Los electores deciden ahora lo que quieren en forma cada vez más independiente
la más adecuada para competir en una provincia tan conflictiva.
Nuevamente, el mérito del triunfo fue de una candidata que estaba preparada intelectualmente para afrontar una campaña moderna, tenía inteligencia, capacidad de trabajo, verdadero deseo de servir a los bonaerenses.
La estrategia planteó la imagen de una madre leona, ante todo mujer, madre.
La objeción de género a su candidatura se convirtió en elemento de diferenciación con los gobernadores de siempre, que habían sido hombres.
Pero María Eugenia, además de mujer era una leona capaz de luchar con ferocidad en contra de los enemigos de los bonaerenses: la pobreza, la inseguridad, la droga.
El machismo que prevalece en los medios hizo que varios dijeran que una mujer no podía ganar las elecciones por sus méritos y que el triunfo se debió a que Aníbal Fernández fue un pésimo candidato.
Eso no es verdad. Aníbal venció en las internas a un buen rival, Julián Domínguez, es uno de los cuadros más inteligentes del kirchnerismo y publicó un libro interesante.
Quienes creen que las mujeres solo ganan cuando el hombre que las enfrenta es un desastre, deberían poner sus barbas en remojo. Casi nadie pronosticó el triunfo de María Eugenia y el argumento machista del desastre de Fernández se inventó
Brasil, Ecuador y Perú. La mención a María Eugenia trae a nuestra memoria otra campaña: la de Marina Silva para la presidencia de Brasil en 2010. Las similitudes tienen que ver con que ambas son líderes inteligentes y preparadas. Algunas mujeres, cuando entran en la política pierden su femineidad, presionadas por la política machista. Marina Eugenia y Marina no cayeron en esa trampa. Marina hizo una campaña excepcional, que le llevó a conseguir el 20% de los votos y le proyectó para el futuro. Fue un caso semejante al de Francisco de Narváez: después del éxito dejó de lado la estrategia, politizó su discurso en términos tradicionales. Perdió un capital que la pudo haber llevado a la presidencia de Brasil.
Podríamos citar bastantes casos más. Tal vez el que se hizo más conocido en estos días, fue la segunda vuelta de Guillermo Lasso que le llevó a la presidencia de Ecuador, que rompió todos los pronósticos. Lasso es inteligente, preparado, tuvo una estrategia sofisticada y repitió todo el tiempo a su equipo que lo único importante era disciplinarse con la estrategia.
La estrategia no lo es todo. Actualmente hay una reacción primitiva frente al avance de la ciencia que a veces se expresa en el protagonismo de personajes como Pedro Castillo, que quiere llevar al Perú a la sociedad preindustrial: no a la minería, no al petróleo, no a la iniciativa privada, no a los convenios internacionales de cooperación.
Falta poco para que prohíba la electricidad. Al expresar el resentimiento de muchos peruanos que no están conformes con el establishment actual, no necesita estrategia, le basta expresar de manera salvaje el resentimiento.
El combate a la meritocracia, el pobrismo, el culto a la derrota y el pesimismo están en la base de ese pensamiento que existe en todo el continente.
La única posibilidad de enfrentarlo es la preparación intelectual, la imaginación, los estudios, la estrategia.