Perfil Cordoba

“alberto sigue siendo el mismo hombre simple, directo y llano que conocí en una confitería en coronel Díaz y santa fe”

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J.F. —¿Cómo era el Alberto Fernández jefe de Gabinete en comparació­n con el actual presidente?

—Es una buena pregunta. Me inclinaría a pensar que Alberto es muy parecido a sí mismo. Cuando lo conocí, Alberto era el jefe de la oposición al gobierno de Aníbal Ibarra, del que formaba parte. El día que me llamó y me dijo que Néstor me ofrecía el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, le pregunté por qué lo hacía, dado que era opositor. Dicho de paso, en ese momento le dije que no. Su respuesta fue “miramos lo que hacés. Trabajás mucho y nos parece bien”. La Ciudad de Buenos Aires era la única que no había incorporad­o la Ley Federal de Educación. Mantuvimos la primaria y la secundaria, no destruimos la escuela técnica. Alberto dijo: “Néstor observó la Ciudad y quiere llevar esa política a nivel nacional”. Es lo que hicimos. Alberto cuenta siempre esa anécdota. Me dijo “tenés que ser el Sarmiento del siglo XX”. Mi respuesta fue “primero estamos en el siglo XXI. Y Domingo Faustino Sarmiento no fue nunca ministro de Educación de la Nación”. Mi respuesta fue que Sarmiento fue un presidente

del consejo de YTEC. Es un capo, un genio. Quedó ahí, el proyecto de YTEC fue formulado cuando Salvarezza era presidente del Conicet. Le pareció al Presidente muy digno que él continúe. No solo porque hizo una gestión enorme en el preocupado por la educación. Un buen ministro de Educación no basta si no tiene un presidente atrás que aporte los recursos. Alberto me aseguró en esa conversaci­ón que Néstor privilegia­ría la educación. Conocí a Néstor un viernes en la noche, asumí el domingo y el lunes estábamos viajando juntos a Entre Ríos, a Paraná, a resolver un conflicto docente. Era el 26, 27 de mayo, aún no habían empezado las clases, y fuimos a siete provincias a resolver conflictos. Los chicos pasaban de grado por decreto. La cantidad de conflictos docentes era tal que no había tiempo para tomar examen. No se aprendía, y las escuelas eran comedores en la crisis. El Alberto que conocí en la confitería de Coronel Díaz y Santa Fe de ese día es muy parecido. Sigue siendo el mismo hombre simple, directo y llano que ahora es presidente.

—¿Y Cristina Kirchner? Cuando vos la conociste era senadora.

—También es una persona muy igual a sí misma, con la misma capacidad de decisión, fortaleza en sus conviccion­es, en la conducción del Estado o en la oposición. No esconde nada. Plantea su perspectiv­a con toda la fortaleza que tiene.

—El acuerdo incluye al Ministerio de Defensa para comprar esas primeras baterías. Segurament­e serán más caras que las que se pueden comprar en el mercado, pero esa es la función del Estado. Ser la cabeza de la renovación científico tecnológic­a para que después derrame en la industria y en las empresas locales.

—Sobre la relación entre un ministro y un presidente para ejecutar las transforma­ciones, recienteme­nte, en el tercer foro de educación, varios rectores dijeron que en realidad fue Nicolás Avellaneda el que llevó adelante la mayoría de las leyes y que Sarmiento gozó de ese prestigio. Pero que había un ministro increíble.

—Avellaneda tiene una de las frases que yo amo. Después de ser presidente fue rector de la UBA. Allí dijo que era el cargo

más alto al que puede aspirar una persona.

—Fue presidente, ministro de Educación, rector de la UBA...

—Muchas personalid­ades en aquel momento pensaban que la forma de construir una nación era la educación. Cuando sale la 1420 había esclavitud en Brasil.La 1420 es un plan de gobierno. ¿Sabés cuándo se cumplió? Cien años después. Recién en 1980 tuvimos al 95% de los chicos en la escuela básica obligatori­a. La 1420 significó la ruptura con el Vaticano, junto al matrimonio civil, justamente porque le quitaba la potestad a la Iglesia de ser rectora sobre las escuelas. No tengo una mirada común con la generación del 80 respecto del proyecto económico. Mi hija estudia Antropolog­ía en la Universida­d de San Martín. Justo estaba viendo esto. ¿Cómo hacías para construir una nación cuando la mitad de la población descendía de pueblos originario­s y la otra era de inmigrante­s? ¿Cómo hacías que tuvieran próceres comunes? Somos el único país que sube y baja la bandera todos los días en la escuela. Ahora es un ritual. En aquel momento había que reconocer esa bandera como propia. Gente que no tenía un pasado común tenía que inventárse­lo. Se hizo un país en base a la educación. Aunque constituci­onalmente por 1853 la educación es de las provincias, la Ley de Lainez toma las escuelas nacionales. Lo que le critico a esa generación es que hizo pasar el currículum del puerto europeizan­te de Buenos Aires como la cultura nacional y lo llevó a todas las provincias. Argentina es el único país que construye su identidad nacional en base a la escuela. Lo hizo incluso Sarmiento yendo a buscar las maestras a Estados Unidos. Fue en base a la escuela y a esa mirada de país centrado en la educación que una clase media que accede a la escuela pide más educación y pide participac­ión política. Algo que cristaliza en el 18 con la reforma universita­ria. La oligarquía que quería educación para construir la nación, pero no quería democratiz­ar el Estado, se vio obligada. Cuando conquistás la educación, conquistás todo. Lo mismo sucede con la ciencia y la tecnología. Implica estar dispuestos a ser un pueblo que no siga los designios que le marquen otros países. Implica tener una decisión soberana.

“No hay que esconder

nada; quedó plasmado

“Ninguna de las grandes transforma­ciones puede estar atada a los calendario­s

electorale­s.”

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