Paradoja amo y esclavo: Cristina y Alberto
sea un pusilánime ejecutor del mandato de su vicepresidenta, pero sorprende que desde la oposición se compre acríticamente el discurso de los medios más críticos que presentan a una Cristina Kirchner gigante y un Alberto Fernández enano, en parte también porque esa dramatización genera una trama de novela que atrae público.
También llama la atención que dentro de la propia coalición gobernante, del kirchneEl rismo al massismo, asuman sin sospechar la versión de un Alberto Fernández que rechaza la creación del albertismo para competir por el poder. Cuando faltan siete meses para las elecciones de octubre ya se comienza a leer en artículos periodísticos conversaciones con Alberto Fernández donde se especula con su reelección. Un ejemplo es la nota de Román Lejtman en
este miércoles que comenzó diciendo: “Las cuentas electorales de Alberto Fernández son fáciles de explicar: para ganar los comicios de octubre, y soñar con la reelección en 2023, necesita recuperar el voto blando que apoyó al Frente de Todos desilusionado con Mauricio Macri. Y el Presidente cree que ese porcentaje del padrón –18%– puede regresar en un número importante si funciona la vacunación contra el covid-19, suben los salarios y las jubilaciones, y acuerda una paz política con los sectores más dinámicos de la economía que estuvieron bajo fuego durante los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner”. Luego la nota continúa con textuales de Alberto Fernández.
Después de 12 años de presidentes frontales y con visiones estrictas, como Cristina Kirchner y Mauricio Macri, pareciera que los medios y los políticos se desacostumbraron a presidentes que dicen una cosa por otra y avanzan en zigzag. No hay peor pecado para un estratega que subestimar al adversario y no hay mejor estrategia que pasar desapercibido para los rivales volando bajo su radar.
Tener que contradecirse para conformar a unos y otros o colocarse en la posición de quien recibe “las cachetadas” de una aliada para disimular las ambiciones de poder no es el mejor papel al que aspiraría a representar quien tuviera otras opciones. Sin dudas, Alberto Fernández es un presidente con un poder político limitado en comparación con Macri o los Kirchner, pero que no surja una mirada crítica a las simplificaciones “Cristina: ama, Alberto: esclavo” es un síntoma de la oposición y los medios más críticos.
Probablemente ambos sigan los deseos de una audiencia que prefiere ver esa realidad y al Gobierno como un conjunto de inútiles que terminará mal. En los medios es más entendible porque el papel de contrapoder del periodismo justifica un sesgo negativo, más allá de los diferentes estilos y la mayor o menor elegancia con la que cada uno ejerza su profesión. Pero que la oposición y quienes tengan aspiraciones presidenciales en 2023 dentro del Frente de Todos asuman sin prevención un Alberto Fernández enclenque y absolutamente inconsistente puede ser un error tan costoso como no haber previsto en 2019 que el peronismo y el kirchnerismo podían unirse en una sola fórmula presidencial para derrotar a Macri en primera vuelta.