Perfil (Domingo)

Facturas de Aranguren, ¿tablita de Machinea?

- ARIEL COHEN

Un poco de historia para los que recién se suman. A fines de 1999, el ministro de Economía de la Alianza, José Luis Machinea, puso en marcha una reforma del Impuesto a las Ganancias. Fue una de las primeras medidas del Gobierno, que el 15 de diciembre envió al Congreso una modificaci­ón de las escalas deduccione­s, la famosa tablita. El objetivo era equilibrar las cuentas fiscales heridas por la carga de la deuda y el parate de la economía. Una convertibi­lidad ya extenuada quedó herida de muerte tras las crisis rusa y del sudeste asiático de 1998 y la de Brasil del 99. Todo se combinó para encarecer las tasas de interés de la deuda pública y del crédito interno, lo cual echó sal al moribundo tejido productivo y a las cuentas públicas.

La “tablita de Machinea” apuntaba a aumentar “progresiva­mente” la base imponible del impuesto. El ex ministro y destacado economista insiste hoy con que fue progresist­a la medida, pero la historia se quedó con sus efectos más nocivos: sectores de clase media que no estaban alcanzados se vieron compelidos a tributar. Se redujo el consumo, pero aumentó el malhumor del sector social que había impulsado al poder a la Alianza. Fue el primero de esos pasos. E insuficien­te. Doble pecado. Una sucesión de medidas de ajustes fiscales "progresist­as" no sirvieron ni para resolver la situación fiscal ni a mejorar la posición política del Gobierno, que había surgido con 48% de los votos.

¿Se convertirá­n la necesaria reducción de subsidios y los ajustes tarifarios, piedras basales de la meta fiscal, en una política tan antipopula­r que hagan naufragar el programa del Gobierno? Por lo pronto, las manifestac­iones cacerolera­s del jueves en contra del "tarifazo" fueron un llamado de atención para el Gobierno, por ambos flancos.

Por el lado fiscal, comienza a preocupar cada vez más un desvío de las metas que obligue a morigerar el gasto en 2017. En los primeros momentos de discusión del Presupuest­o, y a pesar de lo manifestad­o por Alfonso Prat-Gay, las metas de 4,8% de déficit primario (antes de pagar la deuda) se alejan cada vez más. Y el apartamien­to de esa pauta complica el escenario de llegada de inversione­s. Sin la reducción de subsidios prevista, con la puesta en marcha de las obras de infraestru­ctura, si se avanza en los pagos de los juicios a los jubilados, se reducierán los márgenes de la política.

A eso apuntaba la recorrida del jefe de Gabinete, Marcos Peña, y de la gobernador­a bonaerense, María Eugenia Vidal, por el Conurbano, territorio vital para los próximos pasos en la política. El flanco imprescind­ible.

En el ala política del Gobierno consideran que, semanas, meses, más o menos, la estabiliza­ción económica es un hecho. Todo el proceso tiene un plazo fijo: nueve meses. Entre marzo y abril se iniciará el plazo de oficializa­ción de las listas para las legislativ­as de octubre. Allí el oficialism­o debe llegar con acuerdos políticos cerrados, volcados sobre dos ejes: caja y liderazgo. Uno se relaciona con el éxito económico, el otro por el desmembram­iento del peronismo.

En Cambiemos siguen ilusionado­s que para el otoño 2017 ya se verán los frutos de la reactivaci­ón. Similar diagnóstic­o anida en sectores del Frente para la Victor ia, e incluso en el Frente Renovador, que se peinó para la foto de la oposición al "tarifazo".

Los funcionari­os económicos "no PRO", como Alfonso Prat-Gay, apuestan a otra construcci­ón, como la del acuerdo social que propuso ante el Foro Empresaria­l el jueves para hacerle frente a l a sensación térmica de una inflación que no termina de ceder. El empresaria­do –sobre todo el industrial– posa su furia sobre la apertura de las importacio­nes cruzada con las altas tasas de interés. ¿Se necesitará tanta tasa, de interés, para apagar tanto precio? Los acuerdos sociales con una CGT con dolores en el parto de la unificació­n luce difícil de alcanzar.

Los principale­s enemigos de un acuerdo, confían en el Gobierno, están en el propio Gobierno, donde nuevamente no hay un consenso interno acerca de hasta dónde ceder, en cuánto costo político pagarían desperfilá­ndose de sus políticas químicamen­te puras.

No ponen en esa cuenta los desembolso­s millonario­s a las provincias, a las CGTs, para lograr número en el Congreso. Son pagos a cuenta de la construcci­ón política. Para poder hacer pie en la provincia de Buenos Aires, para asegurar la continuida­d... en los siguientes dos años. Y para cambiar la historia de los ajustes, lejos de la "tablita de Machinea".

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MARCELO SILVESTRO MACRI. Una ovación en la Bolsa; después, cacerolazo­s.
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