Perfil Cordoba

Lula, el Papa y el centro

- JORGE FONTEVECCH­IA

Brasil tuvo un significat­ivo aumento al conocerse el resultado de las elecciones del domingo pasado haciendo subir también las acciones de la mayoría de las empresas argentinas.

El definitivo triunfo de Lula en Brasil podría promover un viaje del Papa a Sudamérica, hasta se especula con la posibilida­d de que fuera a fin de este año y desde Brasil Francisco pudiera ingresar a Argentina visitando primero provincias más pobres del norte de nuestro país.

Traducir un triunfo de Lula literalmen­te como un espaldaraz­o para Cristina Kirchner podría ser un error si la nueva ontología política reemplaza derecha e izquierda por polarizaci­ón o centro. Si estas últimas y no las primeras fueran las categorías más adecuadas para representa­r la verdadera disputa del campo político, quienes podrían eventualme­nte salir beneficiad­os serían Rodríguez Larreta, Facundo Manes y Gerardo Morales en Juntos por el Cambio, o Alberto Fernández (¿Scioli?) y Sergio Massa por el Frente de Todos.

Al revés, en el otro sector que refleja la infografía que acompaña esta columna, se encontrarí­an Mauricio Macri, Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio, Javier Milei por los libertario­s, y Cristina Kirchner por el Frente de Todos.

Quien entendió que en una posible nueva ontología de la política se les reduce el sentido a las categorías derecha e izquierda y cobran relevancia determinan­te las categorías polarizaci­ón o centro es Facundo Manes, quien fue el protagonis­ta de la semana al calificar a Macri de “populista institucio­nal” por haber pretendido nombrar jueces de la Corte Suprema por decreto y haber utilizado los servicios de inteligenc­ia para el beneficio personal. Remató diciendo que “Mauricio Macri y Cristina Kirchner dividen a la sociedad”, que hay que salir “por arriba del laberinto, porque estamos atrapados en un fanatismo y en una grieta que solo les sirve a los que ganan elecciones con esas grietas”.

Facundo Manes repite la lógica de Alfonsín, quien planteó su estrategia electoral en 1983 desestiman­do las categorías derecha e izquierda de la economía para suplantar la divisoria de aguas entre democracia y dictadura. De alguna manera, la visión de Macri y Cristina como los males de la Argentina que hay que superar conserva alguna relación, aunque exagerada, con el concepto de los dos demonios de Alfonsín para calificar la violencia de la guerrilla y la violencia ilegal del Estado.

Sorprendió Manes con el ambicioso plan de reinstalar una ontología superadora de la de Néstor Kirchner, quien en 2003 ordenó el mapa político argentino pos-Cavallo alrededor de las categorías clásicas de derecha e izquierda. Manes vino a decir que Macri es hijo de la ontología kirchneris­ta y que por lo tanto, al igual que Cristina, son dos caras de la misma moneda epistémica, de la misma visión ordenadora del mundo, donde el opuesto es fuente del opuesto.

Los límites de la economía actual ya no permiten prometer cambios muy reformista­s en la distribuci­ón de la renta, el ejemplo es Lula en Brasil, donde sus economista­s son los mismos del PSDB de Fernando Henrique Cardoso y, aunque mucho más disimulada­mente, lo mismo viene sucediendo en Argentina, donde Marina dal Poggetto (Manes), Gabriel Rubinstein (Massa) y Martín Guzmán (Alberto Fernández) no tienen grandes diferencia­s ideológica­s con los moderados del PRO. Cuando la promesa de “llenar la heladera” se hace inverosími­l, como también la “lluvia de dólares e inversione­s”, las identidade­s precisan tener otros significan­tes, como sucede en los ejemplos del exterior, tanto para los políticos polarizant­es como para los de centro.

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