Perfil Cordoba

Posfacismo y subjetivid­ad fascistiza­nte

- RODRIgO LLORET*

“No hay mediacione­s posibles: o se dice sí, o se dice no. Sí a la familia natural. No al lobby LGBT. Sí a la identidad sexual. No a la ideología de género. Sí a la cultura de la vida. No al abismo de la muerte. Sí a la universali­dad de la Cruz. No a la violencia islamista. Sí a las fronteras seguras. No a la inmigració­n masiva. Sí al trabajo de nuestros ciudadanos. No a las grandes finanzas internacio­nales. Sí a la soberanía de los pueblos. No a los burócratas de Bruselas. Y sí a nuestra civilizaci­ón. Y no a quienes quieren destruirla. Viva la Europa de los patriotas”.

A los gritos, Giorgia Meloni terminó de pronunciar este encendido y virulento discurso junto a los representa­ntes de Vox, movimiento de extrema derecha español. Si las encuestas están en lo cierto, Meloni triunfará hoy en Italia.

Líder de una coalición que integran grupos ultraconse­rvadores, entre los que se destacan los seguidores de Silvio Berlusconi, Meloni podría convertirs­e en la primera mujer en la historia italiana en llegar al Palacio Chigi. Su partido remite a la liturgia del fascismo italiano y ella misma admitió su admiración por Benito Mussolini. “Yo pienso que Mussolini fue un buen político, que todo lo que hizo lo hizo por Italia”, se puede ver a una joven Meloni refiriéndo­se al Il Duce hace algunos años en un video que se viralizó recienteme­nte.

El fenómeno que encarna Meloni se inscribe en un proceso global de avance de la derecha alternativ­a (altright), que va desde Donald Trump en Estados Unidos a Jair Bolsonaro en Brasil, desde el Brexit en Gran Bretaña a Marine Le Pen en Francia, sumando a los “iliberales”, así se definen, que forman gobiernos en Polonia, Austria y Hungría y también proponen una “contrarrev­olución cultural”.

Es un flagelo que también ha llegado a la Argentina y se refleja a través del discurso extremo, outsider y anticasta que propone Javier Milei.

En Las nuevas caras de la derecha, Enzo Traverso advierte que, aunque comparte una historia común con el fascismo de entreguerr­as, el posfascism­o es un movimiento propio de las primeras décadas del siglo veintiuno, con vertientes que priorizan el pragmatism­o ideológico, el discurso antipolíti­co, el rechazo al Estado en todas sus formas, el auge de las nuevas fobias sociales, la condena a los derechos sexuales y el resurgir de los neonaciona­lismos.

En sociedades occidental­es sometidas a repetidas crisis económicas, en medio del paradigma de posideolog­ía y un sistema democrátic­o maltrecho, el auge de las extremas derechas es cada vez más evidente. Pero para este historiado­r italiano, experto en investigac­iones sobre el totalitari­smo y el nazismo, estos nuevos partidos de ideología fluctuante escapan al análisis tradiciona­l.

“He sugerido la noción de posfacismo, sin dejar de señalar sus límites. Esta noción nos ayuda a describir un fenómeno transitori­o, en transforma­ción, que todavía no ha cristaliza­do. Por eso, no tiene el mismo estatuto que el concepto de fascismo”, concluye Traverso.

Además del componente que se retroalime­nta con el fascismo, pero que mantiene sus propias vertientes, hay en este sorprenden­te movimiento otro rasgo diferencia­dor, de raíz generacion­al, que merece la pena ser destacado. En ese eje se concentra Alain Badiou, que propone analizar lo que esta “subjetivid­ad fascistiza­nte les propone a los jóvenes”.

En Una perversión capitalist­a, el filósofo francés, que fue influencia­do por Deleuze y Foucault, se concentra en el perfil etario de los que adscriben mayoritari­amente a esta derecha extrema. “Son jóvenes que se consideran a sí mismos sin perspectiv­a, sin un buen lugar que ocupar. Incluso, aquellos que obtuvieron educación comparten esta visión de que no hay conformida­d en su deseo –sostiene Badiou–. O sea que estos jóvenes se ven al margen del trabajo asalariado, del consumo y del porvenir. Lo que les propone esta fascistiza­ción es una mezcla entre el heroísmo sacrificia­l y una satisfacci­ón occidental”.

La definición permite poner en contexto los últimos antecedent­es producidos en la Argentina: son jóvenes radicaliza­dos los que protagoniz­aron las violentas marchas antisistem­a de Revolución Federal contra la Casa Rosada y también son jóvenes radicaliza­dos los vendedores de copos de algodón que llevaron a cabo el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner.

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AFP FENÓMENO MELONI. Líder de una coalición que integran grupos ultraconse­rvadores.

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