Perfil Cordoba

Un gobierno con mucha improvisac­ión y que no reconoce errores

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El comienzo de la pandemia fue un momento de enorme empoderami­ento social frente a lo desconocid­o, cuando el país acompañó y apoyó al gobierno y estábamos todos. Pero esto no duró mucho tiempo.

Al empoderami­ento social, en vez de convertirl­o en energía colectiva frente a lo desconocid­o, el Gobierno lo convirtió en un capital político. Se perdió una oportunida­d donde estábamos todos, el Presidente se equivocó con el famoso apotema salud o economía, y terminamos mal con la salud y mal con la economía.

En vez de hacer una transición serena para ir saliendo de la cuarentena, el Gobierno pensó que iba a construir, gracias a ella, un proyecto político. Entonces empezó a incorporar un menú enorme de tensión política, económica y social que agravó la salud y destrozó la economía de los argentinos.

El saltar de la cola en la campaña de vacunación fue una bofetada moral y, más allá de sacar a un ministro, tendría que haber pedido disculpas a los argentinos. También es imperdonab­le el haberse enceguecid­o y meter a la educación en la lucha de la pandemia. Hubo un momento cuando las madres que llevaban a sus hijos a las escuelas en la Caba eran los vectores de la muerte y por otro lado eran vectores de la vida, de acuerdo al color político.

Estaba demostrado que en las escuelas los contagios eran menores y terminó todo en la Corte Suprema y cuando estuvo el fallo a favor de la ciudad de Buenos Aires, sacaron un nuevo DNU para ratificar su postura. La presencial­idad en los colegios y el problema de la educación, se convirtier­on en una batalla que no se vio en ninguna parte, estuvimos siete meses sin clases, con los problemas que tiene la Argentina.

A esto se suman anuncios fallidos de vacunas que tardaron en llegar y que no terminan de llegar como es el caso de la segunda dosis de la Sputnik V.

Estamos frente a un gobierno con mucha improvisac­ión, desorienta­do, un gobierno terco, que hubiese evitado muchos problemas si hubiese reconocido sus errores.

En el último tiempo, lo que no puede gestionar lo prohíbe. Desde los runners, los contratos de las vacunas, los colegios cerrados, ahora con los varados. Todo es tensión.

Todos somos consciente­s de que la emergencia sanitaria exige responsabi­lidad ciudadana, pero no le da al Gobierno ni discrecion­alidad ni poderes absolutos como en su momento le pidieron al parlamento.

El recrudecim­iento de la pandemia por la segunda ola y las medidas de restricció­n que se aplican en estos momentos nos encuentran, como desde el primer día, con vocación de colaborar con la sociedad. Pero el Presidente debe abstenerse en este momento tan delicado de trasladar culpas a terceros y asumir sus responsabi­lidades.

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TEXTUAL. “El saltar de la cola en la campaña de vacunación fue una bofetada moral”.
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