Alumnos en burbujas
El marco adoptado para tratar de evitar los contagios del covid-19 en las escuelas a partir de comenzadas las clases presenciales es hacer que los alumnos mantengan una distancia adecuada durante las clases dentro de un sistema llamado “de aulas burbuja”.
Acaso las clases burbuja pueden resultar novedosas. Sin embargo, en 1976 tuvimos oportunidad de ver la aplicación de ese sistema en una escuela secundaria de los Estados Unidos en la película dirigida por Randal Kleiser,
La historia narrada en esa película es la de un matrimonio en el que la mujer sufrió varios abortos espontáneos y dio a luz a un hijo que murió como consecuencia de su inmunodeficiencia, y que cuando procrean un nuevo hijo descubren que ha nacido también con un sistema inmunitario que no lo protege de las enfermedades. La solución que les propone el médico, y que los padres aceptan, es mantener al niño lo que le quede de vida dentro de una cámara transparente aislada del exterior dentro de la cual recibe aire puro a través de un sistema de ventilación y donde el pequeño ingiere alimentos y se va criando sin tener contacto con ninguna clase de gérmenes. A medida que el niño va creciendo, la “burbuja de plástico” se va ampliando hasta el tamaño de una habitación y el hijo ya adolescente (John Travolta) puede desde allí desarrollar actividades como leer libros, mirar televisión o escuchar música. Los pocos contactos
(acrílico de por medio) que tiene, además de sus padres y su médico, son los vecinos que suelen visitarlo una vez por año en el día de sus cumpleaños.
Dentro de ese contexto, el joven recibe lecciones desde una escuela secundaria en su burbuja a través de un circuito cerrado de televisión, pero un día manifiesta su deseo de asistir a las clases presenciales, y con ese propósito lo llevan a la escuela dentro de una camioneta, y sale de allí para ingresar al aula con una vestimenta totalmente aislada muy similar a la que usan los astronautas en sus viajes espaciales.
El resto de los alumnos, a pesar de que ven a su compañero como un fenómeno sobrenatural, intentan ser amables. El mensaje de la película, que está basada en los casos reales de David Vetter, que murió de esa misma enfermedad a los 12 años, y de Ted DeVita, que sufrió de anemia aplástica y tuvo que aislarse en una habitación estéril durante los últimos ocho años de su vida, es que el público aprecie los esfuerzos que hacen los médicos y los familiares de la víctima de una enfermedad incurable para lograr que pueda sobrellevarla, y que el resto de los seres humanos sean más comprensivos.