Despliegue genial de la gran Marilú Marini
La obra presenta mujeres creíbles, sin estereotipos.
Aunque su primera obra como autor fue en el a ño 2 0 01, se podría marcar que desde 2008 Santiago Loza empezó a ocupar un lugar en los escenarios, especialmente con sus unipersonales, sobre todo los que fueron interpretados por actrices. Desde Nada del amor me produce envidia, siguiendo por Todo verde, La mujer puerca o La vida terrenal, entre otros. Son muchas las intérpretes que quieren tener entre sus manos una obra de él. Por eso no extraña que su nuevo estreno cuente con Marilú Marini. Esta protagonista sin nombre pero con mucho para contar sobre su vida, la de su esposo e hijo, sin olvidar otras inesperadas visitas, representa a miles de mujeres. Todas con el don de la palabra, de la reflexión, ese humor sencillo pero directo, capaz de iluminar los acontecimientos con luz propia y personal. Loza, como pocos dramaturgos, consigue desnudar el alma femenina. Jamás se burla, siempre se apiada de cada una de sus criaturas. Las dibuja con la maestría de quien conoce los repliegues del alma humana.
Se podría afirmar que Marini y Loza ya son teatro, pero en los terrenos de la escena comercial esta síntesis podría ser poco, por eso el director Alejandro Tantanian ideó este espectáculo donde la música en vivo de Diego Penelas en el piano y el acompañamiento de Ignacio Monna suman es- pectacularidad a la propuesta. El repertorio –melódico y en nuestro idioma– lo interpreta mayoritariamente Ignacio Monna. Así desfilan clásicos como Un beso y una flor, que popularizó Nino Bravo o Qué suerte, de Chico Novarro y Palito Ortega, recordada en la voz de Violeta Rivas. Se le suma Marini para cantar a dúo Zampa para olvidar, de Julio Fontana, y Te quiero, de José Luis Perales. Lo interesante es que estos temas son más de enamorados que no representan literalmente el vínculo entre madre e hijo, y eso les suma humor a las elecciones.
Es evidente que Marilú Marini es presencia escénica. Su voz, su cuerpo y sus manos todo lo consiguen. Traslada al público desde los fríos de la cordillera hasta las calideces de un hogar, poniendo mantel y limpiando copas. Puede ser amada o ignorada, pero todo es creíble y vivo, presente. Aquí, con música, con un texto que le permite todos los colores e ironías, sutilezas y maldades, se podría coincidir que está todo el teatro.