Sin escuela no hay lectores, sin lectores no hay libros
Las cifras difundidas recientemente sobre el espectacular crecimiento en lo que va de 2021 de la industria editorial europea y, dentro de ella, de la española, resultan francamente impactantes. En efecto, el informe de Forum Edita Barcelona divulgado no da lugar a ambigüedades: En España, las ventas crecieron un 44% en el primer semestre de 2021 respecto al año pasado, el sector salió muy fortalecido de la pandemia y llegará a los 1.100 millones de euros de facturación este año, algo que mejora las magnitudes de 2011, el que hasta ahora era el mejor registro de la última década . Pero hay más: No es sólo que el sector editorial haya recuperado lo perdido en pandemia (una cifra en torno a los 89 millones de euros), es que incluso comparando las ventas de lo que llevamos de 2021 respecto a las pre-Covid de 2019, el mercado del libro crece: factura un 17% más que hace dos años. La tendencia no es exclusiva de España. Si allí el mercado ha crecido un 44% respecto a 2020, en Francia lo ha hecho un 43.4%, en Italia un 36.9%, en Bélgica un 25% y en Portugal un 18.8% (El mundo, 8/9/2021).
Estos datos, al tiempo que permiten confirmar que el libro, pese a todo, sigue resistiéndose a abandonar el lugar expectable que siempre ocupó en el universo de los consumos culturales, hoy reconfigurados, expandidos y también atomizados, no dejan de desconcertar cuando uno dirige la vista a lo que ocurre de este otro lado del Atlántico y, particularmente, en nuestro país. Y en realidad, mucho más cuando