Hágalo usted mismo
“La suite” es el nombre de la exposición compuesta por una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds Regional d’Art Contemporain), con curaduría de los artistas Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino, que puede visitarse en Fundación Proa. La decisión de llamarla así no está inspirada en Arnold Schoenberg, el creador del dodecafonismo.
Fueron más o menos 15 años y la ciudad de Viena lo que necesitó Arnold Schoenberg para cambiar la tonalidad con sus primeras composiciones y para luego inventar el serialismo, la técnica de composición con 12 tonos sujetos a una secuencia de fila establecida, y hacer su parte musical para que el siglo XX comenzara de una vez. Picasso le había quebrado el cuello al arte en 1907, Freud formó la Sociedad Psicoanalítica y los espectadores todavía no se reponían de los rugidos de Elektra, la ópera de Strauss con libreto de Hugo von Hofmannsthal. Un panorama muy vasto de renovación de las artes todas y que apenas se completa con James Joyce y su invención de una lengua para la literatura que vendrá.
Sin embargo, Schoenberg elige llamar Suite a su obra para piano N° 25, porque, él mismo lo explica, “Lo que hay de viejo en sus formas es simplemente su título; no tengo inconveniente en preservarlo, puesto que los músicos no estamos obligados a forjar vocablos poéticos”. Esto viene a decir que cuando hablamos de
suite podemos entendernos, al tiempo que sorprendernos con su contenido, tal y como recomienda el músico y compositor austríaco,
Por caso, La Suite es el nombre de la exposición compuesta por una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds Regional d’Art Contemporain – Fondos Regionales de Arte Contemporáneo, de Francia), con curaduría de los artistas Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino, que puede visitarse en Fundación Proa. La decisión de llamarla así no está inspirada en el creador del dodecafonismo, aunque la vanguardia histórica del siglo XX es condición de posibilidad de estas obras contemporáneas.
Para los curadores, el término tiene una versatilidad de significados: comment vient
la suite (“qué va suceder”), expresa la incertidumbre sobre el porvenir, sobre el nuevo futuro, además de “habitación” o “cuarto” en el que se alojan las obras. Sin embargo, el referido a una pieza musical, con sus movimientos breves, es bastante descriptivo por medio de metáforas de la estructura de la exhibición: proponen un conjunto de obras sonoras e instalaciones que crean múltiples narrativas, alterando los límites entre el exterior y el interior de la sala.
Esto se verifica muy al principio: en la entrada del edificio, la obra de Peter Kogler opera como desautomatizadora de la percepción. Las imágenes de la impresión digital en vinilo sobre pared en blanco y negro de líneas que forman una especie de tela de araña son una suerte de “captura” para que el espectador ingrese con una certeza horadada; con un grado de incertidumbre al (des)concierto de la muestra. Porque lo sonoro es la clave.
Desde lo más explícito, como el video de la ópera Les Indes
galantes, de Clément Cogitore, al ritmo de hip hop, y el de Monica Bonvicini, Hammering Out (an old argument), que golpe tras golpe de martillo derriba las paredes reales e imaginarias hasta los más sutiles sonidos apenas audibles del objeto instalación de Shilpa Gupta, In Our Times, solo por mencionar algunos, el guion curatorial les ha dado a las salas la forma de partitura. Una de sitio específico. Una que pone de relieve el sentido del oído y la vista por sobre el del gusto y el del olfato que, en todo caso, son los grandes perdedores en esta pandemia con nuestras bocas y narices atrapadas en barbijos y máscaras.
Además, en consonancia con el contexto, hay dos artistas argentinos, Víctor Florido y Sebastián Díaz Morales, que pertenecen a los FRAC, mientras que la mayoría de las piezas fueron “realizadas en casa”. Por medio de instrucciones y planos, el equipo de montaje de Proa fue artista y artesano para contrarrestar la inmovilidad, los traslados, la distancia. O para algo más hermoso: cumplir el sueño de la vanguardia. Ese que le quita el valor de pieza única a la obra de arte, que la pone en circulación de una manera nueva y la construye con otros materiales y otras ideas.
Una vez le escuché decir a Daniel Link que para qué pagar un seguro por La fuente, de Marcel Duchamp, si se podía comprar un mingitorio en Easy (¡así de fácil!). Esto no es una boutade simplemente sino que impacta en el corazón del arte contemporáneo, y esta exposición es un ejemplo del “hágalo usted mismo” que la vanguardia reclamaba para sí.
Por lo tanto, no extraña que Duchamp o una estela duchampiana se derrame por obras que remiten a fuente, como el tacho de basura y espuma de Michel Blazy, y a objet
trouvé o los cajones de madera de Tribuna libre, de Séverine Hubard, entre otras piezas. Entre Duchamp y Monet, podemos decir, ya que este último es la referencia inmediata para
Blink, el video de los destellos en el agua de Jennifer Douzenel que observa, tal como lo hizo el pintor con los nenúfares, el transcurrir del tiempo y de la luz sobre el agua y la contemplación que requiere la pieza de Céleste BoursierMougenot, un estaque en que las porcelanas “afinadas”, cada una con una nota, tocan su música sobre el agua.
La suite. Mirada sobre los artistas de la colección FRAC
Cuando hablamos de suite podemos entendernos, al tiempo que sorprendernos
De jueves a domingos de 12 a 19 (con reserva de turno)
Hasta octubre 2021
Fundación Proa
Av. Pedro de Mendoza 1929
Buenos Aires