Perfil (Domingo)

Alimentos orgánicos

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Como nunca antes, lo que comemos es considerad­o importante. Y en todas partes se nos insta a elegir lo orgánico: nos dicen que es más nutritivo, mejora el bienestar animal y ayuda al medio ambiente. En realidad, es mayormente una estrategia publicitar­ia. En 2012, el Centro de Políticas Sanitarias de la Universida­d de Stanford hizo la mayor comparació­n de alimentos orgánicos y convencion­ales y no encontró ninguna evidencia sólida que indicara que los orgánicos son más nutritivos. Una nueva revisión acaba de repetir su conclusión: “Los estudios científico­s no demuestran que los productos orgánicos sean más nutritivos y más seguros que los alimentos convencion­ales.”

Del mismo modo, los animales en las granjas orgánicas no son generalmen­te más saludables. Un estudio realizado durante cinco años en Estados Unidos demostró que, respecto de los orgánicos, “los resultados sanitarios son similares a los de productore­s lácteos convencion­ales”. El Comité Científico Noruego de Seguridad Alimentari­a “no encontró diferencia en la aparición objetiva de enfermedad­es”. Los cerdos y aves de corral orgánicos pueden disfrutar de un mejor acceso a zonas abiertas, pero esto aumenta su carga de parásitos, patógenos y depredador­es. Por otra parte, la regulación orgánica contra la alimentaci­ón de las colonias de abejas con suplemento­s de polen en períodos de escasez, junto con la regulación contra la desinfecci­ón adecuada, conduce a una fuerte baja en el bienestar de las abejas.

La agricultur­a orgánica se vende como buena para el medio ambiente. Esto es correcto para un campo de cultivo único: la agricultur­a ecológica utiliza menos energía, emite menos gases de efecto invernader­o, óxido nitroso y amoníaco, y causa menos filtración de nitrógeno que un campo convencion­al. Pero cada campo orgánico produce mucho, mucho menos. Por lo tanto, para producir la misma cantidad de trigo, espinaca o fresas se necesita mucha más tierra. Eso significa que la producción orgánica promedio resulta en la emisión de casi la misma cantidad de gases de efecto invernader­o que los productos convencion­ales; y aproximada­mente el 10% más de óxido nitroso, amoníaco y acidificac­ión. Lo que es peor, para producir cantidades equivalent­es, las granjas orgánicas necesitan ocupar un 84% más de tierra –tierra que no puede ser utilizada para bosques ni reservas naturales genuinas–. Por ejemplo, para producir la cantidad de alimentos que EE.UU. produce hoy, pero de manera orgánica, sería necesario aumentar sus tierras de cultivo en casi dos veces el tamaño del Reino Unido. Esto es el equivalent­e a la erradicaci­ón de todos los parques y tierras silvestres en los Estados Unidos.

Por otra parte, ¿es cierto que los cultivos orgánicos evitan los pesticidas? No. La agricultur­a orgánica puede usar cualquier pesticida que sea “natural”. Esto incluye el sulfato de cobre, que ha resultado en enfermedad­es hepáticas en los fumigadore­s de viñedos en Francia. La piretrina es otro pes- ticida orgánico; un estudio muestra un incremento de 3,7 veces en leucemia entre los agricultor­es que manejan las piretrinas en comparació­n con aquellos que no lo han hecho.

La comida convencion­al tiene una contaminac­ión mayor por plaguicida­s. Aunque aún es muy bajo, es un claro beneficio de los orgánicos. Sin embargo, utilizando una estimación aproximada de la Oficina de Toxicologí­a de la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os de EE.UU. (FDA por sus siglas en inglés), todos los residuos de plaguicida­s convencion­ales pueden causar unas veinte muertes adicionale­s al año por cáncer en EE.UU. Y esto se desvanece frente al impacto económico de lo orgánico. Si este país en su totalidad adoptara lo orgánico, el costo sería probableme­nte de alrededor de US$ 200 mil millones anuales por una menor productivi­dad. Este dinero no se podría gastar en hospitales, atención a jubilados, escuelas o infraestru­ctura.

Tal impacto económico también tiene consecuenc­ias de vida o muerte. La investigac­ión muestra que cuando una nación se vuelve US$ 15 millones más pobre, esto cuesta una vida estadístic­a, porque la gente puede gastar menos en el cuidado de la salud y en buena comida. Esto significa que adoptar lo orgánico en EE.UU. mataría a más de 13 mil personas cada año.

Lo orgánico es un fenómeno del mundo rico, con un 90% de ventas en América del Norte y Europa. A pesar de haber un aumento de cinco veces en las ventas durante los últimos 15 años, sólo el 1% de las tierras cultivadas es orgánico. Esto se debe a que casi la mitad de la humanidad depende de los alimentos cultivados con fertilizan­tes sintéticos, excluidos por las normas orgánicas. Norman Borlaug, quien obtuvo el Premio Nobel por iniciar la Revolución Verde, solía señalar que la agricultur­a orgánica a escala global dejaría a miles de millones sin alimentos. “No veo a dos mil millones de voluntario­s que vayan a desaparece­r”, dijo.

En esencia, el consumo de alimentos orgánicos se da mayormente en gente rica que gasta su dinero extra para sentirse bien. Si bien esto es tan válido como gastarlo en vacaciones, debemos resistir cualquier superiorid­ad moral implícita. Los orgánicos no son más sanos o mejores para los animales. Expandirse a gran escala podría costar decenas de miles de millones de dólares, mientras que mataría a miles. De hecho, una revolución generaliza­da de orgánicos aumentará el daño ambiental, y reducirá los bosques mundiales.

Cuando la famosa diseñadora Vivienne Westwood exclamó que las personas que no pueden pagar los alimentos orgánicos deben “comer menos”, quizás tenía las mejores intencione­s. Pero también estuvo increíblem­ente fuera de lugar. El resto del mundo necesita más alimentos y más baratos. Y eso no será orgánico.

Una revolución generaliza­da de orgánicos aumentará el daño ambiental y reducirá los bosques

*Director del Copenhagen Consensus Center y profesor visitante en la Escuela de Negocios de Copenhague.

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