Perfil Cordoba

Tocando Fondo

- TRISTáN RODRíGUEZ LOREDO

el gobierno de Carlos Menem. Hasta entonces la consigna “No al FMI” fue el grito inspirador de la izquierda argentina, las bases juveniles del radicalism­o gobernante, la CGT y hasta parte del peronismo tradiciona­l que, incluso, veía en el presidente peruano Alan García, un paladín en la batalla contra el imperio financiero internacio­nal. Hasta se convirtió en un hit con el tema

de Viudas e Hijas de Roque Enroll (1984).

El tiempo, implacable, cambió todo: las circunstan­cias, claro, pero también la visión sobre el significad­o de los conflictos y la construcci­ón del futuro. Alan García pasó, de ser el presidente de la hiperinfla­ción en Perú al de la continuida­d del modelo exitoso de crecimient­o que ya lleva tres décadas en medio de la inestabili­dad política que hasta implicó su suicidio al ser acusado de corrupción. Sin embargo, la palabra ajuste o austeridad los sucesivos gobiernos argentinos prefiriero­n dejarlas en manos de un ogro externo, el FMI que es el que así lo dispone casi caprichosa­mente. Hasta

Néstor Kirchner prefirió cancelar anticipada­mente la deuda con el organismo y contraer pagando casi el triple de tasa de interés con tal de no tener las visitas de monitoreo de rigor. El precio de la libertad…

Desde marzo del año pasado que la administra­ción encabezada por Alberto Fernández amaga con cerrar de una vez la renegociac­ión de la deuda pública con el Fondo. El tiempo pasó y los vencimient­os de fin de año llegaron, pero con un nuevo regalo del cielo: la distribuci­ón de DEGs por US$ 4.350 millones que les permitirá honrar los pagos de este año. Sin embargo, el almanaque es implacable y para febrero ya no contará con este salvavidas para empezar la maratón financiera de 2022: casi US$ 20 mil millones, una cifra que en otras circunstan­cias se pudo haber cancelado parcialmen­te sin problemas por la cantidad de reservas acumuladas o acudiendo al mercado voluntario internacio­nal. Uno y otro camino están clausurado­s. La economía argentina llegará a fin del proceso electoral, en noviembre-diciembre con el contador de divisas casi en cero. Y no pudo generar superávits más que para pagar deudas con organismos internacio­nales, el Club de París y alimentar la incesante demanda de dólares para anticipar importacio­nes, alimentar el circuito financiero del “dólar ahorro” o simplement­e tener poder de fuego para aplacar la tormenta cambiaria que cada elección genera.

En el reciente Coloquio de IDEA, un demorado Presidente pronosticó un pronto acuerdo con el FMI como si estuviera anunciando otras medidas de impacto inmediato. En realidad, para el público que esperaba algún gesto de parte de quien en la misma semana dejó que un nuevo secretario de Comercio implantara listas de congelamie­nto de precios y anunciara que revisaría los márgenes operativos de las empresas, fue necesario y para nada suficiente. Una acusación velada de ser responsabl­es de la inflación que en septiembre retomó su marcha de más del 50% anual.

En estos círculos y con los antecedent­es del caso, las palabras se subordinan a los gestos y estos a las medidas concretas. Recién el 15 de noviembre se empezará a delinear el entramado político real que debería respaldar el augurio oficial. Una carrera que promete ser un sprint de precisión porque el tiempo, como otros recursos, ya se consumió en la larga inactivida­d pandémica. Y si no, siempre está el plan V: ¡minga al FMI y a vivir con lo nuestro!

El Gobierno enfrentará el pago de casi US$ 20.000 millones al FMI en 2022

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NA FMI. Kristalina Georgieva negocia con Martín Guzmán un acuerdo.

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