El triunfo del ukelele
Muchos nos enteramos a partir de los casos de Amado Boudou y Juan Pablo Schiavi, de la posibilidad de reducir el período de reclusión si los condenados se anotan en cursos que les posibiliten tener una salida laboral cuando queden en libertad. Lo más llamativo fue que el ex secretario de Transporte escogiera un curso de ukelele, un instrumento hawaiano tan fuera de moda y ajeno al tango o al folclore local.
Este pequeño instrumento similar a una pequeña guitarra de cuatro cuerdas fue introducido en Hawái en la década de 1880 por inmigrantes portugueses y se popularizó en los Estados Unidos en 1915 a partir de una Exposición en San Francisco. Desde entonces, hubo varios artistas que lo tocaron en shows o películas.
Frank Crumit fue el que introdujo el instrumento en Broadway en 1918 al protagonizar el show en el teatro Casino. Cliff Edwards (quien fuera la voz de Jimmy Cricket en el film de Walt Disney) era un eximio ejecutante y se lo puede oír al principio del film
con Joan Crawford. Su último disco, de 1978, fue que era su apodo.
Más cerca en el tiempo podemos recordar a Jason Robards (ganador del Tony, Emmy y dos Oscar) tocando con el ukelele
en y a Steve Martin en cuando hace un dúo con Bernadette Peters, ella en trompeta y él en ukelele, y ambos cantando
Peter
Sellers también tocaba el ukelele, pero no lo hizo en el cine.
No podemos olvidar a Elvis Presley, quien en la película
se acompañaba en el ukelele entre dos bailarinas nativas y allí a los 26 años apareció por primera vez en una malla blanca tan ajustada que traslucía sus encantos. A Bette Midler (nativa de Honolulu) también se la vio tocando el ukelele en sus shows. Hubo también varios artistas millonarios que se fotografiaron con un ukelele. Entre ellos podemos citar a Greta Garbo, Bob Hope y Bing Crosby.
La imagen del cine más recordada fue la de Marilyn Monroe en el interior de un tren en viaje a Miami tocando el ukelele con una orquesta de siete señoritas y dos travestis el tema en la comedia
Acaso, la fantasía de Schiavi haciendo ese curso habrá sido, para celebrar el final de su condena, tratar de emular esa escena mostrando sus habilidades con el ukelele con una orquesta similar (y de paso cumpliendo con lo recomendado en la ley de cupo) en un viaje de Moreno a Once. Uno nunca sabe y en la Argentina todo es posible.