Lenguaje de colores
En 1925, Xul Solar anticipó lo que iba a ser su búqueda de toda la vida: “Estas filigranas que son grafías volando se enfilan en textos buscando nuevos sentidos y variantes. Quiero entenderlas y no sé: son como letras distintas muy enlazadas casi como las nuestras, más complicadas, más no lo puedo leer ni oler”. Las entiende, si tal cosa fuera posible, en los años 50: cuando crea las “grafías plastiútiles pensiformas” se ejecuta este plan en que combina el lenguaje verbal y visual con unas reglas que no eran ortográficas ni sintácticas sino morales.
Con el aprendizaje de estas “pensiformas” deseaba llegar a una instancia espiritual superior: “Recreador, no inventor, campeón mundial de panajedrez y otros serios juegos que casi nadie juega; padre de una panlengua, que quiere ser perfecta y casi nadie habla, y padrino de otra lengua vulgar sin vulgo; autor de grafías plastiútiles que casi nadie lee; exegeta de doce (+ una total) religiones y filosofías que casi nadie escucha”.
Ya había creado el neocriollo e iba tras la panlengua, cuando en el Delta desarrolló estas formas de pensamiento al entrenar y disciplinar la mente por medio de la composición de esos “textos plásticos”.
¿Es posible escribir con colores? ¿Existe alguna forma de alfabeto cuyos signos no sean letras? ¿Podrá configurarse, en cambio, una sucesión de tonos en diferentes formatos, una gama que se extienda en la superficie del papel modelando figuras? ¿Veremos en las grafías de ese abecedario fantástico las imágenes de estos símbolos, su hechura y su armazón, mientras realizan un nuevo vínculo con los referentes?
Con Xul Solar podemos contestar a todo que sí.