Profesiones paralelas
La notoriedad de la abogada Fernanda Herrera, quien estuvo involucrada en la defensa del ex funcionario José López, abrió una polémica sobre la doble profesión al revelarse que había tenido una actividad paralela como cantante de cumbia y posando como modelo. Mucha gente la etiquetó como “abogada hot” y consideró reprochable que se dedicara a tareas tan diversas. Sin embargo, para analizar esa cuestión sin prejuicios bastaría recordar que hubo casos similares en la vida real y en la ficción.
Nino Manfredi, para complacer a su familia en 1941 se inscribió en la Facultad de Derecho, aunque su verdadera vocación era la actuación. Interrumpió sus estudios en 1943 y en 1944 los reanudó paralelamente con los de la Academia de Arte Dramático. En 1945 se graduó de abogado y en 1947 recibió el diploma de actor en la Academia. Nunca ejerció como abogado. Participó en obras de Shakespare, Miller, O’Neill, Cocteau y De Filippo, pero en 1951 se inclinó hacia la revista y el teatro, luciéndose en espectáculos de Wanda Osiris y en la obra Rugantino, y se transformó en uno de los íconos de la commedia all’italiana.
Gerardo Romano se recibió de abogado pero prefirió el arte escénico y logró ir haciendo una distinguida carrera en el teatro, la televisión y el cine. Padeció los prejuicios del público cuando en la obra Postdata tu gato ha muerto apareció desnudo sobre la pileta de una cocina.
El cine mostró varios casos de doble profesión. La doctora Castañuelas, con María Antinea, narraba la historia de una bella mujer que de día trabajaba como paleontóloga examinando fósiles y dando conferencias y de noche cantaba y bailaba en el teatro de revistas.
En La mujer desnuda, Thilda Tamar personifica a una moralista que a raíz de un percance en la playa, cuando un perro tirando de un hilo le desteje su recatado traje de baño y la desnuda por completo, descubre que su verdadera vocación es ser vedette y triunfa en el escenario.
Puede deducirse entonces que la adopción de profesiones paralelas es algo legítimo y para nada condenable.