RIESGOS
Existe una pretendida voluntad en Macri de querer hacer todo “a rajatabla” sin prestar demasiada atención a los detalles. Esto le permitió, en parte, rescatar la economía de la ciénaga populista y ponerla a andar, pero ahora está impidiéndole aprovechar plenamente las energías y oportunidades así desatadas. El país ha entrado en una nueva etapa, con prioridades diferentes, y a menos que el Gobierno consiga adaptarse, correrá el riesgo de perder más autoridad. La sed de justicia es una fuerza sumamente poderosa, que en ciertas circunstancias puede volverse insostenible; la pobreza, como tal, raramente provoca más que patéticos disturbios y un tema de discusión para acomodados de corazón sensible; en cambio, la privación de justicia ha estado en la raíz de muchas revoluciones. Por supuesto no es nada probable que la preocupación por la “inseguridad jurídica”, asunto que está causando aún más daño que las deficiencias del sistema educativo, redunden en una convulsión política, desbordando los límites institucionales. Con todo, a Macri no le convendría subestimar la importancia de las mutaciones que están produciéndose en la cultura política nacional. Al fin y al cabo, los brasileños ya están brindándonos un buen ejemplo de lo que puede suceder cuando la corrupción –fruto natural de la creencia de que la Justicia puede ser personalizada– se erige en un tema tan candente que se escape de las manos del Poder Ejecutivo. En tal caso, es capaz de hacer ingobernable una nación, destino que con toda seguridad nadie querría que compartiera la Argentina. A excepción, claro está, de los delincuentes que por participación directa, complicidad o conveniencia aún abren la boca, para no brindar ninguna explicación coherente, simplemente, ante tal desfalco al país, no la tienen. Carlos Alberto Ferrer carlosferrer4010@hotmail.com