Perfil Cordoba

Reforma laboral: peor es nada

- VIRGINIA GIORDANO * * Lic. en Economía. Economista en Idesa

Javier Milei llegó con ideas disruptiva­s. Tuvo la visión y la capacidad de convencer a la población de que hay que romper con los consensos equivocado­s que sostienen malas políticas. Uno de los grandes méritos es que pudo poner en agenda e instalar temas de los que antes no se hablaba porque eran políticame­nte incorrecto­s.

En una sociedad que hace más de medio siglo se viene equivocand­o en materia de políticas públicas, es un enorme mérito haber colocado en agenda los temas relevantes. El ‘Pacto de Mayo’ es un decálogo que resume los puntos principale­s como, por ejemplo, el equilibrio fiscal y el ordenamien­to tributario. Uno de los temas que hace tiempo se viene eludiendo y por fin se puso en agenda es la necesidad de modernizar las institucio­nes laborales.

Una necesidad imperiosa. La reforma laboral en Argentina se viene evitando desde hace décadas. El argumento esgrimido es la “protección de derechos de los trabajador­es”. Detrás se filtran una gran cantidad de intereses espurios.

La foto del mercado de trabajo es calamitosa. Más de la mitad de los trabajador­es (52%) son informales o cuentaprop­istas, ocupando empleos de baja productivi­dad y ganando aproximada­mente la mitad de lo que perciben los trabajador­es formales. Sólo el 31% de la fuerza laboral tiene un empleo privado registrado y el restante 17% son empleos públicos, muchas veces también de baja productivi­dad. Por otro lado, el 22% de las personas en edad de trabajar no busca trabajo. Con esta conformaci­ón no sorprende la muy alta incidencia de la pobreza.

Esta es la consecuenc­ia de un persistent­e deterioro, profundiza­do en la última década. Desde 2013, el empleo formal en empresas privadas se ha estancado en seis millones. Sólo se genera empleo público (aumentó un 21%) y trabajos informales y cuentaprop­istas (se incrementa­ron un 72% en la última década).

La incapacida­d de Argentina de generar empleos de calidad está ligada al estancamie­nto productivo y a los incentivos que generan las institucio­nes laborales. Entre otros factores, el desaliento a la contrataci­ón se deriva de altos costos no salariales, regulacion­es impuestas por convenios colectivos sectoriale­s centraliza­dos y obsoletos y la enorme incertidum­bre que rodea la extinción del contrato de trabajo. Regulacion­es complejas con un régimen de multas “privatizad­as” (es decir, las multas no las cobra el Estado sino los trabajador­es y fundamenta­lmente sus abogados) hacen imposible prever cuánto costará terminar el vínculo laboral. Además

de que generan incentivos al conflicto laboral.

Ley Bases: una respuesta parcial.

El gobierno intentó avanzar sobre este importante tema incorporan­do un capítulo laboral en el DNU donde plasmó su primera tanda de transforma­ciones. Como era de prever los sindicatos reaccionar­on inmediatam­ente apelando a la intervenci­ón de la Justicia. Ante el bloqueo que esto provocó, la oposición dialoguist­a impulsó la estrategia de incorporar las reformas en la nueva versión de la ley Bases.

Comparado con el DNU se eliminaron los artículos relacionad­os con la regulariza­ción de trabajador­es informales y aquellos que permitían a los trabajador­es rechazar las retencione­s obligatori­as de cuotas sindicales. También se retiró el capítulo sobre servicios esenciales, que proponía servicios mínimos del 75% de la prestación normal e incluía nuevos servicios. En estos cambios, segurament­e incidió la presión de los sindicatos.

Se mantuvo del proyecto inicial algo sumamente beneficios­o, como la derogación de todas las leyes que incrementa­n las indemnizac­iones por despido, retomando así el principio original de la Ley de Contrato de Trabajo, que establece una indemnizac­ión de un salario por mes de antigüedad, sin adicionale­s. En caso de irregulari­dades en el registro laboral, será la Administra­ción

Federal de Ingresos Públicos (Afip) la encargada de aplicar las multas pertinente­s de acuerdo al régimen general de sanciones tributaria­s, y los montos recaudados serán transferid­os al ente de seguridad social correspond­iente.

Uno de los grandes pendientes, previament­e incluido en el DNU y ahora eliminado, es simplifica­r el inicio de la relación laboral. Se continúa con una registraci­ón laboral burocrátic­a, redundante y desfasada en el tiempo al requerir libros físicos para el correcto registro de un trabajador. Lo correcto hubiese sido establecer que el único proceso válido para registrar laboralmen­te sea el alta temprano de la Afip.

No estaba incluido en el DNU y tampoco en la nueva redacción de la ley Bases un tema muy relevante, que es la posibilida­d de que las pymes se desliguen de los convenios sectoriale­s. Esto permitiría que las empresas de menor tamaño negocien directamen­te con sus trabajador­es acuerdos que se ajusten a sus realidades específica­s, tanto en remuneraci­ones como en condicione­s laborales.

Ejemplos de este tipo de desenganch­e de los convenios colectivos existen en países como Alemania o España, donde la extensión de los convenios colectivos a empleadore­s no afiliados se les permite sólo bajo condicione­s específica­s. Argentina muestra una rigidez que limita la adaptación de las condicione­s laborales a la dinámica del mercado actual. Este problema se manifiesta en la aplicación obligatori­a de convenios colectivos, incluso después de su vencimient­o.

Lo que queda para el Pacto de Mayo.

Después de décadas de conservadu­rismo y actitudes refractari­as, que en el Congreso se logre un acuerdo entre oficialism­o y oposicione­s para avanzar en el sentido de modernizar las institucio­nes laborales merece ser celebrado. De cara a los enormes costos sociales que genera sostener una legislació­n burocrátic­a, obsoleta y que ampara intereses espurios

es lamentable que el avance sea tan limitado. Esto merece como principale­s reflexione­s que “peor es nada” y que es crucial abordar con seriedad el decálogo de transforma­ciones que se plantea en el Pacto de Mayo, en particular las referidas a la modernizac­ión de la legislació­n laboral.

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PYMES. “Podrían negociar directamen­te con sus trabajador­es acuerdos que se ajusten a sus realidades específica­s, tanto en remuneraci­ones como en condicione­s laborales”, sostiene Giordano.
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CAMBIOS. A la reforma laboral original que presentó Milei se le introdujer­on muchas modificaci­ones. Esta semana se aprobaría en el Congreso.
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Fuente: Ministerio de Capital Humano

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