“aunque alguno se enoje, me puso contento la derrota de las PasO al abrir una oportunidad”
Desde antes de las elecciones advertía sobre la apatía de los sectores más vulnerables en el apoyo al Gobierno. Aun así, reconoce que la derrota en las PASO fue un baldazo de agua fría. Asegura que no sería ministro de Alberto Fernández en ningún caso, dada la política del Presidente hacia el FMI. Expresa la necesidad de un proyecto de planificación estatal, que incluya “pelearse con quien corresponda” y el protagonismo de la “comunidad organizada”.
—En plena pandemia, el año pasado, hicimos otro reportaje largo. Allí dijiste que “Alberto tiene un estilo de conducción más líquido y persuasivo que el de Cristina”. ¿Eso mismo que podía ser visto como virtud terminó siendo falta de solidez y causa de la derrota?
—La derrota no debe atribuirse a un determinado estilo de conducción o a una cuestión publicitaria, aunque hay elementos en ese sentido.
—Pero no serían determinantes.
—Los elementos determinantes son fundamentalmente de naturaleza socioeconómica. También existe la percepción de que existen privilegios de casta, como dirían Pablo Iglesias de Podemos, o Javier Milei de Avanza Libertad, y Juan Grabois del Frente Patria Grande. Privilegios particularmente revulsivos en un momento donde las grandes mayorías están sufriendo. La combinación de una catástrofe socioeconómica y los privilegios de casta exhibidos genera la situación. Todos visualizamos la apatía de nuestros propios compañeros. En una carta que escribí antes de las elecciones dije que “vamos a ir a votar con bronca, mordiéndonos los labios, pero debemos ir igual”. Muchos compañeros me hicieron caso; pero otros no.
—Elaboraron la bronca no yendo a votar.
—Exactamente. Por lo cual, podemos revertir el resultado. La derrota es una gran oportunidad. Alguno se podría enojar: pero hasta me puse un poco contento. Es un baldazo de agua fría y a eso se suma la reacción de mi espacio y después a la carta de Cristina. Fueron varios baldazos de agua fría.
—¿La carta de Cristina fue el segundo baldazo?
—Si no te despertás con eso, es que estás muerto. Pero eso no quiere decir que hay que hacer lo que dice Grabois o Cristina. Hay que hacer lo que dice el pueblo. Y esa interpretación le corresponde al jefe del Poder Ejecutivo que es Alberto, a quien le deseo el mejor gobierno posible. Ojalá fuera el mejor presidente del mundo. Le toca una situación absolutamente atípica en todos los sentidos de la palabra. Pero considero que es un gobierno de transición, que no define el rumbo. Es un gobierno que pilotea una doble tormenta. La de la crisis de deuda, esa sí heredada de la gestión patética y desastrosa del macrismo, y una crisis sanitaria fortuita. Su misión es pilotearlas. No sabemos con qué resultados todavía. La derrota nos da la posibilidad de asumir la situación catastrófica en la que estábamos. Se lo agradezco a Dios y al pueblo.
—¿Percibías vos u otros referentes del Frente de Todos que esos serían los resultados?
—A la única que le escuché decir que se podía perder fue a Cristina. Del resto, ninguno imaginó que se podía perder. Yo tampoco. Quizás se podía empatar. Sí percibí la apatía absoluta en la militancia, salvo donde había PASO, por ejemplo, en Lanús. Las elecciones expresaban debate de ideas, de métodos, entre generaciones y eso entusiasmó a la militancia. El denominado campo nacional, popular, peronista, panperonista, como quieras llamarlo, tiene una militancia en los barrios y en el territorio muy importante que si no se moviliza, cambia. No es la política meramente marketinera del cartel, la pauta publicitaria y Youtube.
—Luego de la derrota dijiste: “No sé si Cristina Kirchner se metió poco o la escucharon poco”. ¿Los cambios de gabinete son la manifestación de que se la está escuchando?
—No lo sé. No tengo bien caracterizados a los nuevos ministros. Personalmente no los conozco. Creo que vi una vez a Daniel Filmus.
—Son de otra generación.
—En general todos lo son. Es un gabinete “néstorkirchnerista”. Sigo bastante a Javier Milei. Y hace poco dijo que “el sistema político argentino es hiperpresidencialista. El Presidente elige a los ministros. No jodamos. Cristina no le dice los ministros que tiene que elegir. Lo que hicimos varios dirigentes, Cristina desde luego, pero también yo dentro de mis capacidades y algunos ministros, fue plantear la necesidad de refundar el Frente, el Gobierno, recuperando el contrato electoral original. Y eso implica cambio de personas, de privilegios, de prioridades y de políticas. A mí, la última P es la que más me importa. El cambio de personas me parece bien, más allá de que haya sido justo o no.
—Dijiste sobre el anterior que era un “gabinete mediocre”. Manzur, Aníbal Fernández, Julián Domínguez, ¿estarían fuera de este esquema?
—No puedo evaluarlo porque realmente ... . Porque además, no es un tema de personas, es un tema de un cuerpo colegiado. Es decir, cualquier estructura organizativa, más allá de que pueda tener un gran jugador y otro que es pésimo, hay que ver cómo funciona en el conjunto como equipo.
—¿Vos si hubieras sido ministro hubieras renunciado el 13?
—Sí. Aunque no hubiese sido ministro nunca del gobierno de Alberto.
—Si te ofrecieran el 15 de noviembre la conducción del área social, ¿no aceptarías?
—No. No hubiese sido ministro nunca, porque no estoy de acuerdo con algunas premisas de su gobierno. Una de ellas consiste en suponer que la relación con el Fondo Monetario Internacional es entre deudor y acreedor. Yo considero que es una relación entre estafador y estafado. Es un tema central de desacuerdo en la coalición. Esa diferencia hace que sea imposible que yo sea funcionario del Gobierno.
—Luis D’Elía dijo que los miembros de La Cámpora fueron “los mariscales de la derrota”. Desde La Cámpora se quejaron de la falta de ayuda de los intendentes. Algunas otras voces del oficialismo criticaron la poca actividad de Sergio Massa. ¿Perdieron todos a tu juicio?
—Me resulta absolutamente indistinto. Todos los que integramos el Frente de Todos somos mariscales de la derrota. Acá no hubo ninguna genialidad de nadie. Hay que ver la realidad. La base material de la derrota es que en 2020 podías decir: Macri, la pandemia, ha