Perfil Cordoba

La vice mira para otro lado

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Imposible saber lo que dura, pero otra cúpula de poder se amasó desde el adverso resultado electoral para los Fernández. Prescribió la hegemonía de Cristina, el acompañami­ento de Alberto, la vigencia de Kicillof y Massa, el presunto peso de La Cámpora y el liderazgo de Máximo. Al menos hasta la pugna de votos del próximo 14 de noviembre.

El principio de Lavossier hizo que, a cambio, se incorporar­an al elenco Juan Manzur (con la venia de algunos gobernador­es) y Martín Insaurrald­e con parte de los intendente­s bonaerense­s. Frágiles, precarias, quizás provisoria­s las nuevas estrellas. Aun así, un episodio traumático para la leyenda urbana de que “el peronismo unido jamás será vencido”.

Repasando derivacion­es, uno ve que detrás de Insaurrald­e –el verdugo del gobernador bonaerense y de Sergio Berni– aparece el ex intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, que Alberto puede entender que Manzur le mueve el piso más que ayudarlo, viajando inclusive a Nueva York con la creencia de que si cotiza en La Salada también lo podrá hacer en Wall Street. Y Cristina, rumiando, se hunde en el mutismo hospitalar­io: no habla y sobre todo no escribe, deshoja su decisión hasta conocer las cifras de los futuros comicios. Previsora.

Además es ambigua: no se sabe si le interesa apoyar los actos de hoy de la Bonafini y Larroque (inesperado­s peronistas del trasto ideológico) o el de mañana de la CGT. Ella tiene fichas históricas con las Madres y el Cuervo, que admira a Firmenich (quizás por haber sido compañero de su hijo en el colegio), pero también se integra en la movilizaci­ón de la unificada central obrera gracias a los enjuagues de su favorito Wado de Pedro, su embajador ante Alberto.

Ella es dúctil, por decirlo de algún modo. No le cuesta abandonar prejuicios y principios, puede sumarse sin que le brote la rosácea a Moyano, Daer o Barrionuev­o. A ellos tampoco.

No se incluye al camaleónic­o Presidente en este ejercicio de movibles ubicacione­s. Disperso,

él juega a muchos más números de los que aparecen en la ruleta: pierde seguro. Tan errante se comporta que, por restarle autoridad a su Jefe de Gabinete, citó a los ministros a una reunión a las 10 de la mañana en reemplazo de la convocada por Manzur a las 7. Un minorista de la política.

Mas de uno se sorprendió por la aquiescenc­ia de la vice con la llegada de Insaurrald­e a la administra­ción Kicillof, a concederle más responsabi­lidades a ciertos barones del Conurbano que, según sus fieles, no toman Baron B, sino Dom Perignon, y quienes bajo reserva llaman Cacho Rubio –personaje de TV, un organizado­r de los Martín Fierro– al intendente Fernando Espinoza que los protege, por el especial teñido de su cabello.

Tiene mal recuerdo la viuda de Kirchner del nuevo jefe de Gabinete provincial: no le sirvió como candidato a gobernador en el pasado, justo al que llevó a ver al Papa. Tampoco adora a la esposa de Insaurrald­e, Jesica, quien se preocupa como actuaria de las finanzas de su marido: no quiere ser una candida viuda exitosa con problemas judiciales y, tampoco, una distraída mujer de sindicalis­ta.

A pesar de esto, Insaurrald­e, en representa­ción de otros intendente­s, cruzó la línea de fuego: Cristina lo apoyó para el cargo aunque bramara Kicillof. Y, en particular, se enfurecier­a otro de su coleto, Larroque. Mas un tercero en discordia, Sergio Berni, ya renunciado y con el pasaje de despedida desde el l5 de noviembre.

La batalla ciega continúa: Kicillof no quiere firmar ciertas resolucion­es de Insaurrald­e y Larroque presionó sin éxito por obtener una entrevista con su jefe en el equipo. “Si quiere verme, que lo pida oficialmen­te. Por la puerta de atrás no lo recibo”, explicó Insaurrald­e, quien tiene pendiente con su ministro social un ordenamien­to de “papeles” debido al reparto de camiones y comida que se realizan en la provincia. Poder y plata en discusión.

Para muchos, Máximo intervino para la designació­n de Insaurrald­e, quizás en prevención de aportes por los empresario­s del juego (habilitaci­ón del casino del Puente la Noria), práctica común con todos los gobiernos bonaerense­s. O de la resolución del caso Edesur, tal vez con semejanzas al de la transferen­cia de Edenor. Supuestos, versiones.

Como otra más certera: el influyente en la nominación fue el ex y exitoso intendente Granados, uno de los sostenes de Cristina en la provincia cuando ella fue gobierno, segurament­e por la llegada de su esposa Dulce al mínimo entorno de la actual vice. Hoy, aseguran, la amistad de las dos mujeres se mantiene.

Una señal de este dato fue la broma, hace pocos días, que el propio Insaurrald­e le soltó al dueño político de Ezeiza (el distrito sigue atendido por su hijo Gastón), al reconocer que “vos me tiraste al río, no sé si lo voy a poder cruzar, pero acá estoy por tu intervenci­ón”. Habìa màs de un testigo. La sola mención de ese

tambien desató, en apariencia, el disgusto de Berni: Granados estuvo en Seguridad y nadie ignora sus vínculos con Matzkin, el ex jefe de la Bonaerense, un objetado por el todavía responsabl­e del área.

Justo devino este barullo cuando la policía insinuó un paro aduciendo que “si hay plata de regalo para viajes, turismo, podría haber un aumento para nosotros” (ganan entre $ 60 y 65 mil). Por supuesto, les firmaron un incremento inicial de 11% con el aditamento de mayores recursos después del 14.

Inclusive, algunos entienden que el tropiezo físico y el duro intercambi­o de opiniones entre Berni y Máximo la noche pasada de las elecciones, obedece al cuestionam­iento de esas relaciones con el hijo de Cristina. Tampoco, al renunciado, deben agradarle los vínculos con otros especialis­tas en el tema del partido opositor. Por ejemplo, Cristian Ritondo. Conjeturas sobre una crisis en la que la vice parece que mira para otro lado a ver si el viento le cambia la veleta.

el Presidente ya recela de la autoridad de manzur. minorista

de la política

Batallas ciegas en la Provincia: insaurrald­e vs. Kicillof, larroque y Berni, de salida

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PRENSA GOBERNACIó­N CAMBIOS. CFK se desentiend­e de los ruidos que hacen en Kicillof los nuevos ministros bonaerense­s.
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ROBERTO GARCíA

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