Fondos compartidos
Es común que existan entidades que recaudan fondos con fines benéficos para distribuirlos entre aquellos que padecen necesidades. Sin embargo, a veces aparecen seres inescrupulosos que se introducen en esas organizaciones para apoderarse del dinero. Esta temática inspiró algunas películas.
Mr. Lucky (1943) mostraba a una organización cuyo objeto era juntar fondos para ayudar a los combatientes de la Segunda Guerra, en la que se mezcla un hombre que había adoptado la identidad de un muerto no apto para el ejército para evitar que lo alistaran (Cary Grant), que conoce a una de las integrantes y le propone aportar sus conocimientos sobre juegos de azar para instalar por un día un casino en una fiesta de gala y así recaudar dinero para asistir a los soldados. Su verdadera intención era quedarse con la mayor parte de lo recaudado y repartirlo con sus secuaces, aunque luego, al enamorarse de la dama que aceptó su ofrecimiento, se enfrenta con el dilema de llevar a cabo su plan hasta el final o redimirse y aliarse con las damas de la sociedad en su esfuerzo patriótico.
Otro film que abordó el tema fue La doncella de oro, dirigida por David Miller en 1957. Narra la historia de una millo- naria (Joan Crawford) que en una visita a su pueblo natal en Irlanda conoce a una joven huérfana que quedó sorda, muda y ciega del shock que le produjo ver morir a su madre cuando explotó una granada. La dama la adopta y la lleva a los Estados Unidos, y allí logra que la joven lea en el sistema Braile y que pueda comunicarse apoyando sus manos en la cara de su interlocutor, interpretando la vibración de su voz y expresándose con el movimiento de los dedos. La evolución es tan asombrosa que la tutora crea una fundación para ayudar a niños con esas desventajas y organiza giras mundiales para recaudar fondos. Es ahí cuando aparece su ex marido (Rossano Brazzi) para aprovecharse de esa situación. Cuando en una escena viola a la joven y ella del terrible impacto recupera la vista, el oído y el habla, él pretende que continúe simulando su discapacidad para que se siga recaudando dinero. La benefactora, horrorizada ante la inmoralidad de su ex marido, no ve otra salida que el castigo.