Una rosa para todos
La conclusión de la ceremonia celebrada el 27 de junio en el CCK en homenaje a los muertos por el covid-19, con el depósito de una rosa blanca por parte del presidente de la nación y de varios de sus colaboradores, me recordó al título de la comedia italiana Una
rosa para todos, de Franco Rossi, estrenada en 1966, en la que Claudia Cardinale personifica a una enfermera en Río de Janeiro, a quien un médico le recomienda cambiar su modo de vida.
Uno podría preguntarse si solamente ofrecer una rosa alcanza para expiar la culpa y la responsabilidad por algún error que una persona puede haber cometido y que haya causado, sin proponérselo, consecuencias trágicas. Este dilema fue tratado por el cine, el teatro, la música y la poesía.
En Rosas blancas para mi hermana negra, dirigida por Abel Salazar en 1970, Libertad Lamarque componía a una dama que cuestionaba la relación de su hija con un médico mulato. Las vueltas de la vida hacen que esa hija sea salvada de la muerte por el trasplante del corazón donado por una negra, y eso finalmente cambia su postura racista y la lleva a depositar un ramo de rosas blancas en la tumba de la negra que hizo esa donación.
El tema eran las rosas, la obra de Frank D. Gilroy que ganó el premio Pulitzer en 1964 planteaba la actitud de un soldado que volvía de la Segunda Guerra y, para tratar de recomponer la relación entre sus progenitores, le entregaba un ramo de rosas a su madre en representación de su padre pero las flores no lograban aliviar la tensión en ese matrimonio.
El poeta cubano José Martí recomendaba cultivar rosas blancas para ofrecérselas tanto al amigo sincero como a aquel que nos ha hecho daño.
La música popular está plagada de rosas. Brasil aportó la canción Das Rosas, de Dorival Caymmi, una mezcla de samba y vals que destacaba a esa flor como la más apreciada. Vinicius de Moraes escribió la letra de Samba
da rosa, donde hacía notar que las rosas nos acompañan en diversas circunstancias de la vida, y A rosa desfolhada, en la que una rosa deshojada simbolizaba el recuerdo de un amor perdido. Los norteamericanos hicieron su contribución con Red Roses for a Blue Lady, cuya letra se refería a la posibilidad de ahuyentar la tristeza de una dama con un ramo de rosas rojas, y Todo se transforma en rosas, con letra de Stephen Sondheim y música de Jule Styne, para el tema más recordado del musical Gypsy. En Francia, Berthe Sylva popularizó Les roses blanches y Gilbert Becaud compuso Lo importante es la rosa.
Acaso el broche de oro del acto en el CCK se haya inspirado en aquella canción nacional y popular de Leonardo Favio en la que para vivir en un estado ideal proponía: “O quizá simplemente te regale una rosa”.