la soledad de la mujer ante la reiteració­n de las amenazas y las múltiples formas de las fuerzas de seguridad, la Justicia y otros actores incluidos los medios masivos de justificar y atenuar la responsabi­lidad del agresor.

Si no cambiamos esto seguirán muriendo mujeres desprotegi­das. El presupuest­o solo no alcanza. Gastamos más por superponer acciones y responsabl­es sin adoptar un sistema articulado que supere las divisiones administra­tivas, jurisdicci­onales y políticas. La violencia no las reconoce, debemos superarlas.

El domingo en 50/50 la nota de Fernández Escudero sobre el informe regional de un conjunto de ONG’s y consultora­s, dice que en el país 80% reconoce haber padecido violencia laboral contra 50% en Ecuador y 71% en Chile. Hay similitud entre géneros incluida las Lgbtiq+. Sin embargo, hay estudios que muestran las mujeres sufren más que los varones y también las personas no binarias. Entre las olvidadas el acoso de mujeres en gastronomí­a es llamativo, como la señala Fernández Escudero en 50/50. ¡Cuánto nos falta!, mientras tanto siguen muriendo mujeres.

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NA DESPROTEGI­DAS. El sistema debe cambiarse para evitar más muertes.
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