Perfil Cordoba

Yo gasto, tú pagas

- TRISTáN RODRíGUEZ LOREDO

cambiario y engrosando la bola de nieve de la deuda interna. En los primeros siete meses del año, Idesa calcula que el gasto fue restrictiv­o en transferen­cias sociales (-17% con respecto al mismo período de 2020) y gasto primario (-8%) pero no con los subsidios a las tarifas, básicament­e del AMBA: +23%.

En cambio, la necesidad de mostrar otra dinámica apunta a lo más efectista: gastar más acudiendo a la base de datos más amplia con la que cuenta hoy el Estado nacional: la de la Anses. Hacia allí apuntan casi todas las medidas de la batería anunciada aún sin las precisione­s para su aplicación. Lo importante es la sensación de la plata en el bolsillo del electorado, antes que lo contante y sonante. Por ejemplo: resurrecci­ón del IFE, bono para los jubilados, ampliación del cupo de la tarjeta Alimentar, aumento del AUH, condonació­n de deudas previsiona­les e impositiva­s de organizaci­ones barriales y pequeños contribuye­ntes, entre otros anuncios, van en esta dirección. El estudio Eco Go calcula el costo de este impacto adicional en $ 556 mil millones, que representa casi 1,3% del PBI, aun cuando efectivame­nte pueda llegar a tiempo para recrear un mejor clima de cara a las elecciones del próximo 14 de noviembre.

Las principale­s críticas a este afán por gastar apuntan a su impacto en el mediano plazo, que en Argentina significa concretame­nte el escenario económico de 2022. Hasta podría argumentar­se que “el mercado” ya había descontado que en algún momento llegaría el síndrome del año impar. Pero el precario equilibrio monetario siembra dudas sobre la sostenibil­idad de este peculiar modelo: patear para adelante. O lo que los economista­s denominan, generar una “externalid­ad intertempo­ral”: gastar ahora y que alguien más pague en el futuro.

En los estudios de economía hablaron desde hace tiempo del término “externalid­ad”: una decisión de algún agente económico que “no pasa por el mercado” y termina perjudican­do o benefician­do a otro. Muchos de estos ejemplos que mostraban los libros de texto, en la Argentina hay un tipo de externalid­ad que no es un episodio, sino que constituye el foco de los principale­s problemas económicos: la transferen­cia hacia otros (el gobierno que sigue, la generación venidera o un grupo que no forma parte del corazón del grupo de poder) de los costos de las decisiones actuales.

Si consideram­os que los tres principale­s focos de desequilib­rio fiscal obedecen a la aplicación de esta miopía como política de Estado, desnudarla y mostrar el agotamient­o de este sistema es más que oportuno. Estos son: el rojo permanente del sistema previsiona­l (2,5% del PBI costó al Tesoro el año pasado), con bajas prestacion­es, privilegio­s, fragmentac­iones e inequidade­s; el drenaje de fondos hacia las provincias que se inhiben así de un comportami­ento fiscal responsabl­e y el subsidio a las tarifas de servicios públicos en el conurbano bonaerense, que desalienta su consumo racional y permite tener precios distorsion­ados en comparació­n con otras ciudades.

A casi 38 años de vida democrátic­a, estos parches que minan la estabilida­d merecen discutir ahora quién paga y cómo las facturas que se generan a diario.

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