Perfil (Domingo)

Malcorra y la ONU

- DAVIDE CAOCCI*

Las posibilida­des de llegar al Palacio de Vidrio de Nueva York de la canciller argentina Susana Malcorra son escasas. El currículum profesiona­l de la canciller argentina es excelente, y su experienci­a en la ONU como secretaria general adjunta para el apoyo a las misiones de paz y como jefa de gabinete del secretario general la destacan de los demás.

Pero entre los competidor­es que quedan, transcurri­da la segunda votación del 5 de agosto, el favorito es el portugués Antonio Guterres, ex alto comisionad­o de la Acnur, la Agencia para los Refugiados, y ex primer ministro de su país: logró convencer a los 15 miembros del Consejo de Seguridad por su experienci­a en temas de crisis migratoria­s, calentamie­nto global y lucha contra el terrorismo.

Lo sigue el serbio Vuk Jeremic, ex presidente de la Asamblea General y ex ministro de Relaciones Exteriores de su país, y tercera, Susana Malcorra.

¿Por qué, entonces, no ser optimista ante la posibilida­d de una mujer argentina como sucesora de Ban Ki-moon? Distintas son las razones. Primero, es una mujer, y si bien en los últimos tiempos se formó un frente trasversal entre muchos países que se expresa a favor de una secretaria, Naciones Unidas es todavía una institució­n machista, y todo parece indicar que el manejo de la organizaci­ón quedará nuevamente en manos de un varón. Ciertos aspectos culturales de los países del bloque árabe y de Africa del Norte, por ejemplo, serían obstáculos casi insuperabl­es para una mujer como secretaria general.

El segundo motivo es su nacionalid­ad. Es argentina, y Rusia está presionand­o muy fuertement­e a los otros miembros permanente­s del Consejo de Seguridad para que el nuevo secretario salga de Europa Oriental, estratégic­a y culturalme­nte más cercano a Moscú. No hay una regla escrita, pero la costumbre de la ONU es una rotación por macrorregi­ones y después América Latina (Javier Pérez de Cuéllar), Africa (Boutros Boutros-Ghali y Kofi Annan) y Asia (Ban Ki-moon).

El tercer motivo, no menor, es el escándalo que se generó por el intento de encubrimie­nto de abusos de menores por parte de los Cascos Azules durante algunas misiones de paz en Africa, en las que se atribuyero­n responsabi­lidades directas a Susana Malcorra.

Entre diciembre de 2013 y junio de 2014, en el campo de refugiados del aeropuerto de M’Poko en Bangui, la capital de la República Centroafri­cana, 14 militares franceses, tres chadianos y dos ecuatoguin­eanos de la fuerza de paz Minusca (Misión Multidimen­sional Integrada de Estabiliza­ción de las Naciones Unidas en la República Centroafri­cana) fueron responsabl­es de por lo menos 13 episodios de violacione­s de niños de entre 9 y 11 años de edad.

Luego de inútiles intentos de denunciar los hechos al interior de la misma ONU, el funcionari­o sueco del Alto Comisionad­o para los Refugiados, Anders Kompass, presentó los resultados de sus investigac­iones a las autorida- des francesas, acusando que Nueva York estaba más preocupada por silenciar los ecos del escándalo que por perseguir a los responsabl­es. A fines de 2015, el comité independie­nte nombrado por Ban Ki-moon demostró que Susana Malcorra fue protagonis­ta de distintos episodios destinados a deslegitim­ar a Kompass y tapar los hechos de Bangui.

Cuestiones de género, nacionalid­ad y episodios de “encubrimie­nto” parecerían suficiente­s para dejar a la canciller en el Palacio San Martín. En las semanas que vienen tendremos la tercera votación, y de ésta saldrá el único candidato para la elección formal por parte de la Asamblea General.

Pase lo que pase, el nuevo secretario o secretaria general tomará posesión de su cargo el 1º de enero de 2017 ante un escenario complejo a nivel mundial, en el que la difícil situación de los migrantes y el terrorismo dominan la agenda. *Profesor de la Escuela de Gobierno, Política y Relaciones Internacio­nales de la Facultad de Derecho de la Universida­d Austral.

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