¿Se rompen las coaliciones?
hoy estarían extinguidas.
Empíricamente, lo mismo manifiesta Facundo Manes después de recorrer en campaña durante meses el conurbano bonaerenses: no existe más la asociación de identidad de clase con el peronismo, los votos que él obtuvo en los alrededores de la Ciudad de Buenos Aires eran del panperonismo que votaron a Alberto Fernández en 2019 y por Sergio Masa en elecciones anteriores. Y, aunque en sentido ideológico opuesto, en la Ciudad de Buenos Aires se puede decir lo mismo con el fenómeno de Javier Milei, quien obtuvo aún más votos en los barrios humildes con un discurso antiEstado, equivalente a decir antiperonismo.
Esa desatadura de identidades bajo la concepción de las categorías anteriores, ¿despolarizará a la sociedad? Las crisis como la de 2002 producen big bangs que rompen con la polaridad de los enlaces. En 1982 la derrota en la Guerra de Malvinas determinó el fin del partido militar que había gobernado con interrupciones durante medio siglo. La crisis del 2002 se llevó puesto al radicalismo y la pregunta que cabe es si una eventual crisis en 2022 afectaría de igual forma al peronismo. Como si en la Argentina contemporánea los paradigmas ordenadores se agotaran cada 20 años. Al mismo tiempo, como si antes de que renazca el nuevo paradigma fuera necesario pasar por un ciclo de atomización: primero implosión, luego hegemonía, después polarización, nueva implosión.
Volviendo a la metáfora química, las fuerzas de atracción que predominan en los sólidos al estar expuestas al calor se debilitan cambiando el estado de lo sólido al líquido, donde hay tantas fuerzas de atracción como de repulsión. Algo parecido a lo que le sucede hoy al Frente de Todos. Pero la exposición a más calor transforma el estado de lo liquido en gaseoso. ¿Será esa la situación del Frente de Todos posterior al 14 de noviembre al calor de las pasiones de la derrota? Una pequeña muestra se tuvo en el enfrentamiento de Sergio Berni con Máximo Kirchner tras las PASO.
Hasta ahora fracasó el intento de un tercer sector, que termine dirimiendo el empate hegemónico polar. En 2007 el desempate se dio por transversalidad: kirchnerismo-peronismo + diaspora radical. ¿El desempate de 2023 se producirá por otra transversalidad: larretismo-UCR + diápora panperonista? Las dos fuerzas negativizantes son el kirchnerismo y macrismo. El 60% que origine un nuevo ciclo de hegemonía con capacidad transformadora podría también constituirse sin macrismo ni kirchnerismo.