Vampira en Buenos Aires
La sed
Un túnel del tiempo, dos mujeres y una ciudad, el vampirismo como remedo de eternidad y ticket viajero. En
Marina Yuszczuk obtiene una coloratura única mezclando líquidos diversos: la crónica histórica, la literatura gótica, la novela familiar. Una vampira europea emigrada a la Buenos Aires colonial consume la sangre de aquellos incipientes porteños. Entre soldados, estudiantes, lavanderas y vendedores, la vampira narra con dejo objetivista el nacimiento de una urbe del nuevo mundo: “Por las noches la ciudad era silenciosa, aunque no faltaban los gritos, la música de un baile o el traqueteo de un carro que cruzaba las calles desparejas con sus ruedas enormes”. Además de alimentarse de la sangre de sus víctimas, la vampira parece también predispuesta a apropiarse del alma de Buenos Aires. Los beneficios de la inmortalidad le permiten a la vampira ser testigo de los años rosistas o la fiebre amarilla, que dejó un tendal de muertos: “Así llegó el vómito negro, la fiebre amarilla, menos