Perfil (Domingo)

CEOcracia: mitos y verdades

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La CEOcracia ha provocado que personas ajenas a la realidad específica del mundo de las empresas se conviertan en cuasiespec­ialistas en management. Emulos inesperado­s de Peter Drucker, Tom Peters o nuestro Santiago Lazatti, no dudan en cuestionar probadas prácticas gerenciale­s. Eventos recientes muestran cómo hipótesis no validadas o erróneas, sobre estilos de conducción, formación de equipos o toma de decisiones, se presentan como verdades reveladas; “confirmand­o” que están mal aplicadas o que no sirven para la gestión pública.

liderazgo.

Es justo reconocer que liderar no es simple. Tampoco existe una receta universal del liderazgo exitoso. Se discute si el Presidente es un líder democrátic­o (por el trabajo en equipo) o uno dictatoria­l (por lo de Prat-Gay). Hay quienes creen ver un “nuevo” Macri porque un año atrás era un líder que dejaba hacer, que no parecía ejercer el liderazgo y ahora desplaza figuras de alto perfil. Pero no tiene por qué haber un nuevo Macri.

Precisamen­te, una exigencia del arte de conducir es que el líder debe adaptarse a la situación que enfrenta y a los colaborado­res que lo acompañan. Así como para lanzar un producto es requisito discutir, testear, validar lo decidido, consultar con un especialis­ta y con otro; si se enfrentan crisis como la del 2001 o la de híper de 1989/90, se debe decidir sobre la marcha, con poca informació­n y casi sin consultas previas.

responsabi­lidad.

Se sostiene que al haber desmembrad­o Economía, el verdadero ministro termina siendo el Presidente. “Es una tarea complicada que ese estilo de administra­ción del poder pueda liderar una política económica consistent­e” (Zaiat). ¿En qué sentido se afirma eso? Seguro que no en términos de coordinaci­ón, dado que la misma está a cargo de la Jefatura de Gabinete (“ojos e inteligenc­ia” del Presidente). Tampoco aplicaría a la toma de decisiones, pues sería físicament­e imposible que el Presidente participar­a en todas. El líder se involucra sólo en las decisiones más sensibles aprobando, rechazando o, eventualme­nte participan­do en el proceso de evaluación de alternativ­as.

¿Se referirán entonces a la responsabi­lidad final por las decisiones? Tampoco acá hay algo nuevo. Siempre, en lo público y en lo privado, la responsabi­lidad final por el resultado de la decisión, recae en última instancia, en el líder. Por supuesto, si los resultados fueron malos, la magnitud del error determina hasta donde llegarán las esquirlas políticas (Nixon, Collor de Mello o, entre nosotros, Aníbal Ibarra lo saben).

opciones.

Se critica el modo como se encara la solución de determinad­os problemas desde una visión limitada. En el mundo corporativ­o se habla de abandonar la tiranía del “o” y abrazar la potencia del “y”; es decir, el líder debe combinar y potenciar las opciones que se le presentan y no limitarse a elegir una de ellas. Un ejemplo es la discusión sobre el delicado problema de la imputabili­dad de los menores. “El Presidente sale a decir que el objeto de este año es bajar la edad de imputabili­dad, cuando su propósito debería ser garantizar una escuela no expulsiva para evitar tener las tasas de abandono escolar que tenemos. La insegurida­d no se resuelve así” (Stolbizer). Es evidente que la baja de la edad, no resuelve el problema estructura­l; pero debe reconocers­e que una escuela no expulsiva no atiende la cruda realidad de la violencia presente.

reemplazos.

Ensamblar el trabajo de los colaborado­res es otro requisito del liderazgo. Esta tarea de desarrolla­r y coordinar el equipo, incluye promover o desvincula­r en función del desempeño o del alineamien­to con los objetivos. En las empresas, este manejo de premios y castigos es parte habitual de las prácticas de Recursos Humanos.

Aunque no debería ser diferente con un equipo de gobierno, la salida de varios altos funcionari­os, generó algunas interpreta­ciones que poco tienen que ver con esas prácticas. Así hemos sabido que “El Gobierno atraviesa su primera crisis de Gabinete cuya cima es el relevo de…”(Wainfeld), o que “Sólo hay una figura central que necesita que obedezcan sus órdenes” (Costa), y también que Se duda que el motivo haya sido “homogeneiz­ar el equipo económico” (Roa).

resultados. prioridade­s.

Fijar prioridade­s es caracterís­tica importante del ecosistema empresario. Se prioriza en función de la situación que se enfrenta. Puede llegar a tener que atenderse el efecto del problema, aceptando que se postergue la solución de la causa que lo provocó. Si por error se duplicó un débito a los clientes, hay que resolver el error en el sistema; pero puede tener que priorizars­e resarcir a los clientes perjudicad­os. Las acciones implementa­das (capacitaci­ón, pago mensual, etc.) en el conflicto de los manteros de Once, bien podrían caer en esta definición. Las críticas a esa respuesta de emergencia, incluyeron referencia­s al espacio público, a la política inmigrator­ia, al accionar de los piratas del asfalto, al pago o no de sus impuestos por los comerciant­es afectados, etc., etc.

Por supuesto, ésto no es privativo del mundo corporativ­o: la medicina no reacciona igual si enfrenta una emergencia o una enfermedad crónica.

Hay quienes creen ver un “nuevo” Macri porque un año atrás era un líder que dejaba hacer, y ahora desplaza figuras

Se cuestiona la desmedida importanci­a que los CEOs del Gobierno le confieren al hacer, a la actividad. “El gobierno de Cambiemos presenta su perfil público como hacedores que saben hacer y por lo tanto la ética es la de la gestión… lo importante es saber hacer las cosas” (Costa). No es así en el mundo de los negocios. Así precisamen­te lo sintetiza un axioma bien conocido por los líderes empresario­s: “Al final del día, toda gestión se mide por los resultados”.

Y no hay ninguna razón objetiva que permita pensar que los CEO’s en el Gobierno desconozca­n o se hayan propuesto ignorar deliberada­mente este principio básico del management: cumplir los objetivos definidos. *Lic. en Administra­ción de Empresas. Aliado estratégic­o.

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