El mensaje de las PASO (II)
en marzo, el ministro se anticipó diciendo que “el equilibrio fiscal no es de izquierda o derecha”, retomado ahora su explicación sobre que no hubo ajuste fiscal porque el gasto público no se redujo, sino que –virtuosamente– lo que se redujo fue el déficit fiscal (equilibrio) gracias al aumento de los ingresos.
Probablemente parte de quienes votaron al Frente de Todos en 2019 hubieran podido tener más plata en el bolsillo de haberse, por ejemplo, mantenido el IFE, aunque con un 4% de inflación mensual en lugar del 2,8% y la consecuencia de un dólar libre de 280 pesos en lugar de 190, retroalimentando así una inflación del 60% para 2022 en lugar de una previsión del 40%. Y lo que esos votantes mejoraran en 2021 lo perderían en 2022, empeorando además a todo el resto de la población.
Pero el mensaje de las PASO no fue solo económico, como tampoco lo fue el de las elecciones de 2019, porque no se podría explicar el 41% de los votos que obtuvo Macri frente al 37% que había obtenido Scioli en primera vuelta cuatro años antes, cuando la economía personal de 2019 era ruinosa comparada con la de 2015, que tampoco era buena.
Habría que invertir el orden de la abusada frase de Clinton a George Bush padre en las elecciones norteamericanas de 1992 para decir: “Creer que es solo la economía es estúpido”. Como se explicó en la columna de ayer sobre el mensaje de las PASO referido a la educación, el incorrecto desciframiento del mensaje de las urnas por parte del Frente de Todos, reduciendo solo a economía lo que quisieron comunicar los votantes en las PASO, es una simplificación autoindulgente. Un síntoma de algo más grave (como todo síntoma) para el Frente de Todos porque su problema es inmanente a la radicalización que Cristina Kirchner le viene imprimiendo al espacio panperonista, arrastrándolo a ser una vigorosa pero minoritaria fuerza política testimonial.
Así como su voluminoso núYa cleo duro de adherentes K goza de la autocomplacencia bajo una tranquilizadora asertividad dogmática, la mayoría de la sociedad sospecha de ellos y –casi atávicamente– profesa el sentido común de creer que la verdad está alejada de los extremos.
Consciente o inconscientemente, los cambios de gabinete acordados con Cristina Kirchner no responden ideológicamente a una radicalización camporista de la economía, manteniéndose en Economía, Producción y Trabajo los mismos ministros que llevaron adelante esta política económica “amarreta”.
Ojalá signifique que, más allá del discurso público que le echa la culpa de la derrota a Guzmán, Cristina Kirchner sepa que es ella la responsable de la derrota al haber alterado el balance entre los socios que le permitió ganar al Frente de Todos en 2019. Que el mensaje de las PASO fue a Cristina y no a Guzmán.