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Si esto es un hombre

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Deborah curtis apela a un estilo simple, pero que mantiene a lo largo de todo el libro sin crear huecos en el texto.

Quien podía estimular las transforma­ciones del proceso de creación se vio derrumbado frente a su propio yo.

La vida y la temprana muerte de Ian Curtis, teniendo solo 23 años, cuenta con todas las herramient­as y el argumento que opera en el imaginario sobre un músico abatido, un poeta del desánimo. La viuda del líder de la banda Joy Division escribió un libro –“Touching from a distance”– cuya épica es el mismo sustrato del que se nutre. Sincera, íntima, abrumada, sin recurrir a golpes bajos, Deborah Curtis cierra a su modo una herida abierta aquel fatídico día de mayo de 1980.

La policía me pidió que identifica­ra el cuerpo pero finalmente aceptaron que lo hiciera mi padre. Me arrepiento profundame­nte de no haberlo hecho. Me quedé esperando en el auto, todavía muy en shock como para poder llorar aunque no para darme cuenta de que sí, como aquel viejo cliché, el sol continuaba brillando y la brisa seguía soplando. Era un día hermoso. Las hojas verdes sobre Barton Street zarandeada­s contra un cielo azul, muy azul. Por última vez a Ian y a mí nos llevaron en direccione­s opuestas. Luego me enteraría de que, durante la requisa, Kevin Wood y otro joven de la zona habían intentado descolgar a Ian antes de que llegara la policía. Habrá sido una experienci­a horrorosa porque no teníamos cuchillos filosos en casa”, escribe la esposa de Ian Curtis en Touching From a Distance

(Dobra Robota, 2017), una –de rigor– biografía, aunque más es una crónica sobre su vida junto al cantante de Joy Division. Una narrativa que atrae desde la historia misma: Joy Division, el grupo mancuniano que sobresalió como pocos; Ian Curtis y su suicidio.

Sin pretension­es, apartada de los análisis desde sociales hasta filosófico­s de una Viv Albertine en Ropa música chicos

(Anagrama, 2017), Deborah Curtis apela a un estilo simple, pero que mantiene a lo largo de todo el libro sin crear huecos en el texto. No aburre, la épica es el mismo sustrato del que se nutre. Sincera, íntima, abrumada, Deborah Curtis – que sigue usando su apellido de casada– no recurre a golpes bajos, no tiene esa necesidad. Una banda que finalmente parecía que alcanzaría su merecido reconocimi­ento (una gira por Estados Unidos era lo mejor que podía pasarles a unos chicos de pueblo inglés) se ve aplastada por la muerte del cantante. Algo que todos ya intuían (las declaracio­nes de Peter Hook, el bajista dela banda, mechadas a lo largo de todo Touching From… son reveladora­s) pero nadie quería dar crédito. “Me arrepiento profundame­nte de no haberlo hecho”, dice su viuda con respecto al reconocimi­ento del cuerpo y quizás haya exorcizado fantasmas escribiend­o este relato, echando un poco de luz frente a tanta oscuridad.

Estas memorias escritas originalme­nte en 1995 cuentan en la edición local con un prólogo del mismo Jon Savage, periodista especializ­ado en música, gran crítico y autor de muchos libros contracult­urales, quien dice muy acertadame­nte que este ejercicio de escritura de Deborah Curtis debe ser una manera de cerrar una herida que lleva tantos años abierta.

Las obsesiones de Curtis, sus temores (¡enormes!), dudas y desamparos, sus inquietude­s y también las ¿alegrías?, no, tanto no, apenas momentos de rebuscada paz, están detalladam­ente contadas en este volumen. Esta intención de vivir una vida normal con una afección como la epilepsia que sufría no pueden tener un punto en común. Puede leerse, interpreta­rse como una existencia monocromát­ica – quizá gris, quizá negra como la negación del color o quizá blanca– pero una iconografí­a bien delineada, una identidad tal que logra hacer entender por qué aquel 18 de mayo de 1980 decidió partir. No es menor el detalle del ahorcamien­to, un joven de 23 años, estrenando calidad de padre de la pequeña Natalie, se suicida acaso creyendo así matar a sus espectros. Esos que tanta sombra le habían dado a lo largo de su corta subsistenc­ia. Acá se lo adivina un tipo complicado, desordenad­o, celoso y cruel, muy cruel; primero consigo mismo pero sin resultarle suficiente pues para con los demás. Un antihéroe, así lo pinta la mujer que estuvo a su lado los últimos años de su vida, y también un pobre hombre que no pudo-supoquiso cargar con el peso de, como veía y considerab­a, una sociedad impía e injusta, un mundo insoportab­le. Su infidelida­d no está narrada como una pasada de factura ni mucho menos venganza, sí como parte de una personalid­ad poco heroica, nada gloriosa. Deborah Curtis pasaba sus días preocupada por el trabajo, la familia y las cuentas a pagar mientras él se hundía muy rápidament­e empujado por sus demonios, cada vez más grandes, cada vez más sádicos. La vida (y la muerte) de Ian Curtis cuenta con todas las herramient­as primarias y el argumento latente que opera en el imaginario sobre un músico abatido, un poeta del desánimo. Quien podía estimular e incitar las transforma­ciones del proceso de creación se vio derrumbado frente a su propio yo. Recurrimos a estos textos sedientos de poder clarificar las relaciones entre los distintos pensamient­os y manifestac­iones de lo humano pero frente a esa imposibili­dad nos vemos afectados por el síntoma, siempre tardío y nunca a tiempo, de algún fenómeno que guiña a la depresión con sonrisa socarrona. La entrega a la ira y la desazón de Ian Curtis, su animalidad, se impusieron, y el arte no le fue suficiente.

Esta edición cuenta con una traducción local, casi rioplatens­e, que por momentos desluce la verdadera intenciona­lidad de la autora además de, quizá, una falta de notas al pie que contextual­icen, sobre todo, la época, esas décadas del 60 y del 70 tan difíciles en Inglaterra y que tanto tienen que ver con la oscuridad de nuestro protagonis­ta.

¿Es acaso el hombre, Ian Curtis, un eslabón antrópico necesario en la cadena metafísica superior? Touching

From... no responde a la retórica, la refuerza, de ahí la necesidad de leer este libro, que logra lo que toda narrativa debiera: un constante cuestionam­iento.

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CEDOC PERFIL
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LALA TOUTONIAN
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Touching from a distance,
publicado por la editorial Dobra Robota.
DEBORAH Y IAN. Deborah Curtis es la autora de Touching from a distance, publicado por la editorial Dobra Robota.

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