Una biopic obsesionada con las instancias de una leyenda pionera
UJUAN CARLOS FONTANA bicada al Este de la Provincia de Buenos Aires, Villa Gesell tiene su fecha fundacional el 14 de diciembre de 1931, cuando en aquella zona desértica, poblada de médanos, a orillas del Atlántico, Carlos Gesell puso el primer ladrillo de su futura casa.
Carlos Gesell era un aventurero. Amaba la naturaleza y decía encontrar en ella las respuestas que necesitaba. Para él comer una manzana por día y bañarse en agua fría, aún en invierno, eran garantías de salud. Se definía autodidacta, pero fue un hombre inquieto y un inventor. A él se debe la creación de los cochecitos para bebés, que fabricaba y comercializaba la famosa Casa Gesell, antes una empresa dedicada a la venta de
instrumental quirúrgico, creada por su padre.
Esta extensísima, amena y entretenida travesía es contada a través de los relatos escritos por su hija Rosemarie Gesell. Ella no escatima reproches, pero con un cariño y una ternura indisimulables, que son transmitidos a través de la voz en off de Cecilia Rossetto, y su tan cálida manera de valorizar las palabras. Rosemarie Gesell falleció el 8 de diciembre de 2021, y a ella la cineasta Marina Zeising le dedica la película.
Zeising, directora y guionista, elige un formato de documental en el que las imágenes primero en blanco y negro, en lo que re
fiere a los orígenes y la historia de Carlos Gesell y su padre Silvio y luego en color, cuando ya el balneario prácticamente se ha creado y arriban los primeros turistas, a sus playas aún despobladas, emociona porque despierta innumerables recuerdos. Hay que pensar que el crecimiento de Gesell comenzó en los años 70, en pleno auge de la dictadura, sin embargo, la mentalidad y capacidad de disuasión y tozudez de don Carlos Gesell, hicieron del lugar, primero un reducto de familias alemanas y luego se abrió a la juventud y a aquellos matrimonios con hijos pequeños que adoraban esa informalidad que era la marca de ese lugar de la costa, tan distinto a Mar del Plata.
Así, a partir, por ejemplo, del rodaje de la película de Rodolfo Khun Los inconstantes, estrenada en 1963, se hizo pronunciada la llegada de jóvenes músicos. Aquel film mostraba a un grupo de jóvenes muy libres, hippies serían denominados para la época, que exhibía el primer desnudo de Gilda Lousek y otros desnudos en la playa. Moris, Litto Nebbia y hasta Piazzolla y su Noneto con el debut de Miguel Angel Trelles, fueron testigos de ese público ávido de música, espontaneidad y amistades nuevas que eran sinónimos de la Villa.
La directora construye con un estilo informal, dinámico, una entretenida partitura de imágenes, que va mechando con risueñas secuencias extraídas de films mudos de Chaplin, Buster Keaton, Murnau, o Sergei Eisenstein. Más tarde acerca ricas anécdotas que hablan de la evolución del lugar hasta hoy. Uno de los hitos de don Carlos Gesell, era que no quería que se construyera un Casino y cuando alguien se lo proponía, lo invitaba con unas copas, si estos las debían copiosamente buscaba una excusa para no otorgarles el permiso. Toda una cuestión de principios.