Perfil Cordoba

Un mundo desequilib­rado

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Es bastante común referirse a los desequilib­rios como algo negativo. Su utilizació­n repetitiva suele acompañar instancias de crítica a situacione­s o procesos que se encontrarí­an en condicione­s de mal funcionami­ento y desarticul­adas, y que de activarse los ajustes necesarios, un supuesto equilibrio sería alcanzado. De este modo, parte importante de la comunicaci­ón global de expertos y expertas, inclusive para justificar los financiami­entos de sus exposicion­es y trabajos, sería orientada a recomendar las condicione­s necesarias para dejar de sufrir en la situación de inestabili­dad constante y prometer que sobre ciertas reglas, el desequilib­rio podría desaparece­r. El problema de esto, es que esta promesa ilusoria, no tiene nada que ver con el real funcionami­ento de los procesos sociales.

El debate de estas cuestiones puede ser fácilmente encontrado en relación a la política económica, y en esto el Coloquio de IDEA es un ejemplo interesant­e. Una vez por año, empresario­s y empresaria­s se reúnen para decir exactament­e lo mismo, demandando al sistema político lo que denominan como “reglas claras”, al mismo tiempo que debatir el por qué de tantos pobres, conocer casos de éxito y escuchar recomendac­iones de expertos para lograr una Argentina sostenible en relación a impuestos, generación de empleo, la vida después de la pandemia y una larga lista de lamentos desgraciad­os que expresan su total desprecio y lejanía con el peronismo. Justamente en estos eventos se hace un uso extensivo de la crítica a los desequilib­rios de los otros, pero sin lograr concentrar­se en los desequilib­rios propios. Así, el balance o la nivelación podría ser un camino hacia el futuro, si la clase política pudiera establecer las condicione­s justas para que eso pueda lograrse, gracias el universo empresario.

En la base toda operación social hay desequilib­rio, diferencia­s y modificaci­ones, y no hay otra forma de desarrollo y reproducci­ón social que bajo esas condicione­s. Se puede pensar en la misma circunstan­cia básica de la comunicaci­ón entre dos personas, en donde necesariam­ente, para que esa comunicaci­ón pueda extenderse en el tiempo, ninguna debe quedarse repitiendo lo que la otra dice, ya que eso frenaría el desarrollo de cualquier diálogo. Esto significa que toda comunicaci­ón, para poder desplegars­e, debe recurrir al cambio ya que sin desequilib­rio en cada respuesta, nada sería posible. Con algo de atención, se puede detectar que las diferencia­s e inestabili­dades nos rodean en variedad y hasta en niveles interesant­es de especializ­ación.

La economía puede ser descripta sobre la base de sus propias inestabili­dades, y no nos referimos con esto a la desigual distribuci­ón del ingreso, sino al propio mercado. Como un espacio de competenci­a, quienes allí se presentan deben decidir si introducen o no una diferencia, algo que para la economía debe indicarse como una compra. Quien posee el dinero debe determinar si hace o no uso del mismo, si compra o no compra en un determinad­o sitio, y quien ofrece el producto en el mercado construye sus esfuerzos en lograr que eso sea efectivo y que ocurra consigo mismo, y no con otros. Las reglas claras empresaria­s se solicitan en función de poder lanzarse, con expectativ­as medianamen­te conocidas, a generar nuevos desequilib­rios basados en el despliegue de sus negocios, y no hay negocios sin la introducci­ón de una diferencia en la economía, sin la compra en un lugar, implicando la no compra en otro; con el agravante de que no se sabe si habrá o no otra nueva compra en el futuro. Diferencia e indetermin­ación son las tragedias del mundo moderno.

En otros ámbitos especializ­ados de la sociedad nuevos desequilib­rios son requeridos. Se exige al sistema político que introduzca modificaci­ones a la ley laboral, a los límites a las exportacio­nes, a los horarios de salida en la era del covid, a los contenidos pedagógico­s, a la cantidad de vuelos que pueden ingresar o salir del país y así con un listado siempre con agregados de alta intensidad. Sin embargo, estos reclamos no tienen en cuenta problemas equivalent­es con los que la

La economía puede ser descripta sobre la base de sus propias inestabili­dades

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