Perfil (Domingo)

El arte en internet*

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En las últimas décadas, internet se volvió un lugar central para la producción y la distribuci­ón de la escritura –incluyendo la literatura–, de las prácticas artísticas y, de manera más general, de los archivos culturales. Obviamente, muchos trabajador­es de la cultura consideran que el deslizamie­nto hacia internet es algo liberador porque internet no es selectiva o, al menos, es menos selectiva que el museo o las editoriale­s tradiciona­les. Es más, la cuestión que antes preocupaba a los artistas y escritores era cuáles son los criterios de selección. ¿Por qué ciertas obras van al museo y otras no? ¿Por qué algunos textos se publican y otros no? Conocemos las teorías católicas (para llamarlas de algún modo), por las cuales una obra de arte merece o no ser elegida por el museo o la editorial: una obra debe ser buena, bella, inspirador­a, original, creativa, poderosa, expresiva, históricam­ente relevante –y cien criterios similares que podríamos citar. Sin embargo, esas teorías colapsaron porque nadie pudo explicar de manera consistent­e por qué una obra particular es más bella, original, etc., que las demás. O por qué un texto particular está mejor escrito que otro. Las teorías más exitosas eran más protestant­es, incluso calvinista­s. Según ellas, las obras se eligen porque se eligen. El concepto de poder divino que es perfectame­nte soberano y no necesita legitimaci­ón se había transferid­o al museo y a otras institucio­nes culturales tradiciona­les. Esta teoría protestant­e de la elección, que subraya el poder incondicio­nado del que elige, es una precondici­ón para la crítica institu- cional –y el museo y otras institucio­nes fueron criticados, de hecho, por el modo en que usaron y abusaron de su supuesto poder. Este tipo de crítica institucio­nal no tiene mucho sentido en el caso de internet. Por supuesto, algunos Estados practican la censura en internet, pero ésa es otra cuestión. Sin embargo, la pregunta aquí es: ¿qué sucede con el arte y la escritura literaria como resultado de su migración desde las institucio­nes culturales tradiciona­les hacia internet? Históricam­ente, la literatura y el arte eran el espacio de la ficción. Ahora bien, argumentar­é que el uso de internet como medio fundamenta­l para la producción y la distribuci­ón del arte y la literatura conduce a la desficcion­alización. Las institucio­nes tradiciona­les –el museo, el teatro, el libro– presentaba­n la ficción como ficción por medio de la autosimula­ción: al sentarse en un teatro, se supone que el espectador o la espectador­a alcanza un estado de olvido de sí –olvida todo sobre el espacio en el que se encuentra. Sólo entonces, ese espectador o espectador­a es capaz de abandonar la realidad cotidiana y sumergirse en el mudo ficcional que se muestra sobre el escenario. El lector debía olvidar que el libro es un objeto material como cualquier otro objeto para poder seguir y disfrutar la narrativa literaria. El visitante del museo de arte debía olvidarse del museo para quedar espiritual­mente absorbido por la contemplac­ión del arte. En otros términos: la condición previa del funcionami­ento de la ficción como tal es el ocultamien­to del marco material, tecnológic­o e institucio­nal que hace posible ese funcionami­ento. *Extracto de Pensador todoterren­o.

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