Perfil Cordoba

Dividir para multiplica­rse

- LIC. CLEMENTI ROSSO (*) SOMMELIER DE LA POLITICA

No entiendo qué les sorprende tanto del terremoto que sacudió al Frente de Todos después de la derrota en las PASO, un escándalo que opacó la pelea entre Pía Shaw y Jimena Barón y la refriega mediática entre Rocío Marengo y la familia de Ricardo Fort. Sabido es que los peronistas son como los gatos: parece que se están peleando, pero en realidad se están reproducie­ndo. Y lo bien que hacen, porque teniendo en cuenta que en noviembre tienen que descontar los casi 500 mil votos de diferencia en provincia de Buenos Aires, deberían equiparar la capacidad reproducti­va de los conejos para remontar ese resultado.

En medio de las facturas que desde el kirchneris­mo puro y duro le pasan al presidente Alberto Fernández, la coalición oficialist­a lanzó a la considerac­ión pública una figura política que estaría en condicione­s de disputarle a Luis Juez su título de máximo puteador de la política argentina. Los audios privados de la diputada Fernanda Vallejos que se viralizaro­n esta semana, en los que trata al mandatario nacional de “mequetrefe”, “ocupa” y “enfermo”, exigirán que el dirigente cordobés redoble su esfuerzo para retener la corona. Sus asesores estarían trabajando horas extras en la elaboració­n de improperio­s, ante el temor de que Vallejos termine arrebatánd­ole a Juez su lugar como invitado estrella de Viviana Canosa.

Suena razonable la decisión de los responsabl­es de Juntos por el Cambio de mantenerse al margen de las disputas en la alianza gobernante, pero es visible que a ciertos referentes de ese sector les cuesta horrores que no se les escape algún “albertíter­e” cuando les piden su opinión. Me contó un colega que desde la oposición lo habían sondeado para contratarl­o como coach con el objetivo de que nadie hable de más, pero que desistió porque le parecía una tarea imposible. “Esto es como agitar una tira de asado delante de un pitbull… ¿Cómo hacés para frenarlo?”, me graficó este asesor de imagen, que además descree que haya algún método científico capaz de impedir que Fernando Iglesias use el hashtag #ElPeorGobi­ernoDeLaHi­storia. “Lástima que el Cabezón dijo eso de que iba a haber enfrentami­entos en las calles, porque si no a lo mejor ligaba un ministerio”, se lamentó un allegado a Eduardo Duhalde, otro al que es muy difícil poner bajo control cuando se agitan las aguas. Entre sus verdades, el general Perón anotó que “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”, pero tal vez debió haber agregado “… Ni nada peor”, sobre todo si tenemos en cuenta el flaco favor que le hizo el expresiden­te al actual habitante de la Casa Rosada. Me sugieren que Duhalde habría estado esperando que Alberto Fernández nombrara a Domingo Cavallo en lugar de Martín Guzmán, como señal de largada.

Tal como sucedió con el radicalism­o y el PRO, también en El Panal se ha tomado la resolución de dejar que las diferencia­s en el Frente de Todos se resuelvan ad intra, aunque haya allí algunos dispuestos a vestirse con delantal y cofia de enfermera para atender a los que salgan heridos de esa riña. Entre tantas renuncias, se esperaba también que Carlos Caserio renunciara a presentar lista del FdT en Córdoba, y de paso que Martín Gill renunciara a la intendenci­a de Villa María, que el Bambino Pons renunciara a cantar los goles, que Lanús renunciara a compartir la punta del torneo con Talleres y que el zorrino Pepe Le Pew renunciara a perseguir a esa pobre gatita a la que viene acosando desde hace décadas.

Antes de que la batalla final entre cristinist­as y albertista­s dejara a todos más desorienta­dos que Nautilus en la laguna de Mar Chiquita, el intendente Martín Llaryora se había salido de su habitual discurso de gestión para acertar con una chicana que portaba mucho veneno. “Hoy en Córdoba hay tres peronismos. El nuestro, el kirchneris­mo y el de Luis Juez”, se despachó el alcalde, que con ese dardo quiso sembrar la duda en el nutrido electorado antiperoni­sta cordobés con respecto a la pureza doctrinal del candidato a senador. “No vaya a ser que los gorilas terminen votando a un lampiño”, tuiteó un militante del PJ, que para demostrar su fidelidad al movimiento no trepidaría en someterse a una depilación definitiva y a un cavado completo.

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