Perfil (Domingo)

Murió Josefina ludmer, una referente de la literatura

Reconocida crítica y académica, “la China” dictó clases de teoría literaria en su casa durante la dictadura. Enseñó durante varios años en la Universida­d de Yale. El género gauchesco, su ensayo famoso.

- GONZALO LEON

Josefina Ludmer y Beatriz Sarlo son los dos grandes modelos de cómo abordar la crítica literaria en Argentina. De ahí que la muerte de Ludmer, ocurrida el viernes por la noche en su casa, no sea un hecho menor. Si bien ya estaba enferma desde hace unos años, el mundo literario, y en especial el académico, no sólo argentino sino que puede decirse del mundo, ha tomado la noticia con pesar, y es que además de dar clases en la UBA, Ludmer enseñó durante muchos años en Yale, Estados Unidos. Su ida está registrada en la novela La arquitectu­ra del fantasma, de Héctor Libertella, cuando rememora el grupo que integraron Ludmer, Lamborghin­i, Kamenszain, Carrera, Aira y él: “Osvaldo murió. De Pringles a Buenos Aires y a Europa, Arturo nun- ca estará donde se lo esperaba. César, con setenta libros publicados a cuestas, empezó a pasar en limpio la obra inédita de Osvaldo, como un jubilado. Josefina se f ue a Yale”.

Ludmer, para los académicos argentinos en la diáspora, fue referente obligado. Fermín Rodríguez, uno de estos académicos que enseña en Estados Unidos, no podía dejar de mencionar en un análisis sobre la novela argentina a Ludmer, ya que, según él, ella venía afirmando hacía un tiempo que los escritores contemporá­neos producían textos en los que las fronteras nacionales estaban borradas, según un movimiento deslocaliz­ado y diaspórico que imagina subjetivid­ades, territorio­s y formas de comunidad que ya no tienen lo nacional como referencia exclusiva. Ludmer, más que anécdotas, hizo circular ideas, un modo de situarse ante la crítica literaria. Maximilian­o Crespi en Los infames les dedica un pasaje a Beatriz Sarlo y a Josefina Ludmer: según él, mientras a la primera “no le interesa la vibración del presente porque lo que del presente la hace vibrar es el amor al propio pasado”, la segunda vivía preocupada Varios la llamaban “la crítica del futuro”. otra de sus obras. por el futuro, por lo-que-viene-después.

Nacida en la provincia de Córdoba, llegó en la segunda mitad de la década de los 60 a Buenos Aires, donde estudió con David Viñas, Tulio Halperin Donghi y Noé Jitrik. Si bien sus coqueteos con la academia estadounid­ense comenzaron en 1981 y durante la dictadura dictó clases de teoría literaria en su casa, sólo diez años después llega a Yale. Ahí enseña pero también escribe y observa la realidad latinoamer­icana, y desde luego argentina. En 1988 publica uno de sus ensayos más conocidos, El género gauchesco, donde analiza Evaristo Carriego, el ensayo de Borges escrito en los años 30; allí afirma que “el Palermo de Carriego es para Borges una zona de mezcla, provisoria y doble, llanura y calle. Y a esa mezcla se le añade la mezcla de hombres: en Palermo vive el orillaje malevo y también lo que Borges llama la cosa decentita e infeliz”. Para ella, tanto en la obra de Carriego como en la de Borges estaba presente la tradición gauchesca y observaba que ésta “puede cambiarse cada vez: se le dan o quitan sentidos, se la politiza o despolitiz­a, se la desvía; la tradición es histórica y funciona como material literario blando, trabajable”. Conocida por sus cercanos como “la China”, el último libro que publicó fue Aquí América Latina.

En El género gauchesco analiza Evaristo Carriego, el ensayo de Jorge Luis Borges

Entre sus textos se encuentran

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FOTOS: CEDOC PERFIL Cien
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El género gauchesco. Un tratado sobre la patria, El cuerpo del delito y Aquí América Latina.
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ESCRIBIR. años de soledad. Una interpreta­ción,

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