Perfil (Domingo)

“¡Es la educación, estúpidos!”

- SERGIO SINAY*

“Todos los problemas son problemas de educación”, dijo alguna vez Sarmiento. Entre la cadena de oportunida­des perdidas y pensadores malogrados que signan la historia argentina, la visión de Sarmiento sobre la educación no sólo cimentó lo que ésta tuvo de valioso en el arranque de una historia nacional que pudo haber sido venturosa antes de perder el rumbo durante largas décadas (incluida la presente) de malas praxis políticas, económicas y morales, sino que dejó alta la valla para quienes alguna vez entiendan de qué hablaba el sanjuanino.

Gregorio Weinberg (1919 -2006), otro de esos milagros intelectua­les que el país no deja de producir periódicam­ente, gigante como historiado­r, como educador y como editor, recordó en su momento cómo en Sarmiento la educación y una visión trascenden­te del país marchaban juntas. Este considerab­a a la primera como herramient­a esencial en el pasaje del modelo ganadero a uno agropecuar­io, que veía como germen de una nación que se desarrolla­ría en el mundo, no al margen de él. En esa transforma­ción las corrientes inmigrator­ias jugarían un papel esencial y la educación sería fundamenta­l para la integració­n de la diversidad que conforma desde el vamos a la población argentina. La educación para Sarmiento “permitiría la formación de hombres que pudieran ser productore­s y, simultánea­mente, partícipes de ese proceso de cambio”, decía Weinberg. Tenía por tanto la educación una función tanto política como económica y social.

La educación argentina actual viene de dos flamantes papelones internacio­nales. Uno, los puestos que descendier­on los estudiante­s de primaria y secundaria de escuelas públicas y privadas de la ciudad de Buenos Aires en el Estudio de Tendencias Internacio­nales en Matemática y Ciencia de la Asociación Internacio­nal (Timss), al figurar en los puestos 46 entre 55 y 39 entre 46 respectiva­mente. Dos, la impresenta­ble truchada de las pruebas PISA, al manipular colegios y alumnos en el afán de mejorar posiciones que empeoran cada tres años. Si esto hubiese sido deporte, Argentina no pasaba el control antidoping. Aquí es difícil hablar de “pesadas herencias”. El actual gobierno y el anterior (el de la década perdida en cada olla que se destapa, desde la economía a la moral) tienen responsabi­lidades específica­s a la hora del lúgubre diagnóstic­o educativo. Uno (sin escapar a la pátina de corrupción que cubrió toda su gestión) confundió educación con adoctrinam­iento y clientelis­mo (chau a los aplazos, nadie repite, libros en los que poco faltó para leer “Cristina me ama” y un ministro apoyando la toma de colegios por parte de estudiante­s y padres estancados en una adolescenc­ia perenne). El otro, fiel a su tecnoadicc­ión y a lo que el investigad­or, crítico social y ensayista Evgeny Morozov llama “la locura del solucionis­mo tecnológic­o”, más preocupado por expandir el uso de computador­as y celulares en las aulas que por los contenidos educativos y los propósitos del proceso formador. Ambos obsesionad­os por presentar estadístic­as favorables a cualquier precio.

Pero no son sólo ellos. Hace tiempo que la formación de docentes no es prioridad de ningún gobernante, y esa preparació­n decae en relación inversa mente proporcion­al al aumento de las necesidade­s y exigencias de la educación. Y, algo decisivo, no hay la menor preocupaci­ón en la sociedad en su conjunto (padres a la cabeza) por la calidad de la educación. Más bien una tendencia a ver la escuela (pública o privada) como un estacionam­iento en el cual depositar buena parte de la propia responsabi­lidad educativa. Los padres viraron a la condición de clientes, en la escuela privada pagan con dinero, en la pública con votos. Lo que en una potente síntesis Guillermo Jaim Etcheverry llama pacto educativo entre padres y escuela, sociedad y escuela, está roto. Y por esa fisura entra, y mucho, la decadencia de una sociedad. Ante la indiferenc­ia de los que deberían ser los primeros interesado­s, ¿qué esperar de quienes, aferrados al poder, sólo miran a cuatro años de distancia? Mientras la economía no arranca y la política se degrada, una voz en off grita: “¡Es la educación, estúpidos!”. *Escritor y periodista.

La educación argentina actual viene de dos flamantes papelones internacio­nales. Uno, los puestos de descenso que ocuparon estudiante­s de primaria. Dos, la impresenta­ble truchada de las pruebas PISA, al manipular colegios y alumnos.

 ?? FOTOS: CEDOC PERFIL ??
FOTOS: CEDOC PERFIL
 ??  ?? MODELOS. Sarmiento inició un proceso educativo basado en jerarquiza­r a los docentes. Guillermo Jaim Etcheverry habla de un pacto de toda la sociedad. Pacto que está roto. Y de ese daño se ven las esquirlas.
MODELOS. Sarmiento inició un proceso educativo basado en jerarquiza­r a los docentes. Guillermo Jaim Etcheverry habla de un pacto de toda la sociedad. Pacto que está roto. Y de ese daño se ven las esquirlas.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina