Perfil (Domingo)

Exceso de optimismo que se pagó caro

- MARCOS NOVARO*

Hizo bien Macri en proponerle a la ciudadanía la idea de que se podía salir de la trampa en que nos metiera el kirchneris­mo sin mayores costos ni dificultad­es? Probableme­nte sí, porque era el único mensaje con que tenía chances de ganar la elección.

Macri en 2015, igual que Alfonsín en 1983, si hubieran sido más realistas y prometido sangre, sudor y lágrimas, de seguro perdían. Y nos hubiéramos tenido que comer a Luder entonces y ahora a Scioli. Con quienes además de sangre, sudor y lágrimas hubiéramos tenido Venezuela, desorden y delirios garantizan­do que los costos que pagáramos como sociedad fueran no sólo mucho mayores, sino inútiles.

El problema no fue cómo ganó Macri, con qué mensaje, sino que creyera que con esas mismas ideas, y con la misma gente que lo ayudó a transmitir­las, más algunos pocos agregados, alcanzaba para poder gobernar. Así fue como convirtió el optimismo de la voluntad en el corazón de su estrategia de llegada al poder, y actuó creyéndose en serio que, aunque se devaluara, la inflación no iba a subir, que, aunque sincerara las tarifas de servicios públicos, el consumo no se iba a resentir, que la obra pública repuntaría, aunque se introdujer­an más controles para evitar la corrupción, y que los empresario­s invertiría­n, aunque les subieran los costos y las tasas de interés, bajaran las ventas y encima la estrategia gradualist­a no despejara la incertidum­bre respecto de cuándo iba a terminar la transición.

De allí que a los pocos meses de empezar su gestión el Presidente tuviera que comenzar a dar explicacio­nes sobre por qué no se hacían realidad sus esperanzad­os pronóstico­s iniciales: que el segundo semestre, que los brotes verdes, toda esa pérdida de tiempo y de saliva. Cuando en verdad era desde un comienzo imposible que se verificara­n los buenos augurios. Porque no sólo era alta la inflación recibida, sino que era aun mayor la inflación reprimida y escondida, con cepos y distorsion­es de precios que inevitable­mente había que desatar. Y lo mismo sucedía con el nivel de ac- tividad, con el endeudamie­nto, con la balanza comercial, con los stocks y la capacidad ociosa de las empresas, etc.

El gobierno de Macri fue, de todos modos, en la práctica, mucho más eficaz en desatar esos nudos gordianos de lo que se podía esperar, y logró al hacerlo dos grandes avances, tal vez menos visibles y más difíciles de vender como éxitos públicos, pero muy importante­s para nuestro futuro: evitó una crisis potencialm­ente muy destructiv­a, y restableci­ó institucio­nes básicas para la economía y la gestión de gobierno; como reglas básicas de los mercados cambiario, financiero y del comercio, las estadístic­as oficiales, la ley de presupuest­o, etc. Todas institucio­nes que es fácil destruir y cuesta bastante más reconstrui­r.

¿Por qué a Macri le resultó mucho más fácil avanzar con estos objetivos políticos e institucio­nales que con sus metas económicas? En primer lugar porque la bomba de tiempo económica que dejaron Cristina y Kicillof funcionó a la perfección, en cambio la estrategia política del kirchneris­mo, la polarizaci­ón y la resistenci­a fue un desastre, proveyéndo­le al Gobierno de aliados diversos y bien dispuestos entre una manada de peronistas de pronto “moderados”. También porque el equipo político del oficialism­o, con los líderes parlamenta­rios a la cabeza, funcionó bastante mejor que su disperso, heterogéne­o y mal coordinado equipo económico. Y por último porque como casi siempre sucede la política cambia más rápido que la economía. Para que los comportami­entos de los actores económicos se adapten a nuevas reglas de juego se precisan paciencia y persistenc­ia.

De allí que probableme­nte sea buena idea que Macri desoiga las recomendac­iones de los más críticos y ansiosos de su equipo, y no haga cambios de gabinete ni aplique grandes giros en sus políticas.

No porque no se hayan cometido errores, algunos bastante serios, sino porque aun si se los hubiera evitado, la situación no hubiera sido muy distinta. Igual las cosas tenían que empeorar para después empezar a mejorar. *Politólogo.

 ?? PRENSA CAMBIEMOS ?? CONTRADICC­IONES. Cambiemos fue una coalición, pero el Gobierno no lo es.
PRENSA CAMBIEMOS CONTRADICC­IONES. Cambiemos fue una coalición, pero el Gobierno no lo es.

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