Lula, el Papa y el centro
Brasil tuvo un significativo aumento al conocerse el resultado de las elecciones del domingo pasado haciendo subir también las acciones de la mayoría de las empresas argentinas.
El definitivo triunfo de Lula en Brasil podría promover un viaje del Papa a Sudamérica, hasta se especula con la posibilidad de que fuera a fin de este año y desde Brasil Francisco pudiera ingresar a Argentina visitando primero provincias más pobres del norte de nuestro país.
Traducir un triunfo de Lula literalmente como un espaldarazo para Cristina Kirchner podría ser un error si la nueva ontología política reemplaza derecha e izquierda por polarización o centro. Si estas últimas y no las primeras fueran las categorías más adecuadas para representar la verdadera disputa del campo político, quienes podrían eventualmente salir beneficiados serían Rodríguez Larreta, Facundo Manes y Gerardo Morales en Juntos por el Cambio, o Alberto Fernández (¿Scioli?) y Sergio Massa por el Frente de Todos.
Al revés, en el otro sector que refleja la infografía que acompaña esta columna, se encontrarían Mauricio Macri, Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio, Javier Milei por los libertarios, y Cristina Kirchner por el Frente de Todos.
Quien entendió que en una posible nueva ontología de la política se les reduce el sentido a las categorías derecha e izquierda y cobran relevancia determinante las categorías polarización o centro es Facundo Manes, quien fue el protagonista de la semana al calificar a Macri de “populista institucional” por haber pretendido nombrar jueces de la Corte Suprema por decreto y haber utilizado los servicios de inteligencia para el beneficio personal. Remató diciendo que “Mauricio Macri y Cristina Kirchner dividen a la sociedad”, que hay que salir “por arriba del laberinto, porque estamos atrapados en un fanatismo y en una grieta que solo les sirve a los que ganan elecciones con esas grietas”.
Facundo Manes repite la lógica de Alfonsín, quien planteó su estrategia electoral en 1983 desestimando las categorías derecha e izquierda de la economía para suplantar la divisoria de aguas entre democracia y dictadura. De alguna manera, la visión de Macri y Cristina como los males de la Argentina que hay que superar conserva alguna relación, aunque exagerada, con el concepto de los dos demonios de Alfonsín para calificar la violencia de la guerrilla y la violencia ilegal del Estado.
Sorprendió Manes con el ambicioso plan de reinstalar una ontología superadora de la de Néstor Kirchner, quien en 2003 ordenó el mapa político argentino pos-Cavallo alrededor de las categorías clásicas de derecha e izquierda. Manes vino a decir que Macri es hijo de la ontología kirchnerista y que por lo tanto, al igual que Cristina, son dos caras de la misma moneda epistémica, de la misma visión ordenadora del mundo, donde el opuesto es fuente del opuesto.
Los límites de la economía actual ya no permiten prometer cambios muy reformistas en la distribución de la renta, el ejemplo es Lula en Brasil, donde sus economistas son los mismos del PSDB de Fernando Henrique Cardoso y, aunque mucho más disimuladamente, lo mismo viene sucediendo en Argentina, donde Marina dal Poggetto (Manes), Gabriel Rubinstein (Massa) y Martín Guzmán (Alberto Fernández) no tienen grandes diferencias ideológicas con los moderados del PRO. Cuando la promesa de “llenar la heladera” se hace inverosímil, como también la “lluvia de dólares e inversiones”, las identidades precisan tener otros significantes, como sucede en los ejemplos del exterior, tanto para los políticos polarizantes como para los de centro.