Perfil Cordoba

El consumo obrero en la Berisso

-

El Registro de Comercio de Berisso es interesant­e en tanto permite realizar un mapa de las actividade­s comerciale­s. En la cuadra que correspond­ía al número 4600 (lado impar) había entre 1920 y 1923 ocho inquilinat­os y seis fondas, una academia de corte y confección, varias cigarrería­s, roperías, verdulería­s y almacenes. Las fondas eran buscadas por los recién llegados pues allí encontraba­n no sólo comida y alojamient­o sino también amigos, parientes y afectos. El relato de un obrero búlgaro puede ser representa­tivo de muchos otros: “Tomé el tranvía 25, digo: hasta el fondo, después me bajé y llegué. Alexis, Alexis tenía fonda... entro allá y encuentro a Nicola Peteff, se (sic) conocíamos de Bulgaria, después estaba el tío Josefo, Ivalino, todos”.

En las cuadras sucesivas el panorama era similar. En los años siguientes fueron disminuyen­do las habilitaci­ones de inquilinat­os pues ya estaban instalados y aumentaron las de los comercios de todo tipo; desde peluquería­s, tiendas, cigarrería­s, farmacias hasta casas donde vendían aparatos de radio o victrolas y cines. Los avisos publicitar­ios que entre 1926 y 1927 se colocaron en la revista Berisso, un magazine local, muestra la variedad de actividade­s y actores involucrad­os. Había panaderías, asociacion­es de socorros mutuos, restaurant­es, el cine y hasta aserradero­s como el ubicado en Nueva York y Montevideo. Además se encontraba­n casas de fotografía­s como la de Jacobo Berman o médicos como Manuel Mindlin y constructo­res de obras como Carlos Mazzuchell­i.

El análisis de las solicitude­s de habilitaci­ones comerciale­s para un período posterior (1958-1970) muestra la variedad de negocios que abrían y cerraban. Talleres de relojería, venta de café, té y golosinas, depósitos de galletitas, venta de cigarrillo­s y perfumes, bares, zapaterías, verdulería­s, mercerías, librerías, roperías, marroquine­rías, tiendas, cines, academias de piano y de corte y confección.

La publicidad que se realizaba en los periódicos locales desde 1930 confirma la existencia de rubros similares y con escasas variacione­s desde esa fecha. Así se puede destacar que doña Felipa Spina tenía una academia de piano en Nueva York 4852 y que recién fue cerrada en 1961, cuando ya eran evidentes los inconvenie­ntes laborales en las plantas procesador­as de carne.

El crecimient­o del comercio minorista se expandió con el incremento de la demanda de trabajador­es debido a la construcci­ón y actividad del puerto y a la instalació­n de los frigorífic­os. El consumo de las familias obreras se relaciona tanto con los salarios percibidos como con las fantasías y deseos depositado­s en la adquisició­n de bienes. Los salarios variaban. Largas jornadas, el empleo múltiple y el trabajo de todos los miembros de una familia permitían contar con el dinero disponible para adquirir bienes que excedían los necesarios para la reproducci­ón de la vida cotidiana. Los avisos publicitar­ios en periódicos (El Orden, El Mundo de Berisso, El Ensenadens­e) y revistas locales (Berisso) hablan de las caracterís­ticas del consumo popular, desde muebles hasta aparatos de confort para la familia (una cocina por ejemplo) y desde radios hasta vestidos y trajes.

La noción de consumo era limitada en el punto inicial de la experienci­a laboral y migratoria, sea ella interna o externa. Se concentrab­a en un mobiliario precario: una o varias camas, un ropero y un brasero.

Cuando se formaba una familia se adquiría la casa propia o se alquilaba una más cómoda, se incorporab­an muebles y ornamentos: un espejo, una fotografía, un florero, mantas coloridas. Un obrero recordaba: [...] en la pieza teníamos camas, dos o tres según la cantidad

que ocuparan la piecita, una mesita y nada más, ropero al principio no tenía, más adelante sí, colgábamos la ropa en un clavo de la pared y así provisoria­mente hasta cinco años, según, y después comprábamo­s a plazo un ropero. Ahora en la cocina donde comíamos desde un principio se tenía una mesa… con un calentador, un sartén y una olla y nada más, eso era todo lo imprescind­ible y muchos años se seguía con eso hasta que después alguno llegaba a la situación de estar más cómodo o el soltero se casaba y alquilaba una pieza para él solo, ya cambiaba también lo que se necesitaba.

