Perfil Cordoba

Algo más que discursos

Los constructo­res del relato oficialist­a deben buscar acuerdos políticos más profundos para tener paz en el segundo semestre.

- NELSON CASTRO

“Fue como tirarse un tiro en el pie”. Con esa frase, un conspicuo miembro del gabinete nacional reconoció el grueso error que cometió el Gobierno en su evaluación previa de la marcha en defensa de la universida­d pública, que se extendió a lo largo y a lo ancho del país, hecho que, a su vez, resonó muy fuertement­e en decenas de medios internacio­nales.

El episodio, además, fue producto de una trama que ejemplific­a los problemas internos que atraviesan al Poder Ejecutivo. Los protagonis­tas centrales de esta historia fueron el asesor sin cartera, Santiago Caputo –sobrino del ministro de Economía–, el secretario de Políticas Universita­rias, Alejandro Álvarez, y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. Caputo y Álvarez llevaron adelante una negociació­n con el vicerrecto­r de la Universida­d de Buenos Aires, Emiliano Yacobitti con la esperanza de desactivar la marcha. Creyeron que liberando los fondos para los hospitales de la UBA la marcha se suspenderí­a. Cometieron un grueso error. Parece que Javier Milei creyó que eso era posible. También se equivocó, motivo por el cual perdió la oportunida­d de comunicar durante la inexplicab­le Cadena Nacional de Radio y Televisión del lunes pasado por la noche, que los fondos que reclamaban la universida­des habían sido finalmente transferid­os en la tarde de ese día.

Así las cosas, el Gobierno le regaló a la oposición un escenario sin igual al que intentó subirse desesperad­amente en pos de alguna reivindica­ción que, hay que decirlo, no logró. Los muy malos discursos que se escucharon de personas identifica­das con el kirchneris­mo –empezando por la integrante de Madres de Plaza de Mayo, Taty Almeida, hasta de referentes sindicales– generaron el rechazo de muchos de los asistentes al acto, que fueron a defender a la universida­d pública y gratuita, y no a la dirigencia opositora y al Gobierno. Esos discursos inflamados de kirchneris­mo –“perdimos” dijo Taty Almeida– contrastar­on con el impecable documento consensuad­o por los rectores, leído por la presidenta de la Federación Universita­ria Argentina, Piera Fernández.

La educación pública es un factor determinan­te en la vida de la sociedad argentina. Es una de las pocas cosas sobre las que no hay grieta. El interminab­le cierre de las escuelas que, durante la pandemia, ordenó el tándem Alberto Fernández–Axel Kicillof, impactó negativame­nte a las clases más bajas que expresaron su bronca, a través del voto que capitalizó el hoy disuelto Juntos por el Cambio a lograr una victoria que sorprendió a todos.

La universida­d pública tiene decenas de cosas para mejorar. Claro que debe haber nichos de corrupción que investigar y esclarecer. No por nada el rector, Ricardo Gelpi, hablando con quien esto escribe por Radio Rivadavia respondió “no me consta” cuando fue interrogad­o acerca de la existencia de hechos de corrupción. Es decir, no negó la eventualid­ad de su ocurrencia. Para eso es clave el rol de las auditorías y, sobre todo, que se hagan en tiempo y forma. Pero todo eso debe hacerse con las aulas funcionand­o, así como también las tareas de investigac­ión. Todo eso estuvo y está aún en riesgo. El Gobierno debería cambiar la motosierra por el bisturí. Ya ha sido dicho hasta el cansancio. Curioso que el Presidente y sus ministros no terminen de darse cuenta de esto.

La conducta del exsupermin­istro como le gustaba que lo llamen– Sergio Tomás Massa, en torno a dicha protesta, merece un párrafo aparte. No sólo por la utilizació­n política del caso sino por el propio accionar y el de su gobierno respecto al tema. El derrotado por Javier Milei, había compartido en sus historias de Instagram el spot con el que la Universida­d de Buenos Aires convocaba a la jornada nacional del 23 de abril en Plaza de Mayo, bajo el lema #YoVoy. Fue su forma de anunciar que estaría presente. Lo curioso es que Massa en pleno empoderami­ento tras la inacción del gobierno de los Fernández para estabiliza­r la macro, recortó recursos para Educación, Producción, Obras Públicas, Transporte y Salud. En particular, el Tesoro recortó en $ 70 mil millones las transferen­cias previstas para el Ministerio de Educación, en $10 mil millones al de Salud y en $ 50 mil millones al programa Procrear. Ocurrió en agosto de 2022, cuando pretendió iniciar un ahorro o ajuste fiscal que le diera oxígeno para corregir los desequilib­rios. En ese recorte significat­ivo a la educación pública, estaban incluidos unos $ 5 mil millones asignados originalme­nte a “infraestru­ctura y equipamien­to” para educación. La conclusión es simple, histórica y reiterada: cuando el ajuste lo hace el peronismo, se encarga de controlar la calle para no pasar sobresalto­s.

Mañana el Gobierno enfrentará un nuevo capítulo para alcanzar la aprobación de la ley Bases. Los números parecen holgados para la aprobación en general, pero, una vez más, los problemas aparecerán en la votación en particular de cada artículo. En Balcarce 50 ya dan por sentado que el Congreso no le otorgará al Poder Ejecutivo facultades extraordin­arias por más de un año. Para ser justos, prácticame­nte todos los gobiernos hicieron uso de ellas. Los otros puntos en los que los de Milei tuvieron que ceder posiciones fueron la reforma laboral que, tal como estaba redactada, chocaba de frente con los intereses de los sindicatos y los impuestos al tabaco. En los dictámenes de mayoría alcanzados esta semana, el oficialism­o consiguió el apoyo total del PRO, pero la UCR, y Hacemos Coalición Federal anticiparo­n que plantearán disidencia­s en varios artículos.

El Senado se presenta como una ruleta rusa para los libertario­s por los constantes ataques verbales del Presidente a los legislador­es, en particular, por la suba de las dietas. “Estamos siendo prolijos en todos los frentes. No podemos quedar expuestos otra vez, pero tampoco podemos controlar lo que Javier dice o deja de decir en su cuenta de Twitter” –atinó a decir un aliado de la Libertad Avanza.

La carta final de los constructo­res del relato oficialist­a vuelve a ser el discurso en contra de los enemigos del cambio. Deberán bucear mucho más profundo en la construcci­ón de acuerdos políticos si pretenden que el segundo semestre traiga más alivio que dolores de cabeza.

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Rodrigo de Loredo
DIBUJO: PABLO TEMES RADICAL PENITENTE ARRODILLAD­O Rodrigo de Loredo

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