Un alarido de honestidad de la mano del genial Roberto Cossa
Se estrenó una nueva obra del dramaturgo nacional Roberto Cossa. Es su versión sobre el guión cinematográfico que había escrito junto a Carlos Somigliana y que se estrenó con dirección de Fernando Ayala como El arreglo (1983). Condensó la historia para el escenario, pero su protagonista seguirá siendo la familia Bellomo, aunque con menos integrantes. Para esta adaptación Cossa usó la excusa de introducir una nieta y será su abuela quien le relatará los hechos que ocurrieron en el pasado.
El conflicto se ha mantenido: el hombre frente a la corrupción. La posibilidad de instalar el agua corriente provocará la grieta. Es entrar o no en un “arreglo”, o sea, ser cómplice de una coima. El protagonista se mantiene inflexible y esto le va a traer consecuencias. De esta manera se iluminan muchas realidades, desde la alta política –sugerida tangencialmente cuando se nombra a los intendentes– hasta la más cercana, integrada por los ciudadanos que buscan vivir mejor como pueden. Un personaje dirá: “La política es una porquería”; otro retruca: “La política no. Los políticos”. También se escuchará: “Vivimos en un tiempo cambiado. Todo está podrido”.
La dramaturgia de Cossa siempre se expresa a través del realismo, y aquí la dirección de Villanueva Cosse buscó una puesta en escena casi aséptica. Para conseguir este despojamiento contó con las invalorables creaciones de Gabriel Caputo en la escenografía, Daniela Taiana en el vestuario y Mariano Cossa en la música. En color verde agua (elemento eje del problema) el público verá paredes y ropas, sólo algún color difiere, y tendrá que relacionarlo con el juego temporal encarnado en dos personajes (abuela y nieta).
Hay frases que todavía resuenan ac- Alejandro Awada compone el papel que en la película hizo Federico Luppi. tuales, quizás aquí radica la permanencia de Cossa en nuestros escenarios. Siempre ha sabido iluminar a los argentinos con sus características, sin perder jamás la piedad hacia ellos.
En un muy parejo elenco de profesionales se destaca la notable composición de Alejandra Darín. Ella encarna en su cuerpo el paso del tiempo y consigue evidenciarlo tanto en el presente como en el pasado. A su lado, Alejandro Awada construye al protagonista, aunque la dirección prefirió ciertas obviedades que lo perjudican, sobre todo en el final. Tanto Manuel Vicente y Vando Villamil como Sofía Bertolotto, Maia Francia y Gustavo Pardi consiguen interpretaciones cuya credibilidad fue la consigna. “A veces ser honrado cuesta mucho. Pero da satisfacciones”, escribió Cossa, quien permite así que se inicie una polémica.