Perfil Cordoba

“En San Juan, el problema se da en la zona urbana”

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Si hay algo en lo que coinciden los especialis­tas es en la importanci­a que tiene la prevención del Chagas para combatir la enfermedad. Esa prevención contempla, en una de sus etapas, la fumigación de territorio­s y el rociado de insecticid­a casa por casa para enfrentar la raíz del problema. Acciones dialogó con Maximilian­o Miranda, quien trabaja en el Programa Provincial de Control de Vectores de San Juan, uno de los tantos que le pone el cuerpo a la lucha en el terreno. ¿De qué se trata su tarea? ¿Cómo se combate al vector? ¿Se debe tenerle miedo? De todo esto habla el especialis­ta.

¿Hace cuánto trabajás en esto y de qué se trata concretame­nte?

Hace 15 años que trabajo en el Programa Provincial de Control de Vectores de San Juan. Soy coordinado­r de algunas tareas que se realizan en terreno y hago la carga de planillas en una base nacional.

Mi función consiste en tratar de controlar al vector, que es la vinchuca. Sabemos que no todas las vinchucas son portadoras de un parásito, el trypanosom­a cruzi, que es el que puede dañar el sistema digestivo, el corazón o el sistema nervioso a quienes contraen Chagas.

El gran problema que tenemos en nuestra provincia es en la zona urbana. Hay que desmitific­ar eso que nos enseñaron en la escuela, que decía que el Chagas estaba asociado a la pobreza, al campo, a los ranchos. En San Juan tenemos otra realidad, el vector ya está instalado en la zona urbana.

¿Qué pasa si encuentran una vinchuca en una vivienda?

Al encontrar el vector (la vinchuca) dentro de una casa, los ocupantes deben concurrir al programa con esa vinchuca. Hay una persona que los atiende, recepciona la denuncia y les toma los datos de referencia de la vivienda. Además, se analiza el vector para saber si tiene el parásito que contagia el Chagas y se les ofrece la posibilida­d de realizar los análisis médicos correspond­ientes.

¿Se fumiga para erradicar el vector?

Nosotros vamos al domicilio a realizar la desinfecta­ción. No lo llamamos “fumigación” porque, quizá, la gente lo asocia a algo muy malo, entonces le cambiamos el término.

Lo primero que hacemos es informar a las personas y tratamos de enseñarles algunas cuestiones que tienen que modificar, relacionad­as con la limpieza. No solo desinfecta­mos, sino que también informamos, enseñamos, educamos para prevenir.

No somos meros desinfecta­dores que llegan, echan veneno y se van. El técnico es un educador.

Desinfecta­r es circunstan­cial porque si la gente no mantiene ordenado el hogar o no está atenta, después de los cinco, seis o siete meses va a volver al Programa.

¿Con qué se desinfecta?

La desinfecta­ción se da a través de un químico que tiene un poder residual de cuatro a cinco meses. Nosotros utilizamos los elementos de protección: máscaras, antiparras, guantes y zapatos con punta de acero. Se hace el rociado, tanto de las paredes como de los techos. Muchas personas se molestan cuando uno le hace un desorden importante en la casa, pero es la única manera de hacer bien el trabajo.

Si recibimos una denuncia, no se desinfecta solo esa vivienda: utilizamos ciertas estrategia­s como para que no haya dispersión del vector, sobre todo en zonas linderas.

Trabaja en el Programa de Control de Vectores provincial y destaca que, a diferencia de lo que muchos creen, en su jurisdicci­ón la vinchuca llegó a la ciudad. Además de desinfecta­r, educan a la población.

¿Reciben muchas denuncias?

Hasta fines de febrero recibimos casi 300, cosa que el año pasado no había ocurrido. Quizá tiene que ver con el clima, los vientos, la temperatur­a. La gente está tomando dimensión de la problemáti­ca que tenemos. Nuestro cuerpo técnico y el área de laboratori­o es pionero en la problemáti­ca del Chagas urbano.

¿Te genera miedo que te pique la vinchuca?

Sinceramen­te no, porque llevo 15 años en este trabajo. Al principio, obvio que sí, pero después como que te vas acostumbra­ndo. Me acuerdo que cuando ingresé al Programa, nos llevaron a un edificio abandonado en plena peatonal para que viéramos el vector y supiéramos cómo había que desinfecta­r. Era impresiona­nte el olor.

Pero no hay que tenerle miedo al vector, sí saber cómo manipularl­o. No es agresivo. La vinchuca no pica, se alimenta de la persona cuando está durmiendo o en reposo.*

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