La manifestación de la crisis, no la causa
estudiantes universitarios a nivel de grado y posgrado, conformando una parte de la sociedad que se ve directamente afectada por estas imposiciones sociales que no se limitan a la vestimenta, sino que afectan otros ámbitos de la vida social. Se trata de un sector altamente formado y educado que se ve limitado por imposiciones externas no deseadas.
Estas tensiones económicas y sociales
Las demandas van mucho más allá del velo o la vestimenta de las mujeres en público
se enmarcan en un sistema político cuyos niveles de legitimidad son bajos. El 42% de los electores participó de las últimas elecciones parlamentarias, realizadas en febrero de 2020, al inicio de la crisis del covid, presidencia en agosto de ese año, que recibió 18 millones de votos, seguido por 3,8 millones de votos en blanco y luego un tercer candidato recibió 3,4 millones de votos.
Esta escasa participación electoral de la población se vincula con lo que se percibe como un sistema político poco dispuesto a la apertura y a la reforma, sin que los votos sirvan para cambios significativos. Un desencanto total con el sistema político.
Así, en este contexto político, social y económico, la muerte de Mahsa Amini sirve de catalizador de todas las frustraciones de la sociedad.
La respuesta del gobierno iraní ha sido poco dispuesta al diálogo: ha limitado el acceso a internet y ha puesto a las fuerzas de seguridad en la calle. Con pocas informaciones que podamos contrastar se habla de más de veinte muertos en varias ciudades iraníes.
Las opciones que vemos acerca de la evolución de la situación son dos: Por un lado, que el gobierno solo pretenda volver a la calma social, calma superficial, de la semana anterior a través de evitar que los manifestantes ocupen el espacio público, con distintos niveles de represión. Por otro lado, que tome medidas que respondan a las demandas sociales, ya sea reforma o disolución del Ershad, aceptación de cambios de comportamiento social aceptados, o incluso reformas profundas del sistema político.
Mientras más se centren las respuestas en la primera opción más distancia se manifestará entre gobernantes y gobernados. La opción de fondo es reflejar representatividad social o asegurar la propia continuidad del sistema político. No tiene nada que ver con conspiraciones externas antiiraníes, sino con decisiones propias de la sociedad y el gobierno iraníes.
La sociedad iraní se ha modificado y desarrollado a lo largo de más de cuatro décadas de República Islámica, el desafío es que el sistema político refleje esos cambios.
Al menos 35 personas murieron en las manifestaciones que comenzaron en Irán hace más de una semana tras la muerte de una joven detenida por la policía por llevar el velo de forma “inapropiada”, según un balance oficial de ayer, aunque organizaciones humanitarias elevan la cifra de víctimas a por lo menos cincuenta, entre ellas cuatro niños.
Los manifestantes tomaron las calles de las principales ciudades de Irán, incluida la capital, Teherán, durante ocho noches consecutivas desde la muerte de Mahsa Amini, de 22 años. Esa mujer kurda fue declarada muerta después de pasar tres días en coma tras ser detenida por la temida policía de la moral iraní.
Ayer, estudiantes de varias universidades, incluida la de Teherán, continuaron reuniéndose hoy para condenar la muerte de Mahsa Amini. “El número de personas que han muerto en los recientes disturbios en el país subió a 35”, dijo la televisión estatal, elevando la cifra oficial anterior de al menos 17 muertos, entre ellos cinco miembros de las fuerzas de seguridad. Pero según el grupo de derechos humanos Iran Human Rights (IHR), al menos cincuenta manifestantes fueron asesinados en varias ciudades y pueblos de todo el país desde que comenzaron las protestas la semana pasada.