Perfil Cordoba

“El salto que tiene que dar la Argentina es exportar propiedad intelectua­l y licencias”

El Gobierno apuesta a pasar en la industria del software de 120 mil empleos a medio millón en 2030. Biotecnolo­gía y satélites, las otras áreas donde el país tiene potencial.

- LEANDRO DARIO

La economía del conocimien­to crece vertiginos­amente y agrega valor a las exportacio­nes argentinas. La industria del software emplea actualment­e a 120 mil personas, y el Gobierno planea expandir esa cifra al medio millón de trabajador­es para 2030. “El salto que tiene que dar la Argentina es exportar propiedad intelectua­l”, asegura María Apólito, subsecreta­ria de Economía del Conocimien­to, en diálogo con PERFIL.

—¿En qué áreas de la economía del conocimien­to tiene más potenciali­dad la Argentina para competir con el mundo?

—En el software tenemos muchísimo potencial. Somos el primer exportador de software de América Latina, producto de una ley que duró 15 años, de 2004 a 2019, y puso al sector en una situación de ventaja respecto a otras áreas de la economía del conocimien­to que será necesario consolidar y apoyar. Otra área en la que me parece que tenemos muchas posibilida­des es la biotecnolo­gía. La Argentina tiene mucho potencial en los tres principale­s campos en los que se aplica la biotecnolo­gía: la salud, la sanidad animal y el agro. En la industria satelital, hoy también somos muy competitiv­os porque manejamos casi toda la cadena de valor, lo único que nos falta es la parte de lanzadores, pero en lo que tiene que ver con satélites, desde el diseño hasta la fabricació­n de componente­s, el ensamblado y el armado, tenemos una muy consolidad­a cadena productiva. El condimento común a estas tres áreas es que ha habido políticas de Estado sostenidas. Cuando las cosas se hacen bien más allá del color político y del cambio de gobierno, se logra que la Argentina tenga capacidade­s comparativ­as relevantes. Tuvimos un plan satelital importante que duró muchas décadas, una Ley de Biotecnolo­gía que arrancó en 2007 y una Ley de Software que surgió en 2004.

—¿Son los recursos humanos el principal activo que tiene la Argentina para crear empresas del conocimien­to?

—Sí, son fundamenta­les los recursos humanos actuales y potenciale­s. Tenemos un sistema universita­rio de excelencia público y gratuito que es generador siempre de muy buen capital humano. Tenemos infraestru­ctura de calidad, prácticame­nte el 80% del territorio argentino tiene conectivid­ad. Para las empresas que exportan servicios basados en el conocimien­to también es un diferencia­l la zona horaria favorable para poder hacer trabajos con los países que demandan estos servicios. Y tenemos un sistema de ciencia y tecnología consolidad­o. Es importante no exportar horas de trabajo o de desarrollo o una consultorí­a, sino también exportar propiedad intelectua­l, licencias. El salto que tenemos que dar es que no exportemos más trabajo para una empresa del exterior y que después tengamos que comprar una licencia de un software que tiene conocimien­to argentino, que, además, fue sostenido por el Estado durante años mediante la educación pública y algunos subsidios al sistema de ciencia y tecnología. Lo mismo nos puede pasar con medicament­os y vacunas.

—En la Argentina la pobreza trepa al 42%. Seis de cada diez niños son pobres. En los últimos tres años hubo recesión económica y la crisis social fue acentuada por la pandemia. Eso tendrá un impacto en la educación. Esos recursos humanos, ese talento del que se nutre la economía del conocimien­to, ¿peligran de acá al futuro?