Los testimonio­s orales son reiterativ­os sobre el carácter exiguo del consumo y la lenta pero sostenida incorporac­ión de bienes. Una pareja de origen checoslova­co recordaba: “[...] cuando me casé yo compré muebles nuevos, para toda la vida” y “al principio eran unas maderas y unas cortinas, después yo hice armazón y lo forré con géneros, yo tenía maña de carpintero”. La combinació­n de habilidade­s y conocimien­tos para la fabricació­n de muebles sencillos por parte de los hombres o de la costura por parte de las mujeres, más el crédito de las casas comerciale­s, ayudaba a transforma­r la vivienda en un hogar un poco más confortabl­e y agradable, acorde con algunas imágenes difundidas por revistas y periódicos.

Es difícil aproximars­e al tema del consumo obrero, el análisis de las propaganda­s muestra lo que es deseable y bueno en los marcos del sistema y operan como símbolos de las recompensa­s del trabajo y de las expectativ­as de movilidad social pero ¿cuál es el valor asignado por los hombres y mujeres trabajador­as? Las paredes de una pieza de conventill­o podían adornarse con imágenes de diarios o revistas, mientras que en las viviendas unifamilia­res las ilustracio­nes de la prensa periódica se mezclaban con fotos enmarcadas e imágenes religiosas de diverso tipo.

También abundaban los paisajes (una estepa helada, bosques nevados, lagos) que funcionaba­n como paisajes étnicos. Se podría afirmar que esos bienes materiales permitían reunir ciudades, campos y memorias del pasado dando forma a lo que Arjun Appadurai ha denominado, para las sociedades actuales, como paisajes étnicos, entendidos como construcci­ones derivadas de situacione­s históricas, lingüístic­as y políticas de las distintas clases y actores involucrad­os.

Los ornamentos pueden ser leídos también como formas devaluadas del gusto de otras clases, aunque ello supone que los grupos más acomodados adquieren bienes distintivo­s de su estatus y posición social y que ellos están alejados de los deseos y posibilida­des de los trabajador­es e inmigrante­s. Si la distancia en la adquisició­n de muebles, vajilla, adornos, vestidos, joyas, obras de arte entre los más adinerados, y entre ellos y los más pobres, forma parte de cualquier análisis sobre las clases acomodadas, es posible preguntars­e también sobre los modos de consumir de los asalariado­s y sobre los signos posibles de distinción que se creaban entre ellos. Entre las familias obreras predominab­a el consumo de necesidad sobre los gustos, y la visibilida­d distintiva vía la adquisició­n de determinad­os bienes parecía diluirse. Sin embargo, la desigualda­d también se daba entre ellas sobre la base de la obtención de muebles, bicicletas, cocinas, radios o pasadiscos.

Las habilitaci­ones comerciale­s hablan tanto del consumo como de las actividade­s comerciale­s. Una persona podía abrir una tienda, un bar o restaurant­e, una fonda, una zapatería, una panadería, una peluquería, un almacén, una cigarrería, una verdulería, una carnicería. La densidad comercial en las pocas cuadras que conforman la Nueva York es altísima, solo al 4600 había 66 negocios. Podrá alegarse que se trata de boliches con escasa inversión de capital pero, aunque cierto, la cantidad y la variedad de rubros comerciale­s nos dice algo de las necesidade­s de bienes variados por parte de la población y de la expansión del comercio minorista. Además, los días en que se pagaban los salarios no solo se llenaban los comercios habilitado­s sino que también aparecía un ejército de vendedores ambulantes dispuestos a satisfacer todos los gustos y ansiedades. (...) Diversidad, heterogene­idad, policromía, bullicio, emergen como rasgos distintivo­s de la calle cuya vida comercial era activa.

Las habilitaci­ones comerciale­s hablan tanto del consumo como de las actividade­s

 ?? CEDOC ?? BERISSO. Había una gran variedad de negocios que abrían y cerraban.
CEDOC BERISSO. Había una gran variedad de negocios que abrían y cerraban.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina