Perfil Cordoba

Misterio en el country: crece la teoría que señala a la empleada doméstica como autora del crimen

- CAMILA ANSALDO

Eduardo Wolfenson fue hallado asesinado el viernes 23 de febrero pasado en su casa del barrio “La Delfina” de Pilar. Los investigad­ores trabajan sobre la hipótesis de un intento de robo, mientras

A la espera de los resultados de los peritajes a los celulares secuestrad­os y de las muestras de ADN recolectad­as en el domicilio en el que apareció asesinado Eduardo Wolfenson, la principal hipótesis indica que se trató de un robo y homicidio.

Hasta el momento la única detenida que tiene el caso es Rosalía Paniagua, la empleada doméstica de 34 años que realizaba una suplencia en el domicilio ubicado en el Country “La Delfina” de Pilar al momento del hecho. Los investigad­ores aseguran que las pruebas contra la mujer son contundent­es. Ella fue la última persona que vio con vida a Wolfenson y pudo comprobars­e que se llevó varios objetos que estaban en el hogar que el ingeniero compartía junto a su pareja, Graciela Orlandi.

Esta semana, la UFI Nº3 de Pilar a cargo del caso, recabó una serie de declaracio­nes testimonia­les del personal policial que intervino. También de vecinos y de la intendenta del barrio privado para aportarle mayor precisión a los datos que ya fueron confirmado­s en estos casi dos meses de trabajo. Fuentes de la fiscalía informaron a PERFIL que esperan contar, entre finales de abril y principios de mayo, con los resultados de las pericias genéticas que se están realizando en una dependenci­a de Junín.

Allí se están analizando los rastros que se hallaron en la escena del crimen, y las muestras que se obtuvieron debajo de las uñas del ingeniero. La comparació­n de estos resultados con el ADN de Paniagua serán cruciales, ya que si bien en un principio trabajaban en la hipótesis que colocaba a la empleada doméstica como aguardan los resultados de las pericias genéticas que podría estar a fines de abril o principios del mes de mayo. En los últimos días declararon los policías que intervinie­ron en el hecho, vecinos y

cómplice, las últimas pericias la colocan como posible autora material del crimen.

En los próximos días se van a realizar más pericias para corroborar si hay restos biológicos o hepáticos en la ropa y la mochila que llevaba la imputada el día en el que se cometió el asesinato. Además, se envió a analizar una mancha blanca que fue encontrada en el lugar del hecho para corroborar de qué sustancia sustancia se trata. Creen que podría ser algún químico de limpieza, ya que llamó la atención lo pulcro que se encontraba la escena del crimen.

Crimen. Roberto Wolfenson Band era un ingeniero electrónic­o recibido en la Universida­d

de Buenos Aires (UBA), con un posgrado en la Universida­d de San Andrés. A sus 71 años era un experto en sistemas energético­s y actualment­e asesoraba a una empresa dedicada a la fabricació­n de baterías.

El hombre vivía con la mujer con la que llevaba una relación de 18 años, pero que estaba a punto de disolverse. “Sus allegados manifestar­on que estaban por separarse y vender la casa del country”, sostuviero­n. Desde la fiscalía a cargo de la investigac­ión desestimar­on la posibilida­d de que la mujer haya estado involucrad­a en el móvil del homicidio ya que no encontraro­n datos relevantes y al momento del hecho ella estaba en la casa de su hija, en el barrio porteño de Devoto, tras la intendenta del country. La principal acusada se desligó del asesinato en su declaració­n y acusó a un hombre de nombre Félix, pero su versión no cierra.

haber regresado de un viaje con amigas. El ingeniero tenía dos hijos de un matrimonio anterior y su pareja, también tenía otros dos de su exmarido, pero ninguno convivía con ellos.

La empleada doméstica suplente fue la última persona que vio con vida al ingeniero. Las sospechas en su contra surgieron cuando las cámaras de seguridad que la tomaron en la Estación de Derqui del Ferrocarri­l San Martín, al finalizar su horario laboral, la mostraron manipuland­o dos celulares, de los cuales se creía que uno era el del fallecido, y que finalmente fue corroborad­o al verificar que la última vez que se encendió la señal del móvil fue a esa hora y en ese mismo lugar. Además, a partir de una de las imágenes obtenidas, los investigad­ores creen que hasta habría intentado vendérselo a una mujer que pasaba por allí, al mismo tiempo que se la pudo observar mirándose la mano y realizando movimiento­s tales como si se la hubiese lastimado.

Al momento del allanamien­to que terminó en la detención de Rosalía Paniagua se encontró el parlante bluetooth que pertenecía a Wolfenson. Si bien la implicada declaró que fue “obligada” a llevárselo junto al celular y otros objetos del ingeniero tras ser agredida por un tal “Félix”, la fiscalía descree la existencia de ese hombre. La mujer había manifestad­o que el día del asesinato llegó un hombre al domicilio que le

dijo que ese día iba a tener que hacer todo lo que él decía y que ella, como llevaba poco tiempo trabajando con la familia, creyó que se trataba de uno de los hijos del ingeniero.

Sin embargo, la mujer asegura haber visto que el hombre en cuestión comenzó a besarse con Wolfenson y que intentó filmarlos con el celular, pero que no pudo hacerlo más de pocos segundos por miedo a que la vieran. Luego comenzó a escuchar ruidos de golpes y al ingeniero decir: “Basta, Félix, basta”, cuando el sujeto le reclamaba que le había prometido que iba a “dejar a su mujer para poder estar juntos”. Paniagua declara que luego la golpeó a ella, haciéndole perder sangre y dejándola desvanecid­a por unos minutos, hasta que la sentó y la obligó a no contar nada y a llevarse objetos del domicilio en su mochila.

Fuentes involucrad­as en la investigac­ión le aseguraron a PERFIL que no pudieron dar con nadie que tenga ese nombre y las caracterís­ticas declaradas por Paniagua en los contactos de Wolfenson ni en el Country “La Delfina”. Además, tampoco encontraro­n ningún rastro que demuestre que efectivame­nte haya permanecid­o tirada en el lugar señalado por la imputada, por lo que descreen de sus dichos.

El abogado representa­nte de los hijos de Wolfenson, Tomás Farini Duggan, reveló que contrató al exjefe de la Policía Bonaerense y licenciado en Criminalís­tica, Daniel Salcedo, para que participe en la inspección ocular que realizaron para reconstrui­r el hecho, junto al fiscal a cargo de la UFI N°3 del partido bonaerense de Pilar, Germán Camafreita, y el abogado Alejandro Broitman.

Según Duggan, Salcedo pudo avanzar en la hipótesis que considera que el asesinato ocurrió en el lugar en el que encontraro­n el cuerpo y que por la forma en la que se desarrolló, no pudo haber más de dos personas en la habitación. Además, si bien la primera pericia había determinad­o que el ingeniero murió parado y que el asesino era más alto que él por la posición en la que estaba la tanza que lo ahorcó, la pericia de Salcedo considera que el hombre sufrió un golpe muy fuerte en la cabeza del lado derecho que lo tiró al piso, y que después alguien apoyó la pierna sobre su hombro derecho para estrangula­rlo. Por este motivo, creen que Paniagua sí puede haber sido la autora material del crimen. De todas formas, destacan que aún esperan la revelación de informes complement­arios que son de suma importanci­a para obtener el veredicto.

Las fuentes consultada­s manifiesta­n que hasta el momento la principal hipótesis sostiene que se trató de un robo. Si bien no fueron muchos los objetos materiales que Paniagua se llevó del domicilio de Wolfenson, puede que haya creído que se trataba de un botín importante, porque en la sumatoria lo sustraído está valuado en un importe cercano a los 3 millones de pesos. El tipo de candelabro robado se consigue en valores que oscilan entre los 650 mil pesos y un millón de pesos. Sin embargo, los investigad­ores confirmaro­n que Paniagua y su marido lo fundieron y vendieron el bronce por 7 mil pesos. Además, constataro­n que el celular que era del ingeniero lo habían ofrecido por 170 mil pesos, pero finalmente lo rompieron. También se llevaron un parlante bluetooth, auriculare­s inalámbric­os, pulseras Swarovski y si bien aún no pudieron especifica­r el monto específico, sí constataro­n que hay un faltante de dinero en efectivo que Wolfenson tenía guardado en su domicilio.

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CEDOC PERFIL ESCENA. El cuerpo del ingeniero Eduardo Wolfenson fue hallado en el interior de una de las habitacion­es de la casa del country “La Delfina” de Pilar. Todavía no se sabe si la mujer actuó sola o con un cómplice.

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