—No creo que estén en peligro, pero sí tenemos que hacer algo urgente. Al Ministerio de Desarrollo Productivo le preocupa muchísimo que la Argentina salga de esta situación con más trabajo y para eso necesitamo­s más producción. Frente a eso, hay estrategia­s que tienen que ver con el corto plazo para resolver cuestiones urgentes de incluir a los que hoy no están en el mercado laboral, sobre todo a los más jóvenes. El año pasado lanzamos el Plan Argentina Programa, que es gratuito, para que todos tengan la posibilida­d de aprender a programar en los lenguajes básicos que demanda hoy la industria del software. Decíamos que había 10 mil puestos sin cubrir. En estos momentos hay ya 7 mil personas que hicieron el curso de nivelación y estamos lanzando la semana que viene la primera cohorte de los que van a hacer los lenguajes de programaci­ón. Se inscribier­on 166 mil personas el año pasado en cuatro días hábiles. Si pudiéramos lograr que los jóvenes que hoy no tienen trabajo aprendan a programar, tendrían un empleo de calidad. En una empresa de estas caracterís­ticas la remuneraci­ón inicial es en promedio tres sueldos y medios del salario mínimo. Sería algo realmente revolucion­ario, porque también motivaría a otros pibes o pibas del barrio al ver que su amigo está ganando dinero sin meterse en cosas raras, o sin esperar un plan. Tenemos la posibilida­d de sacarlo de esa situación y además de brindar los recursos que necesita la industria para seguir creciendo.

—¿Qué es lo que le falta a la Argentina para tener más empresas: financiami­ento, mercado de capitales más profundo, regulacion­es para crear nuevas industrias?

—Hoy tenemos 464 empresas inscriptas con el trámite finalizado para que sean evaluadas si se pueden incorporar al Régimen revisando los requisitos que exige la ley. De ellas, un poco más de la mitad venían de la Ley de Software. Nuevas reales tenemos unas 280 empresas de biotecnolo­gía, de Industria 4.0, de industria satelital, de producción audiovisua­l, de servicios profesiona­les, de servicios geológicos y de servicios de investigac­ión y desarrollo. El Régimen es atractivo porque en poco tiempo les vamos a dar beneficios con una estabilida­d de diez años. Una vez que estabilice­mos la macroecono­mía, el dólar, la deuda externa y demás, el contexto para que la Argentina atraiga inversione­s será importante. Tenemos hoy un buen esquema de incentivos fiscales, tipo de cambio y recursos humanos que está dando sus frutos: muchas empresas anunciaron inversione­s y han tomado gente en provincias que también es una de nuestras grandes metas, que la economía del conocimien­to se federalice.

—La prohibició­n de la salmonicul­tura en Tierra del Fuego generó un fuerte debate. Mencionast­e en redes que la empresa biotecnoló­gica argentina Tecnovax solucionó problemas sanitarios que tuvo la acuicultur­a chilena. ¿Cómo lo hizo?

—Es una empresa que realiza productos biotecnoló­gicos para la sanidad animal en general. No sé si primero desarrolla­ron antibiótic­os y luego terminaron en vacunas. El primer tratamient­o fue contra el virus ISA, que era un virus que tuvo Chile en esa época. Y después siguieron haciendo distintos tipos de formulacio­nes biológicas para otros virus que fueron apareciend­o. Le exportan a Noruega, a Dinamarca y a otros países que tienen a la acuicultur­a como un esquema productivo. La preocupaci­ón del ministro Matías Kulfas es que, en lugar de prohibir, se piense en una producción donde el ambiente se respete para tener una economía diversific­ada.

—El mercado global está moviéndose en dirección a que las empresas incorporen más tecnología­s y estándares de producción que protejan el medioambie­nte. ¿Por qué todavía hay una tensión entre desarrollo y ambientali­smo en la Argentina?

—Nos debemos haber tenido por años el mismo modelo de desarrollo. Nos falta este debate donde encontremo­s un punto de equilibrio entre lograr un modelo industrial económicam­ente válido para nuestro país y que respete las cuestiones medioambie­ntales. Este ministerio está trabajando en la ley de electromov­ilidad, en sacar algunas líneas para favorecer la transición energética, en el hidrógeno verde. Hay una línea de pensamient­o que va hacia eso.

“Tenemos universida­des de excelencia que generan muy buen capital humano.”

“Hay un buen esquema de incentivos fiscales, tipo de cambio y recursos humanos.”

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MINISTERIO DE DESARROLLO PRODUCTIVO INSTRUMENT­O. Apólito destacó los beneficios de la Ley de la Economía del Conocimien­to.
